30 de mayo de 2024

Domingo 2 de junio de 2024. CORPUS CHRISTI. B

 CORPUS CHRISTI. CICLO B

La Iglesia siempre ha tenido en altísima estima y veneración este augusto sacramento, pues en él se contiene, real y verdaderamente, la Persona misma del Señor, con su Cuerpo santísimo, su Sangre preciosa, y toda su alma y divinidad. En los restantes sacramentos se encierra la gracia salvífica de Cristo; pero en éste hallamos al mismo Cristo, autor de nuestra salvación.

Desde aquel primer Jueves Santo, cada Misa que celebra el sacerdote en cualquier rincón de la tierra tiene un valor redentor y de salvación universal. No sólo “recordamos” la Pascua del Señor, sino que “revivimos” realmente los misterios sacrosantos de nuestra redención, por amor a nosotros. ¡Gracias a ellos, nosotros podemos tener vida eterna!
Ojalá que, a partir de ahora, vivamos con mayor conciencia, fe, amor y gratitud cada Santa Misa y acudamos con más frecuencia a visitar a Jesucristo en el Sagrario, con una profunda actitud de adoración y veneración. Y, si de verdad lo amamos, hagamos que nuestro amor a Él se convierta en obras de caridad y de auténtica vida cristiana. Sólo así seremos un verdadero testimonio de Cristo ante el mundo.

Marcos 14, 12-16. 22-26

              El primer día de los Ázimos, cuando se sacrificaba el cordero pascual, le dicen sus discípulos: «¿Dónde quieres que vayamos a hacer los preparativos para que comas el cordero de Pascua?» Entonces, envía a dos de sus discípulos y les dice: «Id a la ciudad; os saldrá al encuentro un hombre llevando un cántaro de agua; seguidle y allí donde entre, decid al dueño de la casa: ´El Maestro dice: ¿Dónde está mi sala, donde pueda comer la Pascua con mis discípulos? El os enseñará en el piso superior una sala grande, ya dispuesta y preparada; haced allí los preparativos para nosotros.» Los discípulos salieron, llegaron a la ciudad, lo encontraron tal como les había dicho, y prepararon la Pascua. Y mientras estaban comiendo, tomó pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio y dijo: «Tomad, este es mi cuerpo.» Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio, y bebieron todos de ella. Y les dijo: «Esta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos. Yo os aseguro que ya no beberé del producto de la vid hasta el día en que lo beba nuevo en el Reino de Dios.» Y cantados los himnos, salieron hacia el monte de los Olivos.

CURSO DE LITURGIA

CAPITULO 8

LOS SIGNOS DE REVERENCIA: LAS POSTURAS (2)


DE RODILLAS: Sólo ante Dios debemos doblar nuestra rodilla. Al ponernos de rodillas significa que nos reconocemos pecadores ante Él. La genuflexión ante el Santísimo es un saludo reverencial de fe, en homenaje de reconocimiento al Señor Jesús. Debemos hacerlo en forma pausada y recogida. Estaremos solamente durante la Consagración, aunque por razones de edad, incomodidad del lugar o aglomeración que lo impida se podrá estar respetuosamente de pie.

 POSTRADOS: Se usa en ciertos momentos escasos, en que el alma cristiana se siente más indigna de dirigirse a Dios, cargada de responsabilidades, o en un luto universal como el del Viernes Santo por la muerte de Jesús. Por ejemplo: el futuro sacerdote, cuando se postra el día de su ordenación sacerdotal, indicando no tanto el abatimiento, sino la necesidad de protección de Dios y la impotencia personal. Es signo de humildad y penitencia.

 LA PROCESIÓN: Más que un gesto litúrgico, es un rito. En las celebraciones habituales, por ejemplo, en la santa misa: al principio, antes del evangelio, etc. También los fieles adoptan esta actitud al presentar las ofrendas y cuando comulgan. Además, hay procesiones excepcionales unidas al año litúrgico, como la del Domingo de Ramos y la del Corpus Christi. La procesión simboliza, principalmente, el carácter peregrinante de la Iglesia. Deben hacerse con dignidad y respeto.

 Fuera de las posturas propias de la Misa hay otras posturas que pasamos a relacionar. Se pueden adoptar dos clases de posturas corporales: la inclinación y la genuflexión:

 LA INCLINACIÓN: Indica reverencia y honor a las personas o a lo que representan y puede ser de dos tipos: inclinación de cabeza e inclinación de cuerpo o profunda.

La inclinación de cabeza se le hace al nombre de Jesucristo, de la Virgen y del santo en cuyo honor se celebra la Misa. Se debe hacer reverencia profunda en el Credo arrodillándonos si es la Solemnidad de Navidad o la de la Anunciación del Señor. Asimismo la bendición presidencial que concluye la Misa se debe recibir con inclinación de cabeza.

La inclinación de cuerpo o reverencia profunda se le hace al altar cuando no está allí el Santísimo; también se debe hacer inclinación profunda cada vez que se sirva al obispo o se pase por delante de él. Deben hacer inclinación profunda al altar que simboliza a Cristo y no al sacerdote como equivocadamente se hace a veces, todas aquellas personas que suban al presbiterio para realizar alguna función como por ejemplo los lectores o los que van a hacer las peticiones de la Oración Universal de los Fieles, que vulgarmente llamamos preces, tanto al llegar como al marcharse.

