19 de septiembre de 2024

Domingo 22 de Septiembre de 2024. DOMINGO XXV TO-B

  DOMINGO 25º DEL TIEMPO ORDINARIO (T.O.). CICLO B

 Cuenta San Agustín que amar y ser amado era lo que más deseaba en este mundo. Y como nosotros no somos muy diferentes de él, creo que podríamos decir lo mismo... Que sentirnos queridos es una de nuestras mayores necesidades.

Por conseguir ese cariño somos capaces de hacer lo que sea... ¿Quién no ha visto a algún niño pequeño hacer una cosa graciosa que provocaba la risa de los adultos y, que, viendo el “éxito” que tenía volvía a repetir, si cabe de forma más exagerada, la misma cosa que provocó las risas?... Es nuestra necesidad de cariño la que está debajo de todo esto.

En el Evangelio de hoy, Jesús nos invita a encontrar ese equilibrio personal, a veces tan dificil de conseguir, en donde la necesidad de ser amados conviva con la necesidad de amar, como bien decía San Agustín.

Jesús recuerda hoy en el evangelio, que quiere que seamos grandes... Pero nos recuerda que lo que hace de nosotros personas grandes no son las cosas que están a nuestro alrededor, sino lo que está dentro de nosotros; lo que nos hace personas grandes es la capacidad para estar disponibles para aquellos que nos necesitan; es la capacidad para acoger con una sonrisa.... En definitiva, lo que nos hace grandes es vivir la vida en actitud de servicio.

Ante nosotros se nos abren dos caminos, dos formas de enfocar la vida... Y tal vez seria bueno pensar ahora de forma breve por donde camina mi vida, y por donde quiero que camine.

+ Lectura del santo evangelio según san Marcos 9, 30-37

             Al salir de allí atravesaron la Galilea; Jesús no quería que nadie lo supiera, porque enseñaba y les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán y tres días después de su muerte, resucitará.» Pero los discípulos no comprendían esto y temían hacerle preguntas.

              Llegaron a Cafarnaún y, una vez que estuvieron en la casa, les preguntó: «¿De qué hablaban en el camino?» Ellos callaban, porque habían estado discutiendo sobre quién era el más grande.
              Entonces, sentándose, llamó a los Doce y les dijo: «El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos.»
Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo: «El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe, no es a mí al que recibe, sino a aquel que me ha enviado.»

CURSO DE LITURGIA

CAPITULO 20

FUNCIONES DEL ACOLITO (1)

           Antes de ponerse en marcha la procesión de entrada hacia el altar para comenzar la Eucaristía el turiferario ofrece al presidente el incensario para que ponga el incienso.

           Acto seguido comienza la procesión de entrada por este orden: turiferario, cruz alzada con dos portadores de ciriales a ambos lados, siguen los demás ministros y el diácono (si lo hay), que porta el Evangeliario en alto. Si no hay diácono puede portarlo un acólito o un lector instituido, siguen los concelebrantes siempre de dos en dos y el presidente sólo. Cierra la procesión el maestro de ceremonias y los ministros del libro, mitra y báculo (si preside el obispo). Los concelebrantes y ministros, cuando van caminando en procesión o están de pie deben tener ante el pecho las palmas extendidas y juntas, el pulgar de la mano derecha sobre el pulgar de la izquierda formando una cruz.

Al llegar al altar el turiferario se coloca a la izquierda y entrega al presidente el incensario para la incensación del altar, la Cruz y la imagen solemnemente expuesta. Los ciriales se colocan en un sitio dispuesto para ello. Como norma general se debe considerar que los acólitos que lleven algo en las manos no hacen reverencia ni genuflexión al llegar al altar. El Evangeliario se coloca sobre el altar, cerrado. Cuando los acólitos están en el presbiterio han de cuidar de no tener sus asientos en el mismo rango que los diáconos y los presbíteros, no siendo correcto que se coloquen directamente al lado del celebrante salvo que estén sirviendo el libro. Permanecen en su sitio hasta el Evangelio, al que sólo acude en procesión el turiferario, que ofrecerá el incensario al diácono o concelebrante tras las palabras “Lectura del santo Evangelio según...” para que inciense al Evangeliario y también se colocan a ambos lados del ambón con los ciriales en alto permaneciendo así hasta el final del mismo.

Siempre el acólito debe esperar a que el Presidente bendiga el incienso recién añadido antes de retirarse. Mientras se proclaman las lecturas todos deben mirar hacia el ambón, nunca al pueblo. El turiferario puede presentar el incensario al Presidente para que añada incienso mientras se entona el Aleluya. Nunca debe el acólito hacer esperar a los celebrantes y siempre es preferible que esté esperando el acólito a que haga esperar a los celebrantes. Terminado de proclamar el Evangelio todos vuelven a su lugar dejando al sacerdote solo para la homilía. La manera más correcta de tener las manos durante los momentos en que se está sentado es colocadas sobre las rodillas, tanto los acólitos como los ministros incluido el obispo salvo que lleve el báculo.

