19 de septiembre de 2024

Domingo 22 de Septiembre de 2024. DOMINGO XXV TO-B

  DOMINGO 25º DEL TIEMPO ORDINARIO (T.O.). CICLO B

 Cuenta San Agustín que amar y ser amado era lo que más deseaba en este mundo. Y como nosotros no somos muy diferentes de él, creo que podríamos decir lo mismo... Que sentirnos queridos es una de nuestras mayores necesidades.

Por conseguir ese cariño somos capaces de hacer lo que sea... ¿Quién no ha visto a algún niño pequeño hacer una cosa graciosa que provocaba la risa de los adultos y, que, viendo el “éxito” que tenía volvía a repetir, si cabe de forma más exagerada, la misma cosa que provocó las risas?... Es nuestra necesidad de cariño la que está debajo de todo esto.

En el Evangelio de hoy, Jesús nos invita a encontrar ese equilibrio personal, a veces tan dificil de conseguir, en donde la necesidad de ser amados conviva con la necesidad de amar, como bien decía San Agustín.

Jesús recuerda hoy en el evangelio, que quiere que seamos grandes... Pero nos recuerda que lo que hace de nosotros personas grandes no son las cosas que están a nuestro alrededor, sino lo que está dentro de nosotros; lo que nos hace personas grandes es la capacidad para estar disponibles para aquellos que nos necesitan; es la capacidad para acoger con una sonrisa.... En definitiva, lo que nos hace grandes es vivir la vida en actitud de servicio.

Ante nosotros se nos abren dos caminos, dos formas de enfocar la vida... Y tal vez seria bueno pensar ahora de forma breve por donde camina mi vida, y por donde quiero que camine.

+ Lectura del santo evangelio según san Marcos 9, 30-37

             Al salir de allí atravesaron la Galilea; Jesús no quería que nadie lo supiera, porque enseñaba y les decía: «El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo matarán y tres días después de su muerte, resucitará.» Pero los discípulos no comprendían esto y temían hacerle preguntas.

              Llegaron a Cafarnaún y, una vez que estuvieron en la casa, les preguntó: «¿De qué hablaban en el camino?» Ellos callaban, porque habían estado discutiendo sobre quién era el más grande.
              Entonces, sentándose, llamó a los Doce y les dijo: «El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos.»
Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo: «El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe, no es a mí al que recibe, sino a aquel que me ha enviado.»

CURSO DE LITURGIA

CAPITULO 20

FUNCIONES DEL ACOLITO (1)

           Antes de ponerse en marcha la procesión de entrada hacia el altar para comenzar la Eucaristía el turiferario ofrece al presidente el incensario para que ponga el incienso.

           Acto seguido comienza la procesión de entrada por este orden: turiferario, cruz alzada con dos portadores de ciriales a ambos lados, siguen los demás ministros y el diácono (si lo hay), que porta el Evangeliario en alto. Si no hay diácono puede portarlo un acólito o un lector instituido, siguen los concelebrantes siempre de dos en dos y el presidente sólo. Cierra la procesión el maestro de ceremonias y los ministros del libro, mitra y báculo (si preside el obispo). Los concelebrantes y ministros, cuando van caminando en procesión o están de pie deben tener ante el pecho las palmas extendidas y juntas, el pulgar de la mano derecha sobre el pulgar de la izquierda formando una cruz.

Al llegar al altar el turiferario se coloca a la izquierda y entrega al presidente el incensario para la incensación del altar, la Cruz y la imagen solemnemente expuesta. Los ciriales se colocan en un sitio dispuesto para ello. Como norma general se debe considerar que los acólitos que lleven algo en las manos no hacen reverencia ni genuflexión al llegar al altar. El Evangeliario se coloca sobre el altar, cerrado. Cuando los acólitos están en el presbiterio han de cuidar de no tener sus asientos en el mismo rango que los diáconos y los presbíteros, no siendo correcto que se coloquen directamente al lado del celebrante salvo que estén sirviendo el libro. Permanecen en su sitio hasta el Evangelio, al que sólo acude en procesión el turiferario, que ofrecerá el incensario al diácono o concelebrante tras las palabras “Lectura del santo Evangelio según...” para que inciense al Evangeliario y también se colocan a ambos lados del ambón con los ciriales en alto permaneciendo así hasta el final del mismo.

