Queridos hermanos:
Celebramos este domingo la Fiesta de la
Sagrada Familia. El Hijo de Dios se ha hecho hombre, ha nacido de María, y
naciendo humilde en una cueva se ha identificado con los más pequeños y
vulnerables. No ha venido con un “kit” de supervivencia ni con un manual de uso
“cómo tratar al Hijo de Dios encarnado 1ª y única edición”. Su fragilidad ha
hecho sacar lo mejor de María y José. María llevaba unos pañales en previsión
del nacimiento de su Hijo. José está alerta para proteger a María y a Jesús. Y
está pronto para trasladar a la familia a donde indica el ángel del Señor: a
Egipto.
La vida de María, José y Jesús nos ilumina
y hace descubrir que la familia es el lugar donde se protege la fragilidad.
Todos los cristianos, sobre todo los
padres de familia, también los hermanos, también los hijos con sus padres,
estamos llamados a “cuidar a los más frágiles de la tierra” (cf. Francisco.
Evangelii Gaudium 209). La familia es un lugar donde se puede esperar y acoger
a todos, especialmente a los lentos, débiles o menos dotados para que puedan
abrirse camino en la vida. (cf. Idem). En la familia se cuida del otro aunque
eso aparentemente no nos aporte beneficios tangibles e inmediatos.
Y la comunidad cristiana también queda
iluminada por la vida de las familias. Pues se convierte en una familia de
familias, que no excluye a ninguna cuando no entra dentro de las estructuras
que la misma parroquia ofrece. Pensemos, por ejemplo, en los sin techo, los
toxicodependientes, los ancianos cada vez más solos y abandonados, los migrantes,
etc. (Idem nº 210). La Iglesia está llamada a ser madre de todos. Qué hermosa
una parroquia abierta a diversas realidades eclesiales, que no ofrece un solo
color, que supera la desconfianza enfermiza e integra a los diferentes, que
ofrece espacios a la relación y favorece el reconocimiento del otro. (cf. Idem
nº 210).
Nuestras familias tanto más crecerán en el
amor concreto y tierno al otro cuanto más descubran lo que une a la familia:
Jesucristo, el verbo hecho carne, visible y palpable en la Eucaristía. En cada
Eucaristía recibimos a Jesucristo, que hizo de la Familia de José y María
modelo de familias. La Eucaristía es el Sacramento que hace de nuestra familia
una familia semejante a la Sagrada Familia, con docilidad al impulso del
Espíritu Santo, con iniciativas para el bien, con capacidad de superar las
dificultades ayudados por la gracia, con humildad y reconocimiento en el trato,
donde aparecen las palabras “gracias, perdona, te quiero, te espero, me fio de
ti, por favor, permiso”, donde aparece la bendición y donde se espera lo mejor
del otro. Miremos a la Sagrada Familia de Nazaret y pidamos ser como ella.
Jesús, vuestro párroco
+ Lectura del santo Evangelio según san Mateo 2, 13-15.19-23
Cuando se retiraron los magos, el ángel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo:
«Levántate, toma al niño y a su madre y huye a Egipto; quédate allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo».
José se levantó, tomó al niño y a su madre, de noche, se fue a Egipto y se quedó hasta la muerte de Herodes para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta:
«De Egipto llamé a mi hijo».
Cuando murió Herodes, el ángel del Señor se apareció de nuevo en sueños a José en Egipto y le dijo:
«Levántate, coge al niño y a su madre y vuelve a la tierra de Israel, porque han muerto los que atentaban contra la vida del niño».
Se levantó, tomó al niño y a su madre y volvió a la tierra de Israel. Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea como sucesor de su padre Herodes tuvo miedo de ir allá. Y avisado en sueños se retiró a Galilea y se estableció en una ciudad llamada Nazaret. Así se cumplió lo dicho por medio de los profetas, que se llamaría nazareno.
Palabra del Señor.
El Misterio de Navidad
525 Jesús nació en la humildad de un establo, de una familia pobre (cf. Lc 2, 6-7); unos sencillos pastores son los primeros testigos del acontecimiento. En esta pobreza se manifiesta la gloria del cielo (cf. Lc 2, 8-20). La Iglesia no se cansa de cantar la gloria de esta noche.
