Celebramos hoy el tercer domingo de Adviento, que se llama domingo "Gaudete", porque la venida del Señor es una invitación a la alegría. “Vigilad”, “estad en vela”, “el Señor viene”, “desead su venida”, “salid animosos al encuentro del Señor que viene”, “convertíos”, “dad el fruto que pide la conversión”, son invitaciones de este tiempo de Adviento. Si el Señor viene y nosotros debemos salir a su encuentro, necesitamos alguien que nos indique donde está, que nos lo señale con el dedo. Éste es Juan el Bautista, aquel que señaló con su índice: “Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. Aquel que no retuvo a sus discípulos para sí mismo, sino que los encaminó hacia el Mesías. Véase, por ejemplo, el caso de Juan y Andrés. Es la misma tarea que tiene hoy la Iglesia y cada cristiano.
Pero en el evangelio encontramos a Juan desconcertado. Está en la cárcel por haber predicado que la verdadera libertad es discípula de la verdad, frente al relativismo y hedonismo reinante. “Juan decía a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano.» (Mc 6,18). Y Herodes “le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano Filipo, con quien Herodes se había casado.” (Mc 6,17). “Herodías le aborrecía y quería matarle.” (Mc 6,19). “Entre verdad y libertad hay una relación estrecha y necesaria. No se puede vivir una sin otra”, nos dijo el Papa Benedicto en su visita a Santiago de Compostela.
Juan esperaba que la venida del Mesías al que señaló con el dedo trajera el fin del mundo. Pero pasa el tiempo y no ocurre nada. Y en la cárcel le hablan de “las obras del Mesías”. Desconcertado, envía a Jesús a sus discípulos con esta pregunta: “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”. Es esta una pregunta fundamental que se hace todo hombre, y nuestro entorno trata de silenciar.
Jesús contestará a Juan: “Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. ¡Y dichoso el que no se escandalice de mí!”
Juan fue un dedo que señala al Mesías que viene. Ahora son las obras de Jesús el dedo que señala que es Él. “Mis palabras son mis obras”, dirá San Agustín. Y Juan, modelo de alegría y esperanza, que no es un envidioso, se alegra de las obras de Jesús en la cárcel. (cf. Jn 3,29-30).
Jesús, vuestro párroco
Lectura del santo evangelio según san Mateo 11, 2‑11
En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, le mandó a preguntar por medio de sus discípulos: ‑ “¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?”
Jesús les respondió: “Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven, y los inválidos andan; los leprosos quedan limpios, y los sordos oyen; los muertos resucitan, y a los pobres se les anuncia el Evangelio. ¡Y dichoso el que no se escandalice de mí!”
Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan:
“¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué fuisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta? Sí, os digo, y más que profeta; él es de quien está escrito: "Yo envío mi mensajero delante de ti, para que prepare el camino ante ti."
Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan, el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él.»
Palabra del Señor.
La espera del Mesías y de su Espíritu
711 "He aquí que yo lo renuevo"(Is 43, 19): dos líneas proféticas se van a perfilar, una se refiere a la espera del Mesías, la otra al anuncio de un Espíritu nuevo, y las dos convergen en el pequeño Resto, el pueblo de los Pobres (cf. So 2, 3), que aguardan en la esperanza la "consolación de Israel" y "la redención de Jerusalén" (cf. Lc 2, 25. 38).
Ya se ha dicho cómo Jesús cumple las profecías que a él se refieren. A continuación se describen aquellas en que aparece sobre todo la relación del Mesías y de su Espíritu.
712 Los rasgos del rostro del Mesías esperado comienzan a aparecer en el Libro del Emmanuel (cf. Is 6, 12) ("cuando Isaías tuvo la visión de la Gloria" de Cristo: Jn 12, 41), en particular en Is 11, 1-2:
Saldrá un vástago del tronco de Jesé, y un retoño de sus raíces brotará. Reposará sobre él el Espíritu del Señor: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de ciencia y temor del Señor.
713 Los rasgos del Mesías se revelan sobre todo en los Cantos del Siervo (cf. Is 42, 1-9; cf. Mt 12, 18-21; Jn 1, 32-34; después Is 49, 1-6; cf. Mt 3, 17; Lc 2, 32, y en fin Is 50, 4-10 y 52, 13-53, 12). Estos cantos anuncian el sentido de la Pasión de Jesús, e indican así cómo enviará el Espíritu Santo para vivificar a la multitud: no desde fuera, sino desposándose con nuestra "condición de esclavos" (Flp 2, 7). Tomando sobre sí nuestra muerte, puede comunicarnos su propio Espíritu de vida.
714 Por eso Cristo inaugura el anuncio de la Buena Nueva haciendo suyo este pasaje de Isaías (Lc 4, 18-19; cf. Is 61, 1-2):
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido. Me ha enviado a anunciar a los pobres la Buena Nueva, a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor.