Siempre el acólito debe esperar a que el Presidente bendiga el incienso recién añadido antes de retirarse. Mientras se proclaman las lecturas todos deben mirar hacia el ambón, nunca al pueblo. El turiferario puede presentar el incensario al Presidente para que añada incienso mientras se entona el Aleluya. Nunca debe el acólito hacer esperar a los celebrantes y siempre es preferible que esté esperando el acólito a que haga esperar a los celebrantes. Terminado de proclamar el Evangelio todos vuelven a su lugar dejando al sacerdote solo para la homilía. La manera más correcta de tener las manos durante los momentos en que se está sentado es colocadas sobre las rodillas, tanto los acólitos como los ministros incluido el obispo salvo que lleve el báculo.

En la preparación del altar uno de los acólitos lleva el cáliz y la patena con las formas y los corporales que extiende sobre el altar. Otro lleva las vinajeras presentando primero la del vino con la mano derecha y retirándola con la izquierda procurando ofrecer el asa al sacerdote. Igual hace con la del agua. Estas tareas también las pueden hacer otras personas que expresamente queden encargadas de ayudar a preparar la mesa.

En el Ofertorio para la incensación de las ofrendas se procede como antes dijimos en lo referente a añadir incienso. En este momento de la Misa se inciensa por parte del Presidente las ofrendas, al altar, la Cruz y finalmente el acólito inciensa al Presidente y al pueblo. Se debe hacer inclinación profunda de cabeza antes y después de incensar, ya sea a las personas o las imágenes.

SIETE PAUTAS PARA SEGUIR A CRISTO HOY

2 – Equilibra tu interioridad con una preocupación por lo que pasa fuera 

           Entramos en este milenio a la carrera. Somos una civilización pragmática  cargada de prisas y hostilidad. Reducir la velocidad, entrar en el silencio, vivir en la profundidad de nuestra alma es algo bastante extraño para la mayoría de la gente.

           Nuestros sentidos de la dignidad y el valor están basados en logros: diplomas, dinero, posición, prestigio, posesiones. El ocio, en su sentido de re-creación (crearse de nuevo) es raro. Incluso nuestros deportes y juegos alcanzan un nivel de competición tan alto que se transforman en trabajo. 

Se necesita urgentemente silencio, un rico silencio interior que oye las cosas profundas de la vida, el misterio de Dios habitándonos. No es una disciplina narcisista. Todo lo contrario: de la relación personal y el dialogo con Dios, la gente es enviada a la misión de asistir a aquellos que padecen necesidad. Se nos dará una conciencia de un problema a la que muchos otros despertarán. Entonces este mundo frágil y cansado será devuelto al silencio para ser sanado y renovado.

"Estaba lamentándome del pasado
y temiendo el futuro.
De repente mi Señor estaba hablando:
MI NOMBRE ES 'YO SOY' ...
Cuando vives en el pasado con sus errores y pesares, es difícil,

Yo no estoy allí.
MI NOMBRE NO ES 'YO FUI' ...
Cuando vives en el futuro con sus problemas y temores, es difícil.

Yo no estoy allí.
MI NOMBRE NO ES 'YO SERÉ' ...
Cuando vives en este momento, no es difícil.
Yo estoy aquí.
MI NOMBRE ES 'YO SOY'"

(Poema de Hellen Mallicoat).

Horario de Misas

De lunes a sábado.. 19:30 h.

Domingos .............. 10:00—11:30 h

Rezo del Santo Rosario

De lunes a sábado .. 19:00 h.

