Queridos hermanos:
La semana que
viene la parroquia ofrecerá la celebración comunitaria del Perdón. También
otras parroquias ofrecerán celebraciones comunitarias o ampliarán el horario de
confesiones. Las lecturas de este domingo nos pueden ayudar a ofrecer un
pequeño examen de conciencia, que unido al dolor de los pecados y al deseo de
la venida del Señor a nuestras vidas ofrezca una nueva vida, sana, restaurada,
regenerada.
Son dos caminos
distintos y opuestos los de vivir en el pecado o vivir en la esperanza en el
Señor. Las consecuencias de esperar con paciencia al Señor, de
desear que venga, de amarle, lleva a:
1. Reconocer la
grandeza y la majestad de Dios (Catecismo nº 143). Nuestras sequedades o faltas
de fruto de fe, esperanza y caridad, como el desierto, el yermo, la estepa de
la primera lectura, ¿no vendrán de nuestra falta de reconocer al Señor como el
único Dios? Nuestras cegueras, sorderas inmovilismos ¿no vendrán de servir
antes el dinero que a Dios, de no reconocer su grandeza y majestad? El Señor es
fiel, mantiene su fidelidad perpetuamente. El Señor es rey, reina eternamente,
de edad en edad, como dice el salmo de este domingo, y actúa en la historia:
haciendo justicia, dando pan, libertando, abriendo los ojos, enderezando.
2. Lleva a
vivir en acción de gracias. Todo viene del Señor. Estamos llamados a darle
gracias. Con alegría. Nuestras quejas de la situación que vivimos, nuestras
murmuraciones, que manchan el corazón como la lepra ¿no vendrán de una vida
desagradecida? ¿No habremos perdido la gratitud, la alabanza, en toda situación
y momento, sobre todo cuando las cosas no van bien? Juan en la cárcel no
desespera ni se queja ni murmura. Busca respuesta preguntando a Jesús. Y Jesús
le responde aumentando así su esperanza y gratitud.
3. Lleva a
reconocer la unidad y la verdadera dignidad de todos los hombres. (Catecismo nº
145). Todos son amados por Dios. El pecado trae consigo maldad, opresión,
injusticia, hambre. El Señor viene a curar y remediar estas enfermedades y sus
consecuencias.
4. Lleva
a confiar en Dios en todas las circunstancias, incluso en la
adversidad. (Catecismo nº 147). Como lo hizo Juan. La desconfianza respecto a
Dios ¿no estará en la causa de muchas faltas de esperanza, de paciencia,
incluso de escándalo?
5. Lleva a usar
bien las cosas creadas. (Catecismo nº 146). Se habla en estos días mucho del
cambio climático. Menos del cambio antropológico que produce el pecado y la
ingeniería social. El hombre se hace Dios y quita a Dios del medio y eso tiene
también consecuencias. Ven Señor, ven Esposo, ven Médico a curarnos. ¡Ven,
Señor Jesús!
Jesús, vuestro
párroco
+ Lectura del santo Evangelio según san Mateo 11, 2-11
En aquel tiempo, Juan, que había oído en la cárcel las obras del Mesías, mandó a sus discípulos a preguntarle:
«¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?».
Jesús les respondió:
«Id a anunciar a Juan lo que estáis viendo y oyendo:
los ciegos ven, y los cojos andan;
los leprosos quedan limpios y los sordos oyen;
los muertos resucitan
y los pobres son evangelizados.
¡Y bienaventurado el que no se escandalice de mí!».
Al irse ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan:
«¿Qué salisteis a contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento? ¿O qué salisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Mirad, los que visten con lujo habitan en los palacios. Entonces, ¿a qué salisteis?, ¿a ver a un profeta?
Sí, os digo, y más que profeta. Este es de quien está escrito:
“Yo envío mi mensajero delante de ti,
el cual preparará tu camino ante ti”.
En verdad os digo que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan el Bautista; aunque el más pequeño en el reino de los cielos es más grande que él».
Palabra del Señor.
Los signos del Reino de Dios
547 Jesús acompaña sus palabras con numerosos "milagros, prodigios y signos" (Hch 2, 22) que manifiestan que el Reino está presente en El. Ellos atestiguan que Jesús es el Mesías anunciado (cf, Lc 7, 18-23).