716 El Pueblo de los "pobres" (cf. So 2, 3; Sal 22, 27; 34, 3; Is 49, 13; 61, 1; etc.), los humildes y los mansos, totalmente entregados a los designios misteriosos de Dios, los que esperan la justicia, no de los hombres sino del Mesías, todo esto es, finalmente, la gran obra de la Misión escondida del Espíritu Santo durante el tiempo de las Promesas para preparar la venida de Cristo. Esta es la calidad de corazón del Pueblo, purificado e iluminado por el Espíritu, que se expresa en los Salmos. En estos pobres, el Espíritu prepara para el Señor "un pueblo bien dispuesto" (cf. Lc 1, 17).
Señor, danos hambre y sed de tu Palabra que alimenta nuestras vidas, da pan a los hambrientos y de beber a los sedientos, llena de alegría a los tristes, y da fortaleza a los débiles o cobardes. Que florezcan flores nuevas cada semana en nuestra familia: flores de fortaleza, de valentía; de ver tu amor, y escuchar tu palabra; de saltar de alegría con los que están alegres, y acompañar siempre a los débiles y tristes. Que seamos una familia que cante tus maravillas, proclame tus alabanzas. Que nuestra familia refleje tu belleza, Señor, y nuestras relaciones no sean como el desierto. Tú, Señor, el autor de la belleza, haz que nos podamos contemplar la cara unos a otros y vernos hermosos. Haz de nuestra casa un paraíso que en el centro estés Tú, Señor.
“¿Qué dijo Cristo de Juan? Acabamos de oírlo: Comenzó a decir a las turbas acerca de Juan: ¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una caña movida por el viento? No por cierto; Juan no giraba según cualquier viento de doctrina. Pero ¿qué salisteis a ver? ¿Un hombre vestido de holandas? No; Juan lleva un vestido áspero; tenía un vestido de pelos de camello, no de plumas. Pero ¿qué salisteis a ver? ¿Un profeta? Eso es, y más que un profeta (Mt 11,7-9). ¿Por qué más que un profeta? Porque los profetas anunciaron al Señor, a quien deseaban ver y no vieron, y a éste se le concedió lo que ellos codiciaron. Juan vio al Señor. Tendió el índice hacia él y dijo: He ahí el Cordero de Dios, he aquí quien quita los pecados del mundo (Jn 1,29). Helo ahí. Ya había venido y no lo reconocían; por eso se engañaban con el mismo Juan. Y ahí está aquel a quien deseaban ver los patriarcas, a quien anunciaron los profetas, a quien anticipó la ley. He ahí el cordero de Dios, he ahí quien quita los pecados del mundo. (…)
Hemos oído el testimonio de Cristo sobre Juan y el de Juan sobre Cristo. ¿Qué significa entonces el que Juan encarcelado y ya próximo a la muerte enviase sus discípulos a Jesús con esta orden?: Id y preguntadle: ¿Eres tú el que ha de venir o esperamos a otro? (Mt 11,3). ¿A eso se reduce toda la alabanza? ¿Qué dices, Juan? ¿A quién hablas? ¿Qué hablas? Hablas al juez y hablas como pregonero. Tú extendiste el dedo, tú lo mostraste, tú dijiste: He ahí el Cordero de Dios; he ahí quien quita los pecados del mundo (Jn 1,29). Tú dijiste: Todos nosotros recibimos de su plenitud (Jn 1,16). Tú dijiste: No soy digno de desatar la correa de su calzado (Jn 1,27). ¿Y ahora preguntas: Eres tú el que vienes o esperamos a otro? (Mt 11,3). ¿No es el mismo? ¿Y tú quién eres? ¿No eres tú su precursor? ¿No eres tú aquel de quien se profetizó: He ahí que envío mi ángel ante tu faz, y preparará tu camino? (ib., 10). ¿Cómo preparas el camino si te desvías? Llegaron, pues, los discípulos de Juan y el Señor les respondió: Id y decid a Juan: los ciegos ven, los sordos oyen, los cojos andan, los leprosos curan, los muertos resucitan, los pobres son evangelizados (ib., 5-6) ¿Y preguntas si soy yo? Mis palabras, dice, son mis obras. Id y contestad.” (San Agustín. Sermón 66,2-5)
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A nosotros, cristianos que recorremos este Adviento con el deseo de no repetir cansinamente el de años anteriores, se nos dirige también una invitación a la alegría. Cada uno tendrá que reconocer cuáles son sus desiertos, sus yermos, sus páramos y estepas; cada uno tendrá que poner nombre a la ceguera, la sordera, la cojera o la mudez de las que nos habla este Domingo la Palabra de Dios. Pero es ciertamente en toda esa situación donde hemos de esperar a quien viene para rescatarnos de la muerte, de la tristeza, del fatalismo. (Mons. Jesús Sanz Montes, ofm).
