“¡Ánimo! Que soy yo; no temáis” (76)
Mejores son que el vino tus amores
Queridos hermanos:
Como el vino resulta de trasmutar la dulzura del mosto en alcohol o espíritu, que entra por las venas como nuevo espíritu, como dinamismo nuevo, así también nosotros, Eucaristía tras Eucaristía, recibimos un Espíritu nuevo, haciendo caso del apóstol San Pablo: “No os embriaguéis con vino, que es causa de libertinaje; llenaos más bien del Espíritu” (Efesios 5,18).
La Eucaristía, donde comulgamos ese vino nuevo que es la sangre de Cristo, requiere odres nuevos. Vino nuevo en odres nuevos. El mejor vino en odres nuevos. Por eso es tan necesaria la conversión, la renovación continua, que evite que reviente el odre y nos echemos a perder (cf. Marcos 2,22; Mateo 9,17). El proceso de fermentación emite gases. Si el pellejo no tiene cierta elasticidad el odre revienta. El odre nuevo permite meter vino nuevo y resiste ese proceso de fermentación. Sin la conversión estamos aviejados, y pronto agrietados, de tal forma que ya no se conservan las gracias que diariamente nos da el Señor.
La Eucaristía nos une a Cristo y nos hace borrachos, ebrios del Espíritu Santo en una sana sobriedad. ¡Qué pena vivir el cristianismo como Cam, o como la mujer de Lot, con tristeza o nostalgia, mirando atrás! (cf. Lucas 9,62).
A Cristo lo llamaron borracho (cf. Lucas 7,33-34). A los discípulos, tras recibir el Espíritu Santo el día de Pentecostés y ponerse a predicar, (de qué forma lo harían, que suscitó la estupefacción en la gente), los llamaron borrachos (cf. Hechos de los apóstoles 2,12-13).
¡Ojalá nos llamen a nosotros también borrachos de Cristo, de su Espíritu Santo, de su amor a la Iglesia, de la misma caridad! ¡Ojalá, de esta misma borrachera, se beneficien muchos!
Pues ese algo más que recibimos en cada eucaristía (el mejor vino) nos lleva a ir un poco más allá de la ley y como el samaritano usar de misericordia con los que han caído en manos de los saltadores, curándoles con aceite de consuelo y vino de esperanza (cf. Lucas 10,34).
Cada Eucaristía es una nueva etapa en tu vida. Tras lo vivido en la pandemia, la recuperación de la Eucaristía, celebrada en la comunidad cristiana, traiga en tu vida una nueva etapa que transforme el agua en vino nuevo, un vino mejor cada vez (cf. Juan 2,10) y nos conceda permanecer unidos a Cristo como sarmientos inútiles que hacen lo que tienen que hacer: estar unidos a la Vid (cf. Juan 15, 1-11). De esta forma podremos proclamar con la esposa del Cantar: “mejores son que el vino tus amores” (Cantar de los Cantares 1,2.4). Y mucho mejor, escuchar del esposo Jesucristo esto mismo dirigido a nosotros: “mejores son que el vino tus amores” (Cantar de los Cantares 4,10). Dile a Jesucristo que lo amas. Celebra la Eucaristía. Y díselo con palabras y díselo con tu mente, corazón, memoria, voluntad, pensamientos, deseos, con tu cuerpo y alma. Y que el Señor pueda decirnos que nuestro amor a él y a los hermanos es mejor que el vino.
Jesús, vuestro párroco
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