526 "Hacerse niño" con relación a Dios es la condición para entrar en el Reino (cf. Mt 18, 3-4); para eso es necesario abajarse (cf. Mt 23, 12), hacerse pequeño; más todavía: es necesario "nacer de lo alto" (Jn 3,7), "nacer de Dios" (Jn 1, 13) para "hacerse hijos de Dios" (Jn 1, 12). El Misterio de Navidad se realiza en nosotros cuando Cristo "toma forma" en nosotros (Ga 4, 19). Navidad es el Misterio de este "admirable intercambio": “O admirable intercambio! El Creador del género humano, tomando cuerpo y alma, nace de una virgen y, hecho hombre sin concurso de varón, nos da parte en su divinidad” (LH, antífona de la octava de Navidad).
530 La Huida a Egipto y la matanza de los inocentes (cf. Mt 2, 13-18) manifiestan la oposición de las tinieblas a la luz: "Vino a su Casa, y los suyos no lo recibieron"(Jn 1, 11). Toda la vida de Cristo estará bajo el signo de la persecución. Los suyos la comparten con él (cf. Jn 15, 20). Su vuelta de Egipto (cf. Mt 2, 15) recuerda el Éxodo (cf. Os 11, 1) y presenta a Jesús como el liberador definitivo.
EL EVANGELIO COMENTADO POR EL PAPA
“En este primer domingo después de Navidad, la Liturgia nos invita a celebrar la fiesta de la Sagrada Familia de Nazaret. En efecto, cada belén nos muestra a Jesús junto a la Virgen y a san José, en la cueva de Belén. Dios quiso nacer en una familia humana, quiso tener una madre y un padre, como nosotros.
Y hoy el Evangelio nos presenta a la Sagrada Familia por el camino doloroso del destierro, en busca de refugio en Egipto. José, María y Jesús experimentan la condición dramática de los refugiados, marcada por miedo, incertidumbre, incomodidades (cf. Mt 2, 13-15.19-23). Lamentablemente, en nuestros días, millones de familias pueden reconocerse en esta triste realidad. Casi cada día la televisión y los periódicos dan noticias de refugiados que huyen del hambre, de la guerra, de otros peligros graves, en busca de seguridad y de una vida digna para sí mismos y para sus familias.
En tierras lejanas, incluso cuando encuentran trabajo, no siempre los refugiados y los inmigrantes encuentran auténtica acogida, respeto, aprecio por los valores que llevan consigo. Sus legítimas expectativas chocan con situaciones complejas y dificultades que a veces parecen insuperables. Por ello, mientras fijamos la mirada en la Sagrada Familia de Nazaret en el momento en que se ve obligada a huir, pensemos en el drama de los inmigrantes y refugiados que son víctimas del rechazo y de la explotación, que son víctimas de la trata de personas y del trabajo esclavo. Pero pensemos también en los demás «exiliados»: yo les llamaría «exiliados ocultos», esos exiliados que pueden encontrarse en el seno de las familias mismas: los ancianos, por ejemplo, que a veces son tratados como presencias que estorban. Muchas veces pienso que un signo para saber cómo va una familia es ver cómo se tratan en ella a los niños y a los ancianos.
Jesús quiso pertenecer a una familia que experimentó estas dificultades, para que nadie se sienta excluido de la cercanía amorosa de Dios. La huida a Egipto causada por las amenazas de Herodes nos muestra que Dios está allí donde el hombre está en peligro, allí donde el hombre sufre, allí donde huye, donde experimenta el rechazo y el abandono; pero Dios está también allí donde el hombre sueña, espera volver a su patria en libertad, proyecta y elige en favor de la vida y la dignidad suya y de sus familiares.
Hoy, nuestra mirada a la Sagrada Familia se deja atraer también por la sencillez de la vida que ella lleva en Nazaret. Es un ejemplo que hace mucho bien a nuestras familias, les ayuda a convertirse cada vez más en una comunidad de amor y de reconciliación, donde se experimenta la ternura, la ayuda mutua y el perdón recíproco. Recordemos las tres palabras clave para vivir en paz y alegría en la familia: permiso, gracias, perdón. Cuando en una familia no se es entrometido y se pide «permiso», cuando en una familia no se es egoísta y se aprende a decir «gracias», y cuando en una familia uno se da cuenta que hizo algo malo y sabe pedir «perdón», en esa familia hay paz y hay alegría. Recordemos estas tres palabras. Pero las podemos repetir todos juntos: permiso, gracias, perdón. (Todos: permiso, gracias, perdón) Desearía alentar también a las familias a tomar conciencia de la importancia que tienen en la Iglesia y en la sociedad. El anuncio del Evangelio, en efecto, pasa ante todo a través de las familias, para llegar luego a los diversos ámbitos de la vida cotidiana.
