30 de agosto de 2024

Domingo 1 de eptiembre de 2024. DOMINGO XXII TO - B

 DOMINGO 22º DEL TIEMPO ORDINARIO (T.O.). CICLO B

Jesús pone en claro qué es lo que quiere Dios del hombre: su corazón; es decir, su amor, su libertad, su creatividad, sus relaciones, sus anhelos y esperanzas; en una palabra Dios quiere relacionarse con el hombre a través de toda su vida, y no sólo a partir de unos ritos muchas veces vacíos de significado. La tentación siempre será reducir nuestra relación con Dios y su Hijo Jesucristo a unos ritos. Eso es precisamente lo que Jesús vino a abolir, los ritos vacíos en los que se justificaban las injusticias, los odios, y muchos otros pecados. ¿Qué es más fácil, llevar rectamente mi relación de noviazgo o ir todos los domingos a misa, aunque no comulgue? ¿Qué es más fácil, vivir con honradez y responsabilidad mis relaciones laborales o dar una limosna los domingos en misa para no sentirme tan mal? No seamos duros de corazón, los sacramentos y los actos de piedad no tienen el fin de alejarnos de nuestros compromisos, sino de alimentarnos y fortalecernos para vivirlos con más conciencia. Si no es así, éstos los hemos convertido en ídolos que nos alejan de nuestra plena relación con Dios.  

+ Lectura del santo evangelio según san Marcos 7. 1-8. 14-15. 21-23

      En aquel tiempo, se acercaron a Jesús los fariseos y algunos escribas venidos de Jerusalén. Viendo que algunos de los discípulos de Jesús comían con las manos impuras, es decir, sin habérselas lavado, los fariseos y los escribas le preguntaron: “¿Por qué tus discípulos comen con las manos impuras y no siguen la tradición de nuestros mayores?” (Los fariseos y los judíos, en general, no comen sin lavarse antes las manos hasta el codo, siguiendo la tradición de sus mayores; al volver del mercado, no comen sin hacer primero las abluciones, y observan muchas otras cosas por tradición, como purificar los vasos, las jarras y las ollas).

     Jesús los contestó: “¡Qué bien profetizó Isaías sobre vosotros, hipócritas, cuando escribió: Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. Es inútil el culto que me rinden, porque enseñan doctrinas que no son sino preceptos humanos! Dejáis a un lado el mandamiento de Dios, para aferraros a las tradiciones de los hombres”.

     Después, Jesús llamó a la gente y les dijo: “Escuchadme todos y entended. Nada que entre de fuera puede manchar al hombre; lo que sí lo mancha es lo que sale de dentro; porque del corazón del hombre salen las intenciones malas, las fornicaciones, los robos, los homicidios, los adulterios, las codicias, las injusticias, los fraudes, el desenfreno, las envidias, la difamación, el orgullo y la frivolidad. Todas estas maldades salen de dentro y manchan al hombre”.

CURSO DE LITURGIA

CAPITULO 18

LAS VESTIDURAS SAGRADAS

Las vestiduras pertenecen a los elementos materiales de la liturgia. Tienen también su profundo significado. Vestir una determinada ropa significa asumir la personalidad correspondiente, asumir una identidad, puesta de manifiesto en esas vestiduras. Estas vestiduras no indican un poder sobre nadie; sino un servicio a los demás.

        El Presidente y los demás ministros de la celebración son los únicos que se revisten de modo simbólico para su ministerio. En los primeros siglos del cristianismo no parece que los ministros se revistieran de modo especial, salvo las vestiduras romanas propias de los días festivos. Con el tiempo, al dejar de usarse estas vestiduras para el uso civil se mantuvieron para el culto y de esas vestiduras derivan las actuales.

Vestiduras del diácono:

DALMÁTICA: Del latín “dalmatica vestis”, túnica o vestidura de Dalmacia. Vestido litúrgico en forma de túnica hasta las rodillas, con mangas amplias, que usan los diáconos sobre el alba y la estola. Los primeros cristianos la tomaron de los romanos y éstos, del pueblo de los dálmatas (hoy países balcánicos).

ESTOLA CRUZADA: Del hombro izquierdo hacia el costado derecho.

Vestiduras del presbítero o sacerdote:

AMITO: Pequeño lienzo rectangular, de lino blanco, colocado debajo del alba que pueden usar los ministros sobre los hombros y alrededor del cuello, debajo del alba, para ocultar los vestidos comunes. Hoy ya no se suele usar, porque las albas vienen confeccionadas de forma que cubran el cuello.

ALBA: Del latín “alba”, blanca. Es una vestidura litúrgica común a todos los ministros. Es una túnica talar blanca de mangas largas que cubre todo el cuerpo y se reviste sobre el vestido común. El sacerdote representa con esa alba la pureza que el hombre recibe por los méritos del misterio pascual de Cristo. También significa la penitencia y la pureza de corazón que debe llevar el sacerdote al altar.

CÍNGULO: Del latín “cingulum”, cinturón. Es cuerda o cordón con la que se ajusta el alba a la altura de la cintura. Aunque su uso es simplemente utilitario, sin embargo, podríamos ver que con el cíngulo el sacerdote ata a la pureza del alba a todo el mundo, a los fieles y los lleva al altar para ofrecerlos en la celebración.

ESTOLA: Del griego “stolé”, vestido. Es prenda de tela alrededor del cuello del sacerdote, usada para las celebraciones litúrgicas. Es símbolo de los poderes sagrados que recibe el sacerdote, como pastor que lleva a sus ovejas sobre sus hombros.