Exposición del Santísimo

Jueves .................... 18:30—19:30 h.

Domingos .............. 10:30—11:30 h.

Confesiones

Media hora antes a cada Misa

Cuando alguien lo solicite

Despacho Parroquial

Martes, miércoles

y jueves ................ 18:00—19:00 h.

 Cáritas Parroquial 

Atención los miércoles de 18 a 19 h. en los locales de Ciudad de Laval, 30.

Presentación del Vicario Parroquial

El sábado día 21 de septiembre en la Eucaristía de las 19:30 iniciará su ministerio pastoral D. José Forner como vicario parroquial.

26 de septiembre: SANTOS COSME Y DAMIÁN, mártires

La atención a los enfermos fue el estímulo central de su vida que se desarrolla en el siglo III, en tiempos de las persecuciones contra los cristianos. Curan a los enfermos sin hacerse pagar. Su fama de hombres valerosos, de insignes benefactores, se difundió rápidamente en toda la región. La actividad de estos Santos no se redujo sólo a curar el cuerpo. En el ejercicio de su profesión tendían también al bien de las almas con el ejemplo y con la palabra. Logran convertir al cristianismo a muchos paganos. Es célebre el episodio de la curación de una mujer hemorroísa, llamada Palladia, quien por gratitud ofrece tres huevos a estos hermanos. Después de su claro rechazo, implora a Damián que acepte ese pequeño don en nombre de Cristo. Damián, para no ofender a la mujer, acepta los huevos.
Su suplicio lo relata la Leyenda dorada, según la cual los dos hermanos primero son echados al fuego, del que salen ilesos. Después son condenados a la lapidación, pero las piedras vuelven hacia atrás. Sucesivamente, las flechas lanzadas por los arqueros hieren a los verdugos. En fin, son decapitados.
La Iglesia recuerda a los Santos Cosme y Damián el 26 de septiembre. Su culto se ha extendido en Italia desde Oriente, sobre todo en Roma y en la Región de Apulia.




11 de septiembre de 2024

Domingo 15 de septiembre de 2024. DOMINGO XXIV TO-B

 DOMINGO 24º DEL TIEMPO ORDINARIO (T.O.). CICLO B

    En este pasaje Jesús quiere aclararles qué significa seguirlo. Para esto es clave la situación inicial que marca el Evangelio, “Por el camino les hizo esta pregunta”. La gente estaba siguiendo a Jesús, y Él quería estar seguro que supieran detrás de quién estaban caminando, a quién estaban siguiendo. El centro de este pasaje está en la aclaración que Jesús hace de la palabra Mesías. Mesías no significaba poder, violencia, y dominio. Todo lo contrario. Jesús habría de sufrir, morir para entonces poder vivir en plenitud, resucitar. ¡Esta era la Buena Nueva de su Reino!

Por esto Jesús les quiere aclarar: el que quiera seguirle, debe renunciar a esa sed de poder y de venganza, ha de dejar a un lado todos aquellos deseos de imponerse sobre el otro; el cristiano (seguidor de Cristo) ha de tomar su cruz, es decir, abrazar su realidad y caminar en la solidaridad, en la caridad y el perdón. ¿Qué nos promete Jesús al hacer esto? Definitivamente que no es la gloria del mundo, pero si la gloria de Dios. Al parecer no siempre entendemos nuestro papel como cristianos: No hemos de asumir las cruces de los demás para nosotros cargar con todas; quien quiera seguir al Señor, tome su cruz, la suya, la que la realidad le presenta y así estará siguiendo a Jesús.

+ Lectura del santo evangelio según san Marcos 8, 27-35

    En aquel tiempo, Jesús y sus discípulos se dirigieron a la población de Cesarea de Filipo. Por el camino les hizo esta pregunta: “¿Quién dice la gente que soy yo?” Ellos le contestaron: “Algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; y otros, que alguno de los profetas”. Entonces él les preguntó: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” Pedro le respondió: “Tú eres el Mesías”. Y él les ordenó que no se lo dijeran a nadie.