548 Los signos que lleva a cabo Jesús testimonian que el Padre le ha enviado (cf. Jn 5, 36; 10, 25). Invitan a creer en Jesús (cf. Jn 10, 38). Concede lo que le piden a los que acuden a él con fe (cf. Mc 5, 25-34; 10, 52; etc.). Por tanto, los milagros fortalecen la fe en Aquél que hace las obras de su Padre: éstas testimonian que él es Hijo de Dios (cf. Jn 10, 31-38). Pero también pueden ser "ocasión de escándalo" (Mt 11, 6). No pretenden satisfacer la curiosidad ni los deseos mágicos. A pesar de tan evidentes milagros, Jesús es rechazado por algunos (cf. Jn 11, 47-48); incluso se le acusa de obrar movido por los demonios (cf. Mc 3, 22).
549 Al liberar a algunos hombres de los males terrenos del hambre (cf. Jn 6, 5-15), de la injusticia (cf. Lc 19, 8), de la enfermedad y de la muerte (cf. Mt 11,5), Jesús realizó unos signos mesiánicos; no obstante, no vino para abolir todos los males aquí abajo (cf. Lc 12, 13. 14; Jn 18, 36), sino a liberar a los hombres de la esclavitud más grave, la del pecado (cf. Jn 8, 34-36), que es el obstáculo en su vocación de hijos de Dios y causa de todas sus servidumbres humanas.
El amor de los pobres
2443 Dios bendice a los que ayudan a los pobres y reprueba a los que se niegan a hacerlo: "a quien te pide da, al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda" (Mt 5,42). "Gratis lo recibisteis, dadlo gratis" (Mt 10,8). Jesucristo reconocerá a sus elegidos en lo que hayan hecho por los pobres (cf Mt 25,31-36). La buena nueva "anunciada a los pobres" (Mt 11,5; Lc 4,18) es el signo de la presencia de Cristo.
EL EVANGELIO COMENTADO POR EL PAPA
Hoy celebramos el tercer domingo de Adviento, caracterizado por la invitación de san Pablo: «Estad siempre alegres en el Señor: os lo repito, estad alegres» (Fil 4, 4-5). No es una alegría superficial o puramente emotiva a la que nos exhorta el apóstol, y ni siquiera una mundana o la alegría del consumismo. No, no es esa, sino que se trata de una alegría más auténtica, de la cual estamos llamados a redescubrir su sabor. El sabor de la verdadera alegría. Es una alegría que toca lo íntimo de nuestro ser, mientras que esperamos a Jesús, que ya ha venido a traer la salvación al mundo, el Mesías prometido, nacido en Belén de la Virgen María. La liturgia de la Palabra nos ofrece el contexto adecuado para comprender y vivir esta alegría. Isaías habla de desierto, de tierra árida, de estepa (cf. 35, 1); el profeta tiene ante sí manos débiles, rodillas vacilantes, corazones perdidos, ciegos, sordos y mudos (cf. vv. 3-6). Es el cuadro de una situación de desolación, de un destino inexorable sin Dios.
Pero finalmente la salvación es anunciada: «¡Ánimo, no temáis! —dice el profeta— [...] Mirad que vuestro Dios, [...] Él vendrá y os salvará» (cf. Is 35, 4). Y enseguida todo se transforma: el desierto florece, la consolación y la alegría inundan los corazones (cf. vv. 5-6). Estos signos anunciados por Isaías como reveladores de la salvación ya presente, se realizan en Jesús. Él mismo lo afirma respondiendo a los mensajeros enviados por Juan Bautista. ¿Qué dice Jesús a estos mensajeros? «Los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan» (Mt 11, 5). No son palabras, son hechos que demuestran cómo la salvación traída por Jesús, aferra a todo el ser humano y le regenera. Dios ha entrado en la historia para liberarnos de la esclavitud del pecado; ha puesto su tienda en medio de nosotros para compartir nuestra existencia, curar nuestras llagas, vendar nuestras heridas y donarnos la vida nueva. La alegría es el fruto de esta intervención de salvación y de amor de Dios.
Estamos llamados a dejarnos llevar por el sentimiento de exultación. Este júbilo, esta alegría... Pero un cristiano que no está alegre, algo le falta a este cristiano, ¡o no es cristiano! La alegría del corazón, la alegría dentro que nos lleva adelante y nos da el valor. El Señor viene, viene a nuestra vida como libertador, viene a liberarnos de todas las esclavitudes interiores y exteriores. Es Él quien nos indica el camino de la fidelidad, de la paciencia y de la perseverancia porque, a su llegada, nuestra alegría será plena.
La Navidad está cerca, los signos de su aproximarse son evidentes en nuestras calles y en nuestras casas; también aquí en la Plaza se ha puesto el pesebre con el árbol al lado. Estos signos externos nos invitan a acoger al Señor que siempre viene y llama a nuestra puerta, llama a nuestro corazón, para estar cerca de nosotros. Nos invitan a reconocer sus pasos entre los de los hermanos que pasan a nuestro lado, especialmente los más débiles y necesitados.