CASULLA: Del latín “casula”, cabaña. Vestimenta litúrgica amplia y abierta por los costados para la celebración de la Misa. Se usa sobre el alba y la estola. Cambia su color según la celebración y el tiempo litúrgico. Simboliza la caridad que cubre todos los pecados.

TRES ETAPAS EN LA VIDA CONTEMPLATIVA

2ª ETAPA:

Así como los Apóstoles sufrieron la privación de la presencia física de Jesús durante la Pasión y en ese momento de profunda crisis lo abandonaron y Pedro llegó incluso a negarle, éste, por el fervor de su arrepentimiento "lloró amargamente" (Mt.26, 75), y no sólo recuperó la gracia perdida, sino que fue ascendido a un grado superior. El Señor lo curó de su presunción (cfr. Jn.13, 6-38) para que fuera más humilde, poniendo su confianza en Dios y no en sí mismo.

No siempre la segunda conversión viene precedida -como en el caso de Pedro- de una caída más o menos grave; podría venir en forma de una injusticia que se nos hace, una persecución que debemos sufrir, etc. En este caso, el Señor nos ayuda a perdonar al causante de nuestra situación. En el caso de la caída, nos hace crecer -como Pedro- en humildad. Podría venir también esta segunda conversión en ocasión de la muerte de un ser querido, de una desgracia o fracaso, o de tantas circunstancias que nos hacen ver la poca importancia de las cosas terrenas, frente al gran valor de las cosas de Dios. Cualquiera que sea la situación, si se aprovecha adecuadamente de acuerdo al plan de Dios, hace que el alma pueda ascender a una etapa superior de la vida espiritual.

Esta purificación, correspondiente a lo que San Juan de la Cruz denomina "Noche Oscura de los Sentidos", consiste en una aridez o sequedad y hasta dificultad para la oración, causadas precisamente por el Señor, con la privación del alma del gozo o fervor llegado a través de la mente o los sentidos, para introducirla en una nueva modalidad de la gracia, la cual no es captada al principio por el alma.

Viene luego, una especial efusión del Espíritu Santo, cuya influencia se nota en una mayor apertura y docilidad del alma a sus inspiraciones.

En esta etapa de purificación en la aridez es sumamente importante la perseverancia. Por encima de las apariencias Dios está presente y no debemos caer en la tentación de dejar la oración.

Después de la segunda conversión el alma comienza a adentrarse en los Misterios de la Salvación, que van desde la infancia del Salvador y su vida pública, pasando por la Pasión hasta Su Resurrección y Ascensión, culminando con Pentecostés. Estos Misterios se nos ofrecen en toda su riqueza a través del Rosario y del Vía Crucis. En esta etapa el Rosario ya no es una repetición mecánica de Ave Marías, sino la oportunidad para penetrar en los Misterios de la Infancia, de la Pasión y de la Gloria de Cristo. Se convierten así estas devociones en verdaderas prácticas de contemplación y de influjo del Espíritu Santo.

En esta segunda etapa va recibiendo el alma nuevas luces que a veces no comprende, pero que la ayudan a penetrar más y más el espíritu del Evangelio. Comienza a hacer vida la Palabra de Dios y la Eucaristía; empieza a sentir como propia la vida de la Iglesia, formando parte de alguna comunidad eclesial.

En su oración, dentro de la aridez propia de esta etapa, pueden darse actos aislados de contemplación. Gran impedimento para progresar es la presunción por la que uno cree saberlo ya todo en la vida interior. Aunque las lecturas espirituales son muy provechosas y necesarias, no debe dejarse la oración por éstas. Dice un gran Doctor de la Iglesia, que más aprendió orando al pie de un Crucifijo o frente al Sagrario, que en los libros más sabios.

Horario de Misas

De lunes a sábado.. 19:30 h.

Domingos .............. 10:00—11:30 h

Rezo del Santo Rosario

De lunes a sábado .. 19:00 h.

Exposición del Santísimo

Jueves .................... 18:30—19:30 h.

Domingos .............. 10:30—11:30 h.

Confesiones

Media hora antes a cada Misa

Cuando alguien lo solicite

Despacho Parroquial

Martes, miércoles

y jueves ................ 18:00—19:00 h.

 Cáritas Parroquial

A partir de septiembre. 

Atención los miércoles de 18 a 19 h. en los locales de Ciudad de Laval, 30.

3 de septiembre: SAN GREGORIO MAGNO

              Gregorio nació en Roma en torno al año 540 en el seno de una rica familia patricia romana de fe cristiana y conocida por los servicios prestados a la Sede Apostólica. Sus padres le transmitieron los valores evangélicos con el ejemplo.

              Después de cursar estudios de Derecho, Gregorio emprendió la carrera política y ocupó el cargo de Prefecto en Roma. Pocos años después decidió retirarse, atraído por la vida monástica. Donó sus bienes a los pobres y convirtió la casa paterna, situada en el Celio, en un monasterio dedicado a san Andrés. Allí, en el recogimiento, se entregó a la oración y al estudio de la Sagrada Escritura y de los Padres de la Iglesia. Pero el Papa Pelagio II lo nombró diácono. Tras la muerte de éste, en el 590, fue elegido como su sucesor.