         Luego se puso a explicarles que era necesario que el Hijo del hombre padeciera mucho, que fuera rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, que fuera entregado a la muerte y resucitara al tercer día. Todo esto lo dijo con entera claridad. Entonces Pedro se lo llevó aparte y trataba de disuadirlo. Jesús se volvió, y mirando a sus discípulos, reprendió a Pedro con estas palabras: ¡Apártate de mí, Satanás! Porque tú no juzgas según Dios, sino según los hombres”.

  Después llamó a la multitud y a sus discípulos, y les dijo: “El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará”.

CURSO DE LITURGIA

CAPITULO 19

EL DIACONADO PERMANENTE

Desde el Vaticano II los ministerios ordenados son de tres grados: diaconado, presbiterado y episcopado. Como ministerios instituidos quedan el lectorado y el acolitado, como sustitución de las antes llamadas "órdenes menores". La mayor novedad estriba en la creación del diaconado permanente y su apertura a los varones casados.

        Para ser ordenado diácono se requiere ser varón, mayor de 25 años si se es soltero o mayor de 35 años si se está casado y el consentimiento de la esposa en este caso. Si al ser ordenado se está soltero le afecta el celibato de por vida, si está casado y enviuda no puede volver a casarse.

  Antes de ser ordenado diácono (orden que ya pertenece al clero) hay que ejercer los ministerios de lector y acólito y recibir la formación adecuada que en cada diócesis se imparte, además de ser considerado idóneo y digno para recibirlo. Los documentos exigidos los relaciona el CDC nº 1050. Hoy día el diaconado no tiene necesariamente que conducir al orden presbiteral, aunque todos los presbíteros serán antes ordenados de diáconos.

  En cada diócesis hay una delegación diocesana para los ministerios y el diaconado permanente, a cuyo cargo está un delegado. Dirigiéndose a los respectivos palacios episcopales dan la información adecuada.

  Diakonía significa servicio. El diácono es un colaborador del sacerdote y estará al lado del presbítero ayudándole en todo lo referente al misal y al cáliz. Le corresponde proclamar el Evangelio como cosa propia y la oración de los fieles, las moniciones dirigidas al pueblo y reparte la comunión. Si no hay otros ministros hace lo de los demás. Puede administrar el sacramento del bautismo y presidir la celebración del matrimonio y las exequias. También da la bendición con el Santísimo.

  Su vestidura propia es la dalmática y llevan la estola cruzada del hombro izquierdo a la cintura.

SIETE PAUTAS PARA SEGUIR A CRISTO HOY

San Agustín se refiere a Dios en sus “Confesiones” como la Belleza, siempre antigua, siempre nueva. Hay algunas cosas en la vida que reúnen al mismo tiempo las cualidades de novedoso y añejo:  El sol de la mañana, el amor humano, el misterio de la muerte, el nacimiento de un bebé. No hay nada nuevo en ellas, nada maravillosamente original; tampoco nada viejo, nada extrañamente antiguo.

           ¿Habrá una única espiritualidad para el nuevo milenio?  ¿Hubo una espiritualidad especial durante los últimos 1000 años? Sí y no.

  La espiritualidad implica una respuesta consciente por parte del ser humano a la acción de Dios en determinadas circunstancias. En pocas palabras espiritualidad es escuchar y responder, ser obediente y generoso, decir sí a un Dios que nos visita regularmente.

  Nuestra respuesta generosa a la llamada de Cristo para llevar a cabo obras de amor y misericordia, es ciertamente una buena manera de decir sí a Dios, cuyo Espíritu permanece vivo entre nosotros. Aquí tienes siete nuevas, y a la vez viejas, obras de amor y misericordia que nuestra vocación de discípulos puede exigir.

1 – Sé un administrador responsable.