En la preparación del altar uno de los acólitos lleva el cáliz y la patena con las formas y los corporales que extiende sobre el altar. Otro lleva las vinajeras presentando primero la del vino con la mano derecha y retirándola con la izquierda procurando ofrecer el asa al sacerdote. Igual hace con la del agua. Estas tareas también las pueden hacer otras personas que expresamente queden encargadas de ayudar a preparar la mesa.

En el Ofertorio para la incensación de las ofrendas se procede como antes dijimos en lo referente a añadir incienso. En este momento de la Misa se inciensa por parte del Presidente las ofrendas, al altar, la Cruz y finalmente el acólito inciensa al Presidente y al pueblo. Se debe hacer inclinación profunda de cabeza antes y después de incensar, ya sea a las personas o las imágenes.

SIETE PAUTAS PARA SEGUIR A CRISTO HOY

2 – Equilibra tu interioridad con una preocupación por lo que pasa fuera 

           Entramos en este milenio a la carrera. Somos una civilización pragmática  cargada de prisas y hostilidad. Reducir la velocidad, entrar en el silencio, vivir en la profundidad de nuestra alma es algo bastante extraño para la mayoría de la gente.

           Nuestros sentidos de la dignidad y el valor están basados en logros: diplomas, dinero, posición, prestigio, posesiones. El ocio, en su sentido de re-creación (crearse de nuevo) es raro. Incluso nuestros deportes y juegos alcanzan un nivel de competición tan alto que se transforman en trabajo. 

Se necesita urgentemente silencio, un rico silencio interior que oye las cosas profundas de la vida, el misterio de Dios habitándonos. No es una disciplina narcisista. Todo lo contrario: de la relación personal y el dialogo con Dios, la gente es enviada a la misión de asistir a aquellos que padecen necesidad. Se nos dará una conciencia de un problema a la que muchos otros despertarán. Entonces este mundo frágil y cansado será devuelto al silencio para ser sanado y renovado.

"Estaba lamentándome del pasado
y temiendo el futuro.
De repente mi Señor estaba hablando:
MI NOMBRE ES 'YO SOY' ...
Cuando vives en el pasado con sus errores y pesares, es difícil,

Yo no estoy allí.
MI NOMBRE NO ES 'YO FUI' ...
Cuando vives en el futuro con sus problemas y temores, es difícil.

Yo no estoy allí.
MI NOMBRE NO ES 'YO SERÉ' ...
Cuando vives en este momento, no es difícil.
Yo estoy aquí.
MI NOMBRE ES 'YO SOY'"

(Poema de Hellen Mallicoat).

Horario de Misas

De lunes a sábado.. 19:30 h.

Domingos .............. 10:00—11:30 h

Rezo del Santo Rosario

De lunes a sábado .. 19:00 h.

Exposición del Santísimo

Jueves .................... 18:30—19:30 h.

Domingos .............. 10:30—11:30 h.

Confesiones

Media hora antes a cada Misa

Cuando alguien lo solicite

Despacho Parroquial

Martes, miércoles

y jueves ................ 18:00—19:00 h.

 Cáritas Parroquial 

Atención los miércoles de 18 a 19 h. en los locales de Ciudad de Laval, 30.

Presentación del Vicario Parroquial

El sábado día 21 de septiembre en la Eucaristía de las 19:30 iniciará su ministerio pastoral D. José Forner como vicario parroquial.

26 de septiembre: SANTOS COSME Y DAMIÁN, mártires

La atención a los enfermos fue el estímulo central de su vida que se desarrolla en el siglo III, en tiempos de las persecuciones contra los cristianos. Curan a los enfermos sin hacerse pagar. Su fama de hombres valerosos, de insignes benefactores, se difundió rápidamente en toda la región. La actividad de estos Santos no se redujo sólo a curar el cuerpo. En el ejercicio de su profesión tendían también al bien de las almas con el ejemplo y con la palabra. Logran convertir al cristianismo a muchos paganos. Es célebre el episodio de la curación de una mujer hemorroísa, llamada Palladia, quien por gratitud ofrece tres huevos a estos hermanos. Después de su claro rechazo, implora a Damián que acepte ese pequeño don en nombre de Cristo. Damián, para no ofender a la mujer, acepta los huevos.
Su suplicio lo relata la Leyenda dorada, según la cual los dos hermanos primero son echados al fuego, del que salen ilesos. Después son condenados a la lapidación, pero las piedras vuelven hacia atrás. Sucesivamente, las flechas lanzadas por los arqueros hieren a los verdugos. En fin, son decapitados.
La Iglesia recuerda a los Santos Cosme y Damián el 26 de septiembre. Su culto se ha extendido en Italia desde Oriente, sobre todo en Roma y en la Región de Apulia.




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