  Durante su pontificado, Gregorio reorganizó la administración pontificia y se ocupó de la Curia romana. Reformó las actividades eclesiásticas en las diversas sedes episcopales. Estableció también que los bienes de la Iglesia fueran utilizados para su propia subsistencia y para la obra de evangelización del mundo; y gestionados con absoluta rectitud, justicia y misericordia. Gregorio reformó la Misa y la hizo más simple; promovió también el canto litúrgico, que tomó de él el nombre de “canto gregoriano”.  Se mantuvo siempre simple y humilde, tanto que en sus cartas oficiales se definía “Servus servorum Dei”, siervo de los siervos de Dios, apelativo conservado por sus sucesores. Murió el 12 de marzo del año 604, y fue sepultado en la Basílica de San Pedro.

 


23 de agosto de 2024

Domingo 25 de agosto de 2024. DOMINGO XXI TO-B

  DOMINGO 21º DEL TIEMPO ORDINARIO (T.O.). CICLO B

Vaya manera de terminar este gran anuncio de Jesús. Si recordamos, todo inició con la multiplicación de los panes, la gente se sentía feliz, llena de esperanza; incluso fue a buscar a Jesús a la otra orilla del lago. Después vino la exigencia de Jesús de creer en Él, y no todos estuvieron de acuerdo. ¿Qué hizo Jesús para provocar tan gran decepción? Anunciar la verdad. Él era el pan de Vida, Él sería nuestro verdadero y único alimento para la vida eterna. Pero quienes le rodeaban, no queriendo comprender el verdadero sentido de sus palabras, prefieren retirarse. Aquí encontramos claramente un elemento importantísimo en el camino de la evangelización: la capacidad de aceptar el rechazo o la frustración ante el anuncio claro y firme del Evangelio. El Evangelio no busca el reconocimiento y el éxito dado por los hombres, sino que busca la verdad, y la vida eterna. Por eso, Jesús no podía cambiar sus palabras para que estas personas no se retiraran. Dios nos pide que hagamos una opción ante Él.

     Hoy Dios nos pide renovar nuestra fe, Él es el Señor de la Vida, Él es nuestro alimento, Él es nuestro camino; o estamos con Él o estamos contra Él. Pero Dios no está dispuesto a negociar sus principios para que nosotros lo sigamos. Él tiene palabras de vida eterna, su palabra es una y se llama Jesucristo. Dios nos quiere convencidos que en Él encontramos palabras de felicidad y de vida eterna.

+ Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 60-69

                En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: “Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida”. Al oír sus palabras, muchos discípulos de Jesús dijeron: “Este modo de hablar es intolerable, ¿quién puede admitir eso?”.

    Dándose cuenta Jesús de que sus discípulos murmuraban, les dijo: “¿Esto os escandaliza? ¿Qué sería si vierais al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El Espíritu es quien da la vida; la carne para nada aprovecha. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida, y a pesar de esto, algunos de vosotros no creéis”. (En efecto, Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo habría de traicionar). Después añadió: “por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre no se lo concede”.

    Desde entonces, muchos de sus discípulos se echaron para atrás y ya no querían andar con él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: “¿También vosotros queréis dejarme?” Simón Pedro le respondió: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna; y nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios”.

CURSO DE LITURGIA

CAPITULO 17

EL TEMPLO

El templo “es el edificio en el que se reúne la comunidad cristiana para escuchar la Palabra de Dios, para orar unida, para recibir los Sacramentos y celebrar la Eucaristía”. Está consagrado para el culto a Dios. Es verdad que Dios está presente en todas partes, pero quiere tener un lugar visible de su presencia en este mundo. Y esto es el templo, la casa de Dios, que más comúnmente llamamos “iglesia”. Por eso, siempre que vemos una iglesia, nos acordamos de que Dios está presente en el mundo y hacemos la señal de la cruz.

           Al inicio, los primeros cristianos daban culto a Dios en casas particulares. Lo requería la discreción y la prudencia, pues los emperadores romanos impedían otro culto público. Fue Constantino en el año 313 d.C. el que permitió el culto público y lo revistió de solemnidad y magnificencia. Y fue él el que mandó construir las basílicas, que eran edificios muy grandes, en un inicio dedicadas al rey o emperador, y después ofrecidas a Dios, el Rey de reyes.

  En un templo la cabecera es donde está el retablo mayor y los pies del templo son la entrada principal. El ábside, la cabecera del templo litúrgicamente orientada debe mirar al punto por donde sale el sol. Así Cristo es el sol naciente que trae la luz y la salvación al mundo. Si los judíos orientan sus sinagogas mirando al Templo de Jerusalén y los musulmanes sus mezquitas mirando hacia la Meca, así los cristianos hemos tenido la costumbre considerada como tradición apostólica desde tiempos de la Iglesia antigua de mirar mientras oramos hacia el oriente, de tal manera que el pueblo e incluso hasta hace poco el sacerdote convergían sus miradas en esa dirección. Cristo está simbolizado por el sol naciente que volverá en el último amanecer de la historia.

  Los templos tienen fundamentalmente dos lugares bien definidos: la nave, donde está el pueblo participante de la Asamblea y el presbiterio, sitio donde se sitúan los ministros para la celebración. El elemento más importante del presbiterio y centro del espacio celebrativo es el altar, punto de referencia y principio de unidad, centro de toda la liturgia eucarística.