  San Pablo nos dice que somos administradores de los misterios de Dios. Toda vida nos es dada para que la cuidemos. Toda la creación es parte de este jardín nuestro que debemos cultivar. Una espiritualidad madura es inclusiva y responsable. Dios no solo nos ha dado talentos sino que también nos ha agraciado con tiempo y tesoros. ¿Le hemos devuelto a Dios una porción de todo esto en aquellos que padecen necesidad? El materialismo y el consumismo son realidades generalizadas. A la codicia parece  irle muy bien en un mundo en el cual miles mueren diariamente de desnutrición mientras los deportistas reciben contratos multimillonarios. Hay valores sesgados que parecen primordiales cuando países con economías precarias derrochan billones de dólares en gasto militar. Algo no funciona.

La espiritualidad reta tanto a cada  persona como a una nación entera a ser totalmente responsables de cultivar y compartir sus numerosos talentos. Desde el punto de vista de la fe, nada nos pertenece. Todo pertenece a Dios y nosotros somos esencialmente depositarios de estos bienes. Una nueva espiritualidad llama a un cambio en nuestra identidad, para pasar de considerarnos propietarios a ser administradores. Esta conversión psíquica y  moral no es una transición fácil. Continuamos viviendo con la ilusión de creer que esto “es mío”. La muerte sin embargo, nos deja bien claro que dejamos este mundo tan desnudos como el día en que llegamos a él; nunca se ha visto un camión de mudanzas detrás de un coche fúnebre.  

A menos que tomemos conciencia de nuestra identidad de administradores, nuestro nuevo milenio se caracterizará por una distribución de la riqueza y la pobreza todavía menos equitativa que en el anterior. Y, por supuesto, semejante situación de desigualdad engendrará guerras. Una buena administración es cuestión de vida o muerte

Horario de Misas

De lunes a sábado.. 19:30 h.

Domingos .............. 10:00—11:30 h

Rezo del Santo Rosario

De lunes a sábado .. 19:00 h.

Exposición del Santísimo

Jueves .................... 18:30—19:30 h.

Domingos .............. 10:30—11:30 h.

Confesiones

Media hora antes a cada Misa

Cuando alguien lo solicite

Despacho Parroquial

Martes, miércoles

y jueves ................ 18:00—19:00 h.

 Cáritas Parroquial 

Atención los miércoles de 18 a 19 h. en los locales de Ciudad de Laval, 30.

Visita de las reliquias de San Francisco de Borja a la Parroquia.

El domingo día 15 a partir de las 17 h.

Tiempo de oración y veneración.

Santo Rosario a las 19 h.

Eucaristía solemne a las 19:30 h.

Presentación del Vicario Parroquial

El sábado día 21 de septiembre en la Eucaristía de las 19:30 iniciará su ministerio pastoral D. José Forner como vicario parroquial.

17 de septiembre: SAN ROBERTO BELARMINO, obispo y doctor.

San Roberto nació en Monteluciano, Toscana (Italia), en 1542. Su madre era hermana del Papa Marcelo II. Desde niño dio muestras de poseer una inteligencia superior a la de sus compañeros y una memoria prodigiosa. Fue recibido de jesuita en Roma en 1560, y detalles de los misterios de Dios: él entraba a esa comunidad para no ser elegido ni obispo ni cardenal (porque los reglamentos de los jesuitas les prohibían aceptar esos cargos) y fue el único obispo y cardenal de los Jesuitas en ese tiempo. Ya de joven seminarista y profesor, y luego como sacerdote, Roberto Belarmino atraía multitudes con sus conferencias. Después de haber sido profesor de la Universidad de Lovaina y en varias ciudades más, fue llamado a Roma, para enseñar allá y para ser rector del colegio mayor que los Padres Jesuitas tenían en esa capital. Y el Sumo Pontífice le pidió que escribiera un pequeño catecismo, para hacerlo aprender a la gente sencilla.
El Santo Padre, el Papa, lo nombró obispo y cardenal y puso como razón para ello lo siguiente: "Este es el sacerdote más sabio de la actualidad". Belarmino se negaba a aceptar diciendo que los reglamentos de la Compañía de Jesús prohíben aceptar títulos en la Iglesia. El Papa le respondió que él tenía poder para dispensarlo de ese reglamento, y al fin le mandó aceptar el cardenalato. En los últimos años pedía permiso al Sumo Pontífice y se iba a pasar semanas al noviciado de los Jesuitas, y allá se dedicaba a rezar y a obedecer como un sencillo novicio. Murió el 17 de septiembre de 1621.