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Decía Juan Pablo II en una homilía: “En este mundo, en el que tanto se ha hecho y se hace siempre para cercar a Cristo con la conjura del silencio, para negar su existencia y misión, o para disminuirlas y deformarlas, retorna siempre de nuevo la pregunta en torno a Cristo. Retorna también cuando puede parecer que ya se ha extirpado esencialmente. (…) Esta pregunta en torno a Cristo es la pregunta de Adviento, y es necesario que nosotros la hagamos dentro de nuestra comunidad cristiana. Hela aquí: ¿Quién es para mí Jesucristo?”
“Para facilitar la difusión del aborto, se han invertido y se siguen invirtiendo ingentes sumas destinadas a la obtención de productos farmacéuticos, que hacen posible la muerte del feto en el seno materno, sin necesidad de recurrir a la ayuda del médico. La misma investigación científica sobre este punto parece preocupada casi exclusivamente por obtener productos cada vez más simples y eficaces contra la vida y, al mismo tiempo, capaces de sustraer el aborto a toda forma de control y responsabilidad social.” (Juan Pablo II. Evangelium Vitae nº 13)
“La imagen y semejanza divina, constituye la verdad más profunda de su ser, y que es origen de la genuina libertad.
Entre verdad y libertad hay una relación estrecha y necesaria. La búsqueda honesta de la verdad, la aspiración a ella, es la condición para una auténtica libertad. No se puede vivir una sin otra. La Iglesia, que desea servir con todas sus fuerzas a la persona humana y su dignidad, está al servicio de ambas, de la verdad y de la libertad. No puede renunciar a ellas, porque está en juego el ser humano, porque le mueve el amor al hombre, «que es la única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma» (Gaudium et spes, 24), y porque sin esa aspiración a la verdad, a la justicia y a la libertad, el hombre se perdería a sí mismo.” (BENEDICTO XVI. Catedral de Santiago de Compostela. 6-11-2010).
Avisos diocesanos y arciprestales:
1. El sábado 18 de diciembre a las 11.00 h. en la S.I. Catedral de Valencia habrá ordenación de presbíteros. Os invitamos a rezar por ellos.
Reuniones parroquiales y actos para el tiempo de adviento:
1. Oración de la mañana de lunes a viernes: a las 6.30 h. y a las 9.30 h. con exposición del Santísimo.
2. Retiros parroquiales de Adviento:
- el sábado 11 de diciembre de 11 a 12.30 h., o bien
- el domingo 12 de diciembre de 18 a 19.30 h.
3. Equipo de Pastoral de la Salud: lunes 13 de diciembre a las 10.00 h.
4. Celebración misionera de la siembra de estrellas: el sábado 18 de diciembre a las 11.00 h. de la mañana. Para todos los niños de la catequesis.
5. Oración de Adviento de catequistas: 22 de diciembre a las 17.00 h.
6. Celebración Penitencial Comunitaria: martes 21 de diciembre a las 20.30 h.
Actos de la Semana de la Familia:
- Lunes 13 de diciembre a las 20.30 h.: “El misterio de la paternidad de Dios y la oración familiar”. Charla a cargo del Rvdo. D. Juan de Dios Larru Ramos de la congregación religiosa de Discípulos de los Corazones de Jesús y María, vicedecano del Instituto Pontificio Juan Pablo II, ingeniero industrial y doctor en Teología.
- Jueves 16 de diciembre a las 20.30 h.: "La adolescencia y el papel de los padres", charla a cargo de Joaquín García Vilar, jefe de estudios durante 8 años del Colegio de la Escuela Pía de la Malvarrosa (Valencia)
- Viernes 17 de diciembre a las 20.30 h.: “La educación sexual en la escuela”, Charla a cargo de D. Jorge Sánchez-Tarazaga, Presidente de VAEL y D. Federico Mulet, Presidente de la Asociación Católica de Maestros.
- Domingo 19 de diciembre a las 17.30 h.: Festival de Villancicos. Los grupos o participantes pónganse en contacto con D. Arturo y Ester.
Donativos recibidos para los nuevos locales en la calle Ciudad de Laval: Ingresados hasta el 3-12-2010: 37.350,79 €. + 474,87 €
Ingresados hasta el 10-12-2010:
37.825,66 €.
Lunes 13. Santa Lucía. 19.30 h.: En sufragio de: las benditas almas del purgatorio.
Martes 14. San Juan de la Cruz. 19.30 h.: En sufragio de: Bernard Rochefor.
Miércoles 15. 19.30 h.: En sufragio de: Remedios Castillo Frasquet.
Jueves 16. 19.30 h.: En sufragio de: José Mª Tomás Planta.
Viernes 17. 19.30 h.: En sufragio de: Mª Carmen Calvet.
Sábado 18. IV de Adviento. 18.00 h.: Con niños. Sin intención. 19.30 h.: Sin intención. 21.00 h.: En sufragio de: Francisco Salgado.
Domingo 19. IV de Adviento. 12.00 h. Pro Pópulo.
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