  El altar es la mesa del Señor. Así pues es ara y mesa a la vez. Debe ser fijo, estar consagrado y se dedica a Dios. El altar se recubre con un mantel y sobre él o cerca debe haber un crucifijo y dos candeleros al menos. También en el presbiterio se sitúa el ambón, lugar para la celebración de la palabra y la sede, lugar donde se sienta el presbítero que preside las celebraciones litúrgicas, sobre todo la Eucaristía.

  Se recomienda que el sagrario ocupe una capilla lateral dentro de la iglesia para que el Sacramento pueda ser adorado fuera de la Misa aunque a veces por falta de espacio el sagrario se encuentre en el mismo presbiterio.

  Un elemento al que hoy día no parece prestársele ninguna importancia es la orientación del templo, que siempre ha sido en la tradición cristiana mirando al oriente (oriens significa oriente y orientarse es dirigirse al oriente, al este).

  Los templos se pueden construir de diferentes formas:

Trazados en forma de cruz y orientados hacia el este, es decir hacia el nacimiento del sol.

Otros se construyen de forma cuadrada. Símbolo del Norte, Sur, Este y Oeste, es decir una iglesia para todas las naciones. O de planta redonda, centralizada.

También se construyen de forma octogonal que simboliza los ocho días desde el nacimiento de Jesús hasta el día de su circuncisión.


Hemos visto que el orante que busca a Dios lo encuentra, encuentra a Dios que es el Verdadero Amor, el Único Ser que puede colmarnos plenamente. Podemos, así, a través de la oración, nutrirnos de ese Amor Verdadero y proyectarlo a los demás.

Orar es buscar a Dios para encontrar a Dios. Y cuando se da ese encuentro con el Dios Vivo, se descubre el verdadero sentido de la oración. Esta se convierte en el momento más buscado, en la actividad más importante del día, pues nos encontramos con el Amor, el verdadero Amor que todos añoramos ... pero que a veces buscamos donde no está. Ese Amor es el Amor de Dios ... Sólo Dios puede colmarnos plenamente, pues Él es la única y Verdadera Felicidad.

TRES ETAPAS EN LA VIDA CONTEMPLATIVA

1ª ETAPA:

En esta primera etapa de oración el esfuerzo del orante se concentra más que todo -y así debe ser- en evitar el pecado, aunque no siempre logra vencer el mal.

Como principiante tiene un conocimiento rudimentario de sí mismo y de Dios. Poco a poco el Señor le va descubriendo sus defectos y, si en lugar de excusarse, responde generosamente a la gracia buscando corregirse, Dios le va develando al alma su miseria y su pobreza, haciéndoselas ver a la luz de su infinita Misericordia.

Aún ignora el amor propio y el egoísmo que hay en su interior y se rebela con frecuencia al tener una contrariedad o sufrir alguna corrección. No pocas veces ve estos defectos mejor en los demás que en sí mismo, confirmando la advertencia de Jesucristo: "¿Cómo es que miras la paja en el ojo de tu hermano y no ves la viga en el tuyo?" (Mt.7, 3).

Se puede decir que el principiante lleva dentro de sí un diamante envuelto todavía en otros minerales inferiores, y no conoce aún, ni el valor del diamante, ni la inferioridad de lo que lo cubre.

Su conocimiento de Dios es incipiente: quizá a través de la naturaleza o de las parábolas o de oraciones comunitarias o de la Liturgia. Aún no se ha familiarizado con los misterios de la salvación ni puede penetrar en el misterio de la Bondad infinita de Dios.

Su amor a Dios es más bien un santo temor por miedo al castigo; posteriormente éste se convierte en miedo a ofender a Dios.

La oración del principiante es vocal, pudiendo ser de oraciones ya hechas u oraciones espontáneas, como una conversación con Dios. Poco a poco la oración se va simplificando cada vez más hasta intentar la oración de recogimiento. Si el alma va respondiendo generosamente a la gracia, el Señor suele enviar gozos sensibles en la oración o en la lectura de la Palabra.

En esta etapa existe el peligro de habituarse y complacerse demasiado en la gratificación que puede venir con la oración de recogimiento, como si lo sensible fuera un fin y no un medio. Se corre, entonces, el riesgo de caer en lo que San Juan de la Cruz denomina "gula espiritual", y también en un inconsciente orgullo sobre las cosas espirituales, al considerar inferiores a los demás.

Sin embargo, en esta etapa comienzan a brotar los primeros grados de humildad, que hace que desconfiemos de nuestras fuerzas y que confiemos en Dios.

 
Horario de Misas

De lunes a sábado.. 19:30 h.

Domingos .............. 10:00—11:30 h

Rezo del Santo Rosario

De lunes a sábado .. 19:00 h.

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Jueves .................... 18:30—19:30 h.

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Confesiones

Media hora antes a cada Misa

Cuando alguien lo solicite

Despacho Parroquial

Martes, miércoles

y jueves ................ 18:00—19:00 h.

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A partir de septiembre. 

Atención los miércoles de 18 a 19 h. en los locales de Ciudad de Laval, 30.


26 de agosto: SANTA TERESA DE JESÚS JORNET

Nació en Aytona (Lérida) el 9 de enero de 1843. Sus padres, Francisco José Jornet y Antonia Ibars eran sencillos labradores, educando a su familia en la religión. Teresa creció en un clima doméstico de trabajo honrado. Estudia en Lérida para maestra y enseñó en Argensola (Barcelona). Teresa ha pensado en la vida religiosa donde podrá vivir en silencio y oración; por eso se hace clarisa en el convento de Briviesca, en Burgos.
 