6 de septiembre de 2024

Domingo 8 de Setiembre de 2024. DOMINGO XXII TO-B

 DOMINGO 23º DEL TIEMPO ORDINARIO (T.O.). CICLO B

    Las primeras palabras del evangelio nos hablan de que Jesús pasaba por la Decápolis, área no judía. Este contexto pagano nos permite ver cómo Jesús utilizó los mismos signos que los curanderos utilizaban, pero les dio un sentido completamente distinto. Ese signo de permitirle oír y hablar, es un claro anuncio a los paganos (destinatarios del Evangelio de Marcos) que escuchaban el Evangelio, de que para ellos también se proclamaba el Evangelio, tanto para que lo escuchasen, como para que lo fueran a anunciar. Resalta en este Evangelio la preocupación de Jesús por el hombre, porque el ser humano viva y viva en plenitud. Jesús sabe hacer a un lado los “prejuicios” rituales y se acerca a los paganos para llevarles a ellos también la salvación. Hoy parecería que nosotros hemos hecho exactamente lo contrario al buscar en nuestras estructuras externas una “justificación” de nuestra falta de unidad. Hoy vivimos los cristianos, en una inmensa mayoría, como sordomudos; parecería que llevamos nuestros oídos bloqueados a la Palabra de Dios, o sólo la dejamos entrar hasta donde no nos incomode. Oímos que Jesús sirvió a los más desvalidos, vivió por ellos y vivió con ellos;  y en cambio preferimos no escuchar esa parte y buscamos una religión muy personal donde sólo “cabemos” Dios y yo. Oímos que Dios nos habla de perdonar y ser solidarios, pero eso preferimos hacerlo a un lado y sólo escuchar que Dios nos perdona y vive junto a nosotros. Esta semana, quitémonos esos tapones de los oídos que no nos permiten escuchar al necesitado, ni servir a quien nos necesita. Mantengamos esta oración toda la semana: “Señor, que no seamos sordos a tu voz”.

+ Lectura del santo evangelio según san Marcos 7, 31-37

      En aquel tiempo, salió Jesús de la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al mar de Galilea, atravesando la región de Decápolis. Le llevaron entonces a un hombre sordo y tartamudo, y le suplicaban que le impusiera las manos. Él lo apartó a un lado de la gente, le metió los dedos en los oídos y le tocó la lengua con saliva. Después, mirando al cielo, suspiró y le dijo: “¡Effetá!” (que quiere decir “¡Ábrete!”). Al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y empezó a hablar sin dificultad.

      Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero cuanto más se lo mandaba, ellos con más insistencia lo proclamaban; y todos estaban asombrados y decían: “¡Qué bien lo hace todo! Hace oír a los sordos y hablar a los mudos”.

CURSO DE LITURGIA

CAPITULO 18

LAS VESTIDURAS SAGRADAS

Vestiduras del obispo:

MITRA: Gorro que usan los obispos y abades desde el siglo X. Está formado por dos trozos de tela acartonada cosidos o pegados por los costados, y abierto en la parte superior con doble pico. Símbolo del poder y servicio espiritual.

ÍNFULAS: Cintas que cuelgan detrás de la mitra. Significan que el ministro debe poseer la ciencia del Antiguo y del Nuevo Testamento.