 LA GENUFLEXIÓN: Se hace siempre con la rodilla derecha llevándola hasta el suelo y significa adoración. Por ser signo de adoración está reservada al Santísimo Sacramento y a la Santa Cruz en la liturgia del Viernes Santo. En resumen, se debe hacer genuflexión cada vez que pasemos por delante del Santísimo Sacramento e inclinación profunda al altar todos los que se acercan al presbiterio o se alejan de él (por ejemplo los que se han acercado para hacer alguna lectura o petición).


Hay varios TIPOS de ORACIÓN:

 c. ORACIÓN CONTEMPLATIVA O CONTEMPLACIÓN

En este tipo de oración el orante no razona, sino que trata de silenciar su cuerpo y su mente para adorar y/o escuchar a Dios en el silencio.

 La oración de silencio o contemplativa, típica de la espiritualidad de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz se fundamenta en un dato de fe: Dios nos inhabita, somos “templos del Espíritu Santo”(cfr. 1ª Cor.3, 16).

Por eso la oración de silencio es un movimiento de interiorización, en la que el orante se entrega a Dios que habita en su interior; no razona acerca de Dios, sino que se queda a solas con Dios en el silencio, y Dios va haciendo en el alma su trabajo de alfarero para ir moldeándola de acuerdo a su Voluntad".

“Entra”, dice Teresa, porque tienes “al Emperador del cielo y de la tierra en tu casa ... no ha menester alas para ir a buscarle, sino ponerse en soledad y mirarle dentro de sí ... Llámase recogimiento porque recoge el alma todas las potencias (voluntad, entendimiento, memoria) y se entra dentro de sí con su Dios”.

 La contemplación o gracias místicas que pueden darse en este tipo de oración, son un don de Dios, pero no pueden lograrse a base de técnicas, ni siquiera son fruto del esfuerzo que se ponga en la oración, sino que como don de Dios que son, Él da a quien quiere, como quiere y cuando quiere.

 Buscar a Dios en la oración de silencio depende del orante. Recibir el don de la contemplación depende de Dios. Dice Sta. Teresa: “Es ya cosa sobrenatural ... que no la podemos procurar nosotros por diligencias que hagamos”.

Sin embargo, es muy importante tener en cuenta que las gracias místicas que puedan derivarse de este tipo de oración no son su verdadero fruto, ni siquiera son necesarias para obtener ese fruto, que es el ir haciendo nuestra voluntad una con la de Dios.

 Un error común es creer que ésta, que es la oración más elevada, está reservada sólo para unas poquísimas almas escogidas, generalmente monjas o monjes de claustros y comunidades contemplativas. Este tipo de oración es para todo aquél que desee buscarla. Santa Teresa de Jesús dice que la oración contemplativa es la “Fuente de Agua Viva” que Jesús promete a la samaritana y que la promete para todo aquél que beba” (Jn. 4, 10-14).

 Horario de Misas

De lunes a sábado.. 19:30 h.

Domingos .............. 10:00—11:30 h

Rezo del Santo Rosario

De lunes a sábado .. 19:00 h.

Exposición del Santísimo

Jueves .................... 18:30—19:30 h.

Domingos .............. 10:30—11:30 h.

Confesiones

Media hora antes a cada Misa

Cuando alguien lo solicite

Despacho Parroquial

Martes, miércoles

y jueves ................ 18:00—19:00 h.

 Cáritas Parroquial

Atención los miércoles de 18 a 19 h. en los locales de Ciudad de Laval, 30.

Corpus Christi

Se trata de una fiesta que celebra la Iglesia católica cuyo origen se remonta al año 1208, cuando la religiosa Juliana de Cornillon propuso celebrar una fiesta en honor al Cuerpo y Sangre de Cristo. En el año 1264, el Papa Urbano IV instituyó esta fiesta con la bula  Transiturus Corpus Christi. El Corpus Christi busca ensalzar el sacramento de la Eucaristía. Si el Jueves Santo recordamos su institución, ahora ensalzamos y alabamos tan grande regalo.


5 de Junio: San Bonifacio

Winfrido (su nombre de bautizo) nació en el año 680 en Wessex - Inglaterra. Se trasladó muy joven a la abadía de Nursling. A la edad de 30 años recibió las órdenes sacerdotales y se dedicó al estudio de la Biblia. En el año 718 el Papa San Gregorio II otorgó a Winfrido un mandato directo para llevar la Palabra de Dios a los herejes en general. Éste lo escuchó complacido y le dijo: "Soldado de Cristo, te llamarás Bonifacio". Este nombre significa "bienhechor". 

El Santo partió inmediatamente con destino a Alemania, cruzó los Alpes, atravesó Baviera y llegó al Hesse. Fue consagrado obispo regional con jurisdicción general sobre Alemania. En el año 731, el Papa Gregorio III, mandó a San Bonifacio el nombramiento de metropolitano para toda Alemania. San Bonifacio y su discípulo San Sturmi fundaron en el año de 741 la abadía de Fulda, que con el tiempo se convirtió en el Monte Cassino de Alemania. El 5 de Junio del año 754, cuando el Santo se disponía a realizar una confirmación en masa, apareció una horda de paganos hostiles que atacó al grupo."Dios salvará nuestras almas" se escuchó gritar a Bonifacio y alzó el evangelio a modo de protección. La espada partió el libro y la espada del Santo. El cuerpo del Santo fue trasladado al monasterio de Fulda, donde aún reposa.

 

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