Cerca de su patria chica, en Huesca y Barbastro, un grupo de sacerdotes con D. Saturnino López Novoa a la cabeza piensa en una institución femenina que se dedicara a la atención de ancianos abandonados. Comprende Teresa que este es su campo y comienza en "Pueyo" con una docena de mujeres y desde entonces es la cabeza, permaneciendo veinticinco años en el gobierno. Desde Barbastro cambia a Valencia donde está la casa madre de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados porque es la patrona de la ciudad quien da apellido a la Institución. Luego se extenderán por Zaragoza, Cabra y Burgos; llenarán de casas-asilo que así le gusta a la madre que se llamen para resaltar el clima de familia la geografía española y pasan las fronteras. Cuando muere Teresa de Jesús en Liria, el año 1897, llegan a 103 y deja tras de sí a más de 1000 Hermanitas para continuar su labor hasta siempre, porque siempre ancianos habrá y algunos de ellos quedarán desamparados. El 27 de abril de 1958 el Papa Pío XII la beatificó y fue canonizada por Pablo VI.



13 de agosto de 2024

Domingo 18 de Agosto de 2024. DOMINGO XX T.O.- B

 DOMINGO 20º DEL TIEMPO ORDINARIO (T.O.). CICLO B

El domingo pasado, escuchábamos a Jesús pedirles que creyeran en Él, que Él era el signo por el cual debían reconocer a Dios presente entre ellos. Pero en el Evangelio de este domingo, Jesús va más allá y utilizando su carne y su sangre como signos de la vida divina que poseía, Él se presenta como el verdadero alimento, el cual exige no sólo creer en Él, sino alimentarse por Él. Hoy Cristo se presenta no ya como signo de la presencia de Dios, sino como Dios mismo que quiere llegar a una plena comunión con su Pueblo y así darle vida. Por eso nos dice: “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna”.

Jesús utiliza un recurso que ya había utilizado antes con Nicodemo y la Samaritana. Cuando Jesús habla con Nicodemo de “renacer de nuevo”, no le está hablando en sentido biológico sino espiritual; y también cuando habla con la Samaritana del “agua viva con la cual ya no tendrá sed”, también habla de una realidad trascendente y no del agua física. Siguiendo el mismo lenguaje Jesús habla de alimentarnos con su Carne y su Sangre; en el lenguaje del AT la carne y la sangre representaban el cuerpo plenamente vivo. Por eso reconocemos en estas palabras la intención que Jesús después expresaría en la última cena de permanecer vivo a través de su cuerpo y su sangre significados en el pan y el vino.

Nadie puede dar lo que no tiene; por eso alimentémonos de Jesús, verdadero alimento de vida eterna, para poder así nosotros junto con Él, y guiados por el Espíritu dar frutos que perduren, frutos de vida eterna.

+ Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 51-58

                En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: “Yo soy el pan vivo, que ha bajado del cielo; el que coma de este pan, vivirá para siempre. Y el pan que yo os voy a dar es mi carne, para que el mundo tenga vida”.

Entonces los judíos se pusieron a discutir entre sí: “¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?”

Jesús les dijo: ”Yo os aseguro: Si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no podréis tener vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna y yo lo resucitaré el último día.

Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y yo en él. Como el Padre, que me ha enviado, posee la vida y yo vivo por él, así también el que me come vivirá por mí. Este es el pan que ha bajado del cielo; no es como el maná que comieron vuestros padres, pues murieron. El que come de este pan vivirá para siempre”.

CURSO DE LITURGIA

CAPITULO 16

EL ALTAR

Representa a Cristo y es la mesa de su sacrificio y del banquete celestial, para quienes caminamos hacia la eternidad. Es el corazón del templo y representa a Jesucristo, “sacerdote, víctima y altar”. Por eso se lo besa, se lo inciensa. Tiene que ser de piedra o mármol; al principio, en los primeros siglos (quizás hasta el s. IV) el altar era de madera, pero más tarde se prefirió que fuera de piedra que simboliza a Cristo como roca viva. ¡Es Cristo visible! Ya desde el Antiguo Testamento se construían altares para los sacrificios a Yahvé. Tiene que ser alto, grande, significativo.

  En la celebración eucarística, el centro del altar lo utiliza exclusivamente el Obispo o el Sacerdote, nunca el diácono ni menos el acólito o laico, porque es ahí donde se realiza el memorial de Cristo: La Eucaristía.

  El altar tiene sus accesorios:

EL MANTEL: el altar (que es también la “mesa” alrededor de la cual se reúne la comunidad cristiana) se reviste de un mantel, pues es banquete lo que se celebra sobre el altar. En esa “mesa” Dios Padre nos servirá a su Hijo Jesús, como Cordero inmaculado, para alimento del alma.

CANDELEROS: es la luz de la presencia de Cristo; hoy es un signo festivo, aunque antiguamente era utilitario.

EL CRUCIFIJO: colocado sobre o cerca del altar, pues cada misa es Calvario donde participamos de la cruz de Cristo.

VASOS Y UTENSILIOS SAGRADOS: El templo es como la casa de Dios; el sagrario como su sala de recepción; el cáliz, la patena, el copón y la custodia son a modo de vajilla sagrada de la mesa eucarística. Todos estos vasos y utensilios son sagrados. El cáliz y la patena se usan para la celebración del Santo Sacrifico de la misa. El copón y la custodia sirven para conservar, trasladar o exponer el Santísimo Sacramento. Vaso subsidiario es la teca o cajita, usada para llevar la comunión a los enfermos, llamado también “porta viático”.