ANILLO: Del latín “anellus”, anillo. Insignia propia de los obispos. Simboliza su desposorio con la Iglesia local o diócesis. También pueden usarlo algunos abades y abadesas. El anillo que se impone al obispo significa que contrae sagradas nupcias con la Iglesia. El anillo recuerda también la necesidad de ser sólido “eslabón” en la cadena de la sucesión que le une a los Apóstoles.

BÁCULO: Del latín “baculum”, bastón. Insignia litúrgica propia del obispo como pastor de la comunidad; lo recibe el día de su ordenación y lo usa cuando preside una celebración en su diócesis. Simboliza que es buen pastor de las ovejas, que apacienta, instruye, guarda y las defiende, como Cristo, el Buen Pastor.

SOLIDEO: Del latín “solus”, solo, y “Deo”, a Dios. Gorro de tela en forma de casquillo que usan los obispos, cubre la coronilla y se descubre ante el Santísimo, en la Consagración y en la Adoración de la Cruz del Viernes Santo. Si son obispos, el color del solideo es violeta; si son cardenales, es rojo, y el Papa lo usa de color blanco. Simboliza la protección de Dios y la dedicación a Dios.

PECTORAL: Del latín “pectus”, pecho. Es cruz de metal, madera, marfil que llevan los obispos sobre el pecho, como insignia de su cargo y dignidad. En la celebración de la Misa pueden llevarla sobre la casulla. El día de la ordenación episcopal toman y aceptan sobre sus espaldas, de un modo más comprometido, la cruz de Cristo, que no faltará en su ministerio episcopal.

Vestiduras del papa:

TIARA: Especie de mitra circular con triple corona que, desde el siglo XII hasta el Papa Pablo VI, usaban los obispos de Roma como insignia propia. Representaba el triple poder del Papa como obispo de Roma, supremo pastor de la Iglesia y jefe de los Estados Pontificios.

Otras vestiduras sagradas son:

CAPA PLUVIAL: Capa de honor que se usa en las procesiones, la bendición eucarística y otras funciones.

HUMERAL: O paño de hombros, especie de rebozo que se pone en la espalda para portar el Santísimo sin tocarlo con la mano.

PALIO EPISCOPAL: Especie de estola de color blanca salpicada de cruces usado por los Arzobispos a modo de escapulario.

  En definitiva, las vestiduras sagradas tienen una función pedagógica: distinguen a las diversas categorías de ministros identificándolos.

TRES ETAPAS EN LA VIDA CONTEMPLATIVA

3ª ETAPA:

La tercera conversión es semejante a la de los Apóstoles cuando, después de la Ascensión, se vieron privados totalmente de la presencia del Señor en la tierra.

Todavía quedan en el alma impurezas que le impiden la total unión con Dios, que es la característica de esta tercera etapa. Por ello debe pasar por la más difícil de las purificaciones.

San Pedro nos dice es "preciso que todavía seáis afligidos con diversas pruebas, a fin de que la calidad de vuestra fe, más preciosa que el oro perecedero, que es probado al fuego, se convierta en motivo de alabanza, de gloria y de honor en la Revelación de Jesucristo" (1ª Pe.1, 6-8).

San Juan de la Cruz describe la Noche Oscura por la que el alma tiene que pasar para entrar en esta tercera etapa de unión con Dios como "la fuerte lejía de la purgación de esta noche del espíritu, sin la cual no podrá venir a la pureza de la unión divina". Esta tercera conversión o Noche Oscura del Alma -como la llama San Juan de la Cruz- no se trata de una aridez o sequedad, como en la segunda conversión, sino que es una verdadera desolación de orden espiritual: mientras el alma anhela a Dios, se siente abandonada de Él.