Invoquemos con fervor a María santísima, la Madre de Jesús y Madre nuestra, y a san José, su esposo. Pidámosle a ellos que iluminen, conforten y guíen a cada familia del mundo, para que puedan realizar con dignidad y serenidad la misión que Dios les ha confiado.” (Francisco. Ángelus. 29-12-2013).
“San José juega un papel muy importante en la vida de Jesús y de María. Él es el custodio que nunca se cansa de proteger a su familia. Cuando Dios le advirtió de la amenaza de Herodes, no dudó en ponerse en camino y emigrar a Egipto (cf. Mt 2,13-15). Y una vez pasado el peligro, trajo a la familia de vuelta a Nazaret, donde fue el primer educador de Jesús niño y adolescente” (Francisco. Carta Apostólica Admirabile Signum nº 7).
Señor Jesús, te damos gracias por nuestros padres que nos han transmitido la fe de forma sencilla a través de la vida eclesial, del bautismo, la Eucaristía dominical, la oración sencilla en familia, la bendición de la mesa, la ayuda al necesitado, el montaje del belén… Concédenos la gracia y la alegría de transmitir a los hijos y a los nietos la misma experiencia: la de mostrar de muchas maneras que nos amas, que estás cerca de cada uno de nosotros, sea cual sea su situación o condición. Que todo en nuestra familia hable de tu amor. Hasta el perdón mutuo, cuando nos hemos ofendido.
Abre nuestro corazón al asombro y al agradecimiento de saber que Tú, estás siempre con nosotros, que nosotros estamos contigo. (Oración inspirada en Francisco. Carta Apostólica Admirabile Signum nº 10).
El PAJE DE SS.MM. LOS REYES DE ORIENTE nos invita a llevarle una carta en la que pidamos aquellos deseos que no se pueden comprar con dinero, aquellos deseos que no podemos alcanzar con nuestras fuerzas, lo que solo Dios puede realizar. Porque para Dios no hay nada imposible.
Nos invita a hacer la carta con nuestros hijos pidiendo que Dios reine en nuestros corazones, en nuestros matrimonios, en nuestras familias, en nuestra ciudad. Y a escribir pidiendo lo que necesitan vuestros hijos, lo que necesitáis vosotros como padres, por vuestra familia, por las personas necesitadas.
Estas cartas el paje las llevará a los monasterios de clausura. El Paje de SS. MM. Nos espera para recibir estas cartas el jueves 2 de enero a las 17.30 h. en la sala grande de los locales nuevos.
Del 30 de diciembre al 5 de enero de 2020
Lunes 30. Octava de la Navidad. 19.30 h.: Sin intención.
Martes 31. Por la mañana : San Silvestre I, Papa. Por la tarde: SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA MADRE DE DIOS.
18.00 h.: Con niños. En sufragio de: Rvdo. D. Juan Bautista Martínez Chiralt.
19.30 h.: En sufragio de: Juanita Saez; Salvador Escrivá Morant.
Miércoles 1. SOLEMNIDAD DE SANTA MARÍA MADRE DE DIOS. 10.00 h.: Sin intención.
11.30 h.: Pro Pópulo.
19.30 h.: Sin intención.
Jueves 2. San Basilio el Grande y San Gregorio Nacianceno, obispos y doctores. 19.30 h.: En sufragio de: Dif. Fam. Ferrer-Puig.
Viernes 3. Santísimo Nombre de Jesús. 19.30 h.: En sufragio de: Rogelio Roselló.
Sábado 4. Por la tarde: SEGUNDO DOMINGO DE NAVIDAD.
18.00 h.: Con niños. En sufragio de: Dif. Fam. García -Estruch,
19.30 h.: En sufragio de: Dif. Fam. Escrivá -Morant.
Domingo 5. SEGUNDO DOMINGO DE NAVIDAD.
10.00 h.: Sin intención.
11.30 h.: Pro Pópulo.
Domingo 5. Por la tarde: SOLEMNIDAD DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR.
19.30 h.: Sin intención.
20.30 h. Llegada de SS.MM los Reyes de Oriente.
Lunes 6. SOLEMNIDAD DE LA EPIFANÍA DEL SEÑOR.
10.00 h.: Sin intención.
11.30 h.: Pro Pópulo.
19.30 h.: Sin intención.
A lo largo del año, en todas las misas, se reza por todos los difuntos. Algunas celebraciones incluyen una intención particular por algún difunto o por alguna necesidad. En muchas de las ocasiones se acompaña de una ofrenda para el sacerdote llamada estipendio. Les invitamos a solicitar en el despacho la celebración de intenciones particulares o misas en sufragio.
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