  También son utensilios y objetos del culto las crismeras con los óleos y el crisma, las vinajeras para el agua y el vino y el vasito para el lavabo; el incensario con la naveta que contiene el incienso, la campana o campanilla que se hace sonar durante la consagración, las bandejas, el acetre con agua bendita para las bendiciones y aspersiones; lleva dentro un hisopo.

DIFERENCIAS ENTRE EL LLAMADO MISTICISMO ORIENTAL Y LA MÍSTICA CRISTIANA

CONCLUSIÓN DE ESTA COMPARACIÓN

La diferencia parece ser muy sutil, pero es muy profunda.

Ese estado de conciencia en el que quien medita trata de llegar a la divinización de sí mismo, es muy distinto al abandono de sí que hace el cristiano en la oración contemplativa, en la cual el alma se abre y se entrega a Dios que habita en el interior del hombre -somos "templos vivos del Espíritu Santo" (1.Cor.3, 16) -si nos encontramos en estado de gracia. También es diferente de la llamada meditación cristiana que ya hemos descrito.

Las experiencias místicas provocadas a través de la meditación pagana oriental nada tienen que ver con el estado de unión con el Dios Uno y Trino de la Contemplación Cristiana, en la cual Dios Vivo y Verdadero va haciendo en el alma del orante su trabajo de alfarero para ir moldeándola según su Voluntad ( Jer.18, 1-6).

Realmente ¿a qué nos llevan los métodos de “meditación” pagana? A centrarlo todo en el “yo”. A creer que tu mente es “dios”, tú puedes lograr todo lo que quieras, basta que lo desees, con tu mente lo puedes todo.

¿Por qué pueden hacer daño estas formas de meditación? Porque la persona se concentra en su “yo”, en sí mismo y se vuelve muy egocéntrica (centrada en sí misma).

¿Qué diferencia hay entre las formas de oración cristianas y las formas de meditación paganas?

En que la pagana me centra en mi yo y el éxito depende de la técnica y de cómo la aplico. En cambio la oración cristiana me abre a un “Tú”, me descentra de mi “yo” y me centra en Dios nuestro Señor, y a la vez me abre al Amor para poder yo amar con ese Amor, que es el Amor de Dios. ¿Descubres cómo son totalmente opuestas las dos cosas?

En la llamada “meditación” oriental, el meditante se busca a sí mismo, para lograr por sus propios medios la fusión en el dios del que se cree parte. Es decir: el resultado depende de aplicar bien los métodos y las actividades que se proponen.

En la oración cristiana el orante busca a Dios y lo deja actuar en su alma, la cual es transformada por la Gracia Divina. Es decir: Dios es quien hace; la persona se deja hacer. Pero no hay irresponsabilidad aquí, sino una gran dosis de entrega y abandono en Dios, sabiendo que Dios es el que hace en nosotros.

La transformación total en Dios de que habla San Juan de la Cruz no se da por "fusión” con la divinidad, sino por "posesión”: el alma se entrega totalmente a Dios que la posee, tomando la dirección de toda su vida e inspirándola en cada uno de sus actos, y la criatura posee a su Dios, que mora en ella y que la vivifica, la mueve y la gobierna.

Por eso San Pablo describe esta etapa así: "Ya no soy yo quien vivo, sino es Cristo quien vive en mí" (Gal. 2, 20).

 
Horario de Misas

De lunes a sábado.. 19:30 h.

Domingos .............. 10:00—11:30 h

Rezo del Santo Rosario

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20 de agosto: SAN BERNARDO DE CLARAVAL

              Bernardo de Fontaine -por su nombre de pila- nació en 1090 en el castillo de Fontaine-les-Dijon, ubicado en la región de Borgoña (Francia). Su familia pertenecía a la nobleza francesa. Cuando murió su madre, el pequeño Bernardo volvió los ojos hacia la Virgen María, fuente de sus consuelos y por quien profesó una fuerte devoción toda su vida. Bernardo fue autor del “Acordaos”, una de sus oraciones marianas más hermosas. La noche de Navidad del año 1111, Bernardo se quedó dormido.
En su sueño apareció la Virgen llevando al Niño Jesús en brazos y se lo ofreció para que lo amara e hiciera que otros lo amen también. Desde aquella noche decidió consagrarse a Dios y alcanzar la santidad. En 1112 ingresó al monasterio cisterciense de Citeaux. Con solo 25 años fue enviado como abad a fundar, con otros doce monjes, un nuevo monasterio en Champagne, al que llamó “Clairvaux” -es decir, Claraval, que en francés significa “valle claro”-. Bernardo visitó y predicó en escuelas, universidades, pueblos y campos para hablar sobre las bondades de la vida religiosa. Fundó cerca de 300 monasterios y consiguió que 900 hombres profesaran sus votos.  Bernardo murió el 21 de agosto de 1153, a los 73 años, tras haber sido abad durante casi cuatro décadas. Fue canonizado en 1174 y proclamado Doctor de la Iglesia en 1830. Quiero concluir estas reflexiones sobre san Bernardo con las invocaciones a María que leemos en una bella homilía suya: "En los peligros, en las angustias, en las incertidumbres -dice- piensa en María, invoca a María".   