Debe entonces el alma caminar a oscuras en pura fe. Tal como aconteció a los Apóstoles el día de la Ascensión del Señor. Hasta ese momento su intimidad con El iba siempre en aumento, pero ese día Jesús subió al Cielo, de modo que ya no le verían más en la tierra; les dejó privados de su presencia y de sus palabras que les daban vida. Y debieron sentirse muy solos y aislados, pensando en las dificultades de la misión que les había encomendado: la conversión de un mundo impío, sumergido en los errores del paganismo, y en las persecuciones y sufrimientos que les esperaban.
Debieron recordar entonces las palabras de Jesús: "Conviene que yo me vaya, porque si no me voy, el Divino Consolador no vendrá a vosotros; mas si yo me voy, os lo enviaré"  (Jn.16, 7). Es decir, convenía que les privara de Su presencia sensible, pues estaban aficionados a la humanidad de Cristo y no podían elevarse al amor espiritual de Su Divinidad: no estaban aún preparados para recibir al Espíritu Santo.

Al considerar esta privación de la presencia terrena de Cristo que precedió a la profunda transformación que los Apóstoles sufrieron en Pentecostés, podemos ver en qué consiste esta Noche Oscura y cuál es su finalidad: queda el alma envuelta en una verdadera noche espiritual al verse privada de las luces que hasta ahora la iluminaban, para luego experimentar una efusión especial de unión con Dios.

Sin embargo, explica San Juan de la Cruz, que esta oscuridad no es realmente tal, sino más bien luz excesiva que encandila al alma. "La Divina Sabiduría nos parece oscura por estar muy sobre la natural capacidad de nuestra inteligencia y, cuanto más nos embiste, más oscura nos parece".

En esta prueba, como en otras, debemos creer muy firmemente en lo que el Señor nos ha dicho acerca de la eficacia purificadora del sufrimiento y de la cruz, y esperar contra todas las apariencias, orando continuamente.

Horario de Misas

De lunes a sábado.. 19:30 h.

Domingos .............. 10:00—11:30 h

Rezo del Santo Rosario

De lunes a sábado .. 19:00 h.

Exposición del Santísimo

Jueves .................... 18:30—19:30 h.

Domingos .............. 10:30—11:30 h.

Confesiones

Media hora antes a cada Misa

Cuando alguien lo solicite

Despacho Parroquial

Martes, miércoles

y jueves ................ 18:00—19:00 h.

 Cáritas Parroquial 

Atención los miércoles de 18 a 19 h. en los locales de Ciudad de Laval, 30.


13 de septiembre: SAN JUAN CRISÓSTOMO, obispo

San Juan Crisóstomo nació en Antioquía en el año 347, y se bautizó a los 23 años. Después de haber vivido como eremita fue ordenado sacerdote, y empezó a hacerse conocido por sus sermones. Animado por la buena reputación de Juan, Arcadio -emperador romano de Oriente- solicitó a Teófilo, Patriarca de Alejandría, que lo nombrara obispo de Constantinopla. Como pastor se dedicó a enseñar la recta doctrina, con el celo y cuidado debidos, al tiempo que criticó duramente las formas judaizantes del cristianismo, así como los lujos e indiferencia de los emperadores frente a los pobres. Se deshizo de bienes superfluos.
La firme actitud de Crisóstomo y su celo pastoral le causaron roces e incomprensiones. Es verdad que se hizo de enemigos poderosos -entre los que estuvo Eudoxia, esposa del emperador Arcadio-, pero fundamentalmente del cariño y el respeto del pueblo cristiano. Vivió sus últimos días en el destierro y murió el 14 de septiembre de 407. Quienes lo acompañaron en su agonía testificaron sus últimas palabras: “Sea dada gloria a Dios por todo”. El apelativo “crisóstomo” empezó a usarse para hablar de Juan de Antioquía -nombre con el que se le llamaba al santo- aproximadamente un siglo después de su muerte, como un reconocimiento a su elocuencia, a la belleza y profundidad de su predicación, y a la potencia retórica de sus escritos. “Crisóstomo” puede traducirse como “boca de oro” (yuxtaposición de dos términos griegos: chrysós, 'oro', y stoma, 'boca').