Hoy estamos invitados a alegrarnos por la llegada inminente de nuestro Redentor; y estamos llamados a compartir esta alegría con los demás, dando conforto y esperanza a los pobres, a los enfermos, a las personas solas e infelices. Que la Virgen María, la «sierva del Señor», nos ayude a escuchar la voz de Dios en la oración y a servirle con compasión en los hermanos, para llegar preparados a la cita con la Navidad, preparando nuestro corazón para acoger a Jesús. (Francisco. Ángelus. 11-12-2016).
Señor Jesús, paciente y misericordioso Salvador, acudimos a Ti, presurosos, ansiando tu venida.
Concédenos la gracia de no desalentarnos, superando todo tipo de adversidades, con la certeza de que Tú, Señor, no tardarás en venir.
Al reconocernos humildes, pobres y necesitados de tu ayuda, como los cojos, ciegos, sordos y mudos, te pedimos la alegría de esperar con paciencia y vigilancia tu próxima venida sabiendo que viniste en el silencio, en la humildad y en la pobreza del pesebre, y que a quien te abra el corazón le traerás tu alegría.
Concédenos hacer nuestros los sentimientos de María, que esperó en oración y en silencio tu venida redentora y preparó con cuidado tu nacimiento en Belén. (Oración inspirada en el Ángelus de San Juan Pablo II. Domingo 16 de diciembre de 2001).
«Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé».
«Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé».
Noé es figura de Jesucristo. Noé será el que traiga a los hombres la alegría del vino (cf. Gn 9,20: “Noé se dedicó a la labranza y plantó una viña”). Jesucristo nos traerá la alegría del vino nuevo, la alegría del Espíritu Santo, que requiere la esperanza y la paciencia del viñador. “El labrador aguarda el fruto precioso de la tierra, esperando con paciencia hasta que recibe la lluvia temprana y la tardía. Esperad con paciencia también vosotros, y fortaleced vuestros corazones, porque la venida del Señor está cerca”. (Sant 5,7-8). Jesucristo mismo será la Vid, nosotros los sarmientos (cf. Jn 15), para dar el fruto dulce de la caridad y la alegría. Aguardemos como María la venida del Señor.
LA ORACIÓN DE LA MAÑANA será de lunes a viernes, a las 6.30 de la mañana.
La parroquia ofrece una rifa de un jamón para ayudar a recaudar ingresos para atender a los necesitados de la parroquia. Es una campaña de Cáritas parroquial que sustituye la aportación de alimentos no perecederos por la finalización del Economato. Su lugar lo ocupará una tarjeta de crédito solidaria entregada a los necesitados para las compras de alimentos.
1. El jueves 19 a las 19.00 h. se rezará el Rosario por la Vida y tras la Eucaristía habrá una Vigilia de adoración por la vida.
2. Ya tiene a su disposición el Calendario 2020. También puede adquirir EL EVANGELIO 2020 Y LIBRETAS PARA APUNTES, así como las velas de la Corona de Adviento.
3. La Revista Callejeros de la Fe ya puede retirarla en despacho o sacristía.
Organizado por Cáritas interparroquial se ofrece un encuentro el sábado 28 de diciembre con el siguiente programa:
Organizado por Cáritas interparroquial se ofrece un encuentro el sábado 28 de diciembre con el siguiente programa:
9.00: Encuentro en la plaza del Ayuntamiento-Colegiata
9.30: Pasacalles por Gandía
10.45 Llegada al lugar del encuentro
11.30: Charlas sobre la familia, los retos de la familia en la era digital, y otras.
14.30: Comida fraterna y actividades en familia.
Del 16 al 22 de diciembre de 2019
Lunes 16. 19.30 h.: Sin intención.
Martes 17. 19.30 h.: Sin intención.
Miércoles 18. 19.30 h.: Sin intención.
Jueves 19. 19.30 h.: Sin intención.
Viernes 20. 19.30 h.: En sufragio de: Dif. Fam. Espí-Sanchis.
Sábado 21. San Pedro Canisio, presbítero y doctor de la Iglesia. Por la tarde: CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO. 18.00 h.: Con niños. Sin intención. 19.30 h.: Sin intención. 21.00 h.: Sin intención.
Domingo 22. CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO. 10.00 h.: Sin intención. 11.30 h.: Pro Pópulo. 19.30 h.: Sin intención.
A lo largo del año, en todas las misas, se reza por todos los difuntos. Algunas celebraciones incluyen una intención particular por algún difunto o por alguna necesidad. En muchas de las ocasiones se acompaña de una ofrenda para el sacerdote llamada estipendio. Les invitamos a solicitar en el despacho la celebración de intenciones particulares o misas en sufragio.
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