 

 


7 de agosto de 2024

Domingo 11 de Agosto de 2024. DOMINGO XIX TO-B

 DOMINGO 19º DEL TIEMPO ORDINARIO (T.O.). CICLO B

No podemos sacar de contexto este pasaje; el diálogo de Jesús con los que le rodeaban versaba acerca de la fe en Jesús, como el enviado de Dios. Versículos antes le preguntaron a Jesús: “qué tenemos que hacer para actuar como Dios quiere”;  y Jesús respondió: “que creáis en aquel que Dios envió”. Y después le pidieron una señal para creer en él. ¡Qué difícil es a veces dejar que Cristo entre en nuestra vida ordinaria! Tal y como les sucedía a aquellos judíos, no podemos reconocer a Jesús en nuestro ambiente. Luchamos para abrir nuestro corazón a sus signos, a su presencia. Después de todo lo que Él ha hecho por nosotros, le seguimos pidiendo esa señal que nos “ayude” a creer en Él. Tristemente seguimos buscando a Dios en los astros, en la suerte, en las fuerzas de la naturaleza; pero Él ya se hizo presente y lo sigue haciendo en la persona de Jesucristo.

Dios tiene una sola palabra y esta fue pronunciada en la persona de Jesucristo. Por eso en el mundo no encontraremos otra señal de su presencia que la persona de Cristo muerto y resucitado y que permanece entre nosotros en su Cuerpo y en su Sangre. Ambos son signos de su donación total y perpetua por los hombres y en ellos hemos de reconocer la presencia de Dios de una vez por todas. Cristo es así el Pan de Vida, el alimento que perdura entre nosotros para siempre, si creemos en Él encontraremos a Dios. No dudemos pues de su palabra, creamos en Jesús, aceptemos su Palabra y encontraremos en Él el alimento de vida eterna.

+ Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 41-51

    En aquel tiempo, los judíos murmuraban contra Jesús, porque había dicho: “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo”, y decían: “¿No es éste, Jesús, el hijo de José? ¿Acaso no conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo nos dice ahora que ha bajado del cielo?”

   Jesús les respondió:  “No murmuréis. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre, que me ha enviado; y a ese yo lo resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: Todos serán discípulos de Dios. Todo aquel que escucha al Padre y aprende de él, se acerca a mí. No es que alguien haya visto al Padre, fuera de aquel que procede de Dios. Ese sí ha visto al Padre.

   Yo os aseguro: el que cree en mí, tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto y sin embargo murieron. Este es el pan que ha bajado del cielo para que, quien lo coma, no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo os voy a dar es mi carne para que el mundo tenga vida”.

CURSO DE LITURGIA

CAPITULO 15

LUGARES DE CELEBRACIÓN (2)

EL CONFESIONARIO (Sede Penitencial): Es el lugar donde se celebra ordinariamente el sacramento de la Penitencia y de la Reconciliación. Toma el nombre del aspecto más característico del mismo, la confesión de los pecados ante el sacerdote. Los confesionarios se encuentran cerca de la nave, una sede (asiento), normalmente de madera para oír confesiones, en un lugar patente y provisto de rejillas entre el penitente y el confesor que puedan utilizar libremente los fieles que así lo deseen.

EL PRESBITERIO: Se llama presbiterio al área en torno al altar, un poco elevado y distinto de la nave. Es un espacio particularmente digno y significativo. El presbiterio debe quedar bien diferenciado respecto a la nave del templo, sea por su diversa elevación, sea por una estructura y ornato peculiar. En el presbiterio existen tres elementos: altar (lugar del sacrificio eucarístico), sede (lugar de presidencia) y ambón (lugar de la proclamación de la Palabra de Dios).

EL ALTAR: Es el elemento más relevante de lo que encontramos en el edificio de la iglesia. Es el centro de nuestra celebración. Es signo de Cristo y, por tanto, merece toda nuestra veneración: los ministros lo besan, lo inciensan, se inclinan ante él, se ilumina. El altar es, simultáneamente, el ara donde se realiza sacramentalmente el único sacrificio de Cristo en la cruz, la mesa del Señor –dispuesta con blancos manteles– en torno a la cual se congrega el único Pueblo de Dios para recibir el alimento, el Cuerpo y la Sangre de Cristo.

EL AMBÓN: Es el lugar litúrgico para la proclamación de la Palabra de Dios. La palabra latina “ambo” proviene del griego “anabaino”, subir, y designaba un sitio elevado, la tribuna, con barandilla y atril, cerca de la nave. Se utiliza para las lecturas de la Misa y el pregón pascual, para la homilía, y puede usarse para la oración de los fieles; pero no para las moniciones o para el director del canto.

LA SEDE: Es el asiento reservado para el que preside la asamblea litúrgica, modera la oración y exhorta a la comunidad de los fieles reunida para la celebración eucarística. La sede es signo de la presencia de Cristo, a través de su ministro, preside a su iglesia. La sede del Obispo recibe el nombre de Cátedra.

EL SAGRARIO o TABERNÁCULO: El sagrario (lugar donde se guarda lo sagrado) o el tabernáculo (tienda de campaña: de ahí la fiesta de los Tabernáculos o tienda de encuentro) es el lugar donde se conserva la eucaristía después de la celebración para que pueda ser llevada a los enfermos o puedan comulgar fuera de la misa los que no han podido participar en ella. Ahora, la verdadera “tienda” o “tabernáculo” es Cristo mismo. La lámpara que luce junto al sagrario, indica y honra la presencia permanente de Cristo. Y es una invitación a todos a permanecer junto al Señor.

DIFERENCIAS ENTRE EL LLAMADO MISTICISMO ORIENTAL Y LA MÍSTICA CRISTIANA

Se ha tratado de equiparar muchas veces la “Oración de Contemplación” cristiana con la práctica de la llamada “meditación” del Hinduísmo y del Budismo, y también con la “meditación” de la mal llamada "metafísica" muy difundida en América. Y al hacer esta equivalencia, no se distinguen ni los medios que se emplean, ni los fines que se persiguen en cada una, los cuales -si se observan bien- son totalmente opuestos.

Veamos cómo se diferencian estas dos modalidades.

1. MÍSTICA CRISTIANA

La Mística Cristiana se refiere principalmente a dos formas de oración mental, es decir, no vocal, las cuales son:

a. Meditación Cristiana: en este tipo de oración se contempla mentalmente un pasaje de la Escritura o una verdad de nuestra fe, para tratar de ver qué me dice Dios a través de ese pasaje o de esa verdad, y para tratar de descubrir su Voluntad para mí.

b. Oración Contemplativa: en este tipo de oración el alma no razona acerca de Dios, sino que se queda a solas con Dios en silencio. Se entra en una comunión de amor con Dios. Y es una comunión que no puede lograrse a base de técnicas, ni puede lograrse con esfuerzo ni la voluntad, pues la Contemplación es un don de Dios y, como todo don de Dios, es dado por Él a quien quiere, como quiere y cuando quiere. Eso sí: hay que desearla y buscarla, sabiendo que el recibirla depende sólo de Dios.

El objetivo de la Oración de Contemplación cristiana es, en esencia, la unión del alma con Dios, es decir, con Aquél que es objeto de su amor. Es una unión mística, y que puede llevar a estados sublimes de unión con Dios, descritos como arrobamientos, éxtasis, etc., los cuales no son ni esenciales, ni condición necesaria para llegar a esa unión. Y esta unión procede sólo de Dios y no proviene de logros personales ni de técnicas aplicadas a ese fin.

En la oración cristiana: sea vocal, de meditación o de contemplación, el orante busca a Dios para rogarle o para adorarle, para conocer su Voluntad, para manifestarle su amor y para dejarse amar por Él...

Como vemos, en la oración cristiana el orante busca a Dios y lo deja actuar en su alma, la cual es transformada por Dios mismo a través de su Gracia (Gracia Divina).

2. MISTICISMO ORIENTAL

Las prácticas venidas del Misticismo Pagano Oriental o de la “metafísica” son experiencias “místicas” provocadas, que engañosamente se consideran estados de unión con Dios. Las formas de meditación no-cristiana son prácticas de concentración profunda y no de oración. En la meditación no-cristiana la persona busca en las profundidades del propio yo llegar a un vacío interior y a sentirse “divinizado”.

En esa llamada “meditación” oriental o “metafísica”, uno se busca a sí mismo, para lograr por sus propios medios una supuesta fusión en el dios del que se cree parte. Así, la “meditación” pagana nada tiene que ver con la Meditación Cristiana. En aquélla la persona que “medita” busca llegar mediante técnicas especiales que causan alteración en el estado de conciencia, al desarrollo de poderes mentales y a ciertas experiencias que erróneamente se consideran estados de unión con Dios.

Horario de Misas

De lunes a sábado.. 19:30 h.

Domingos .............. 10:00—11:30 h

Rezo del Santo Rosario

De lunes a sábado .. 19:00 h.

Exposición del Santísimo

Jueves .................... 18:30—19:30 h.

Domingos .............. 10:30—11:30 h.

Confesiones

Media hora antes a cada Misa

Cuando alguien lo solicite

Despacho Parroquial

Martes, miércoles

y jueves ................ 18:00—19:00 h.

 Cáritas Parroquial

A partir de septiembre. 

Atención los miércoles de 18 a 19 h. en los locales de Ciudad de Laval, 30.

14 de agosto: SAN MAXIMILIANO Mª KOLBE

Maximiliano María Kolbe nació en Polonia el 8 de enero de 1894. Fue bautizado con el nombre de Raimundo en la iglesia parroquial. A los 13 años ingresó en el Seminario de los franciscanos. Fue en el seminario donde adoptó el nombre de Maximiliano. Finaliza sus estudios en Roma y en 1918 es ordenado sacerdote. Devoto de la Inmaculada Concepción, funda en 1917 un movimiento llamado "La Milicia de la Inmaculada". En 1931 viaja a Japón.
En 1936 regresa a Polonia, y tres años más tarde, en plena Guerra Mundial, es apresado junto con otros frailes y enviado a campos de concentración en Alemania y Polonia. En febrero de 1941 es enviado al campo de concentración de Auschwitz, en donde a pesar de las terribles condiciones de vida prosiguió su ministerio. La noche del 3 de agosto de 1941, un prisionero de su misma sección escapa; en represalia, el comandante del campo ordena escoger a diez prisioneros al azar para ser ejecutados. Entre los hombres escogidos estaba un sargento polaco como San Maximiliano, casado y con hijos. San Maximiliano, que no se encontraba entre los diez prisioneros escogidos, se ofrece a morir en su lugar. El comandante del campo acepta el cambio, y San Maximiliano es condenado a morir de hambre junto con los otros nueve prisioneros. Diez días después de su condena y al encontrarlo todavía vivo, los nazis le administran una inyección letal el 14 de agosto de 1941. En 1973 Pablo VI lo beatifica y en 1982 Juan Pablo II lo canoniza como Mártir de la Caridad.