HOJA
PARROQUIAL
Parroquia de Sant Francesc de Borja
Domingo 11 de Marzo de 2018
Queridos hermanos:
Cerca ya la
Pascua, se va manifestando con mayor intensidad el amor que Dios nos tiene.
Dice el profeta Isaías: “porque te aprecio y eres valioso y yo te quiero”
(43,4), o como dice otra traducción “dado que eres precioso a mis ojos,
eres estimado, y yo te amo.” El amor de Dios es tan grande que es capaz de dar
algo por cada hombre. Lo que no podríamos imaginar es que diese a su Hijo
único. Y sigue dándonoslo en cada Eucaristía. “Tanto amó Dios al mundo que
entregó a su Hijo único.” Quizá nuestro problema sea el no conocer el veneno
que se nos inoculó al ser mordidos por la serpiente, por el pecado. Veneno que
nos dejaba muertos, en las tinieblas. “Si el Padre no nos hubiese entregado la
vida, no tendríamos vida. Si la vida no hubiese muerto, no se hubiese dado
muerte a la muerte” (San Agustín. Sermón 265 B,4). La ignorancia del pecado es
también una ignorancia del exceso de amor de Dios. “Tanto amó
Dios al mundo”. Aunque lo peor es preferir la tiniebla a la luz.
Somos
valiosísimos para Dios, ha puesto un precio muy alto: su hijo crucificado para
ser nuestra bandera, nuestra medicina, para ser curados, para tener vida
eterna. “Todo el que haya sido mordido por las serpientes de los pecados, mire
a Cristo, y tendrá salud con la remisión de los pecados.” (San Agustín. Sermón
6,7).
Es un tiempo
propicio el de Cuaresma para celebrar el Sacramento de la Misericordia, para
confesar los pecados y acercarnos a la luz. Dice el final del Evangelio de este
domingo que “el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que
sus obras están hechas según Dios.” Por medio de la confesión sincera e íntegra
de los pecados al sacerdote, que hace las veces de Cristo, el Señor te libera y
facilita que te reconcilies con los demás. La confesión es una forma de asumir
la responsabilidad del mal cometido y de abrirse a Dios y a la Iglesia haciendo
posible un nuevo futuro. (cf. Cat. Igl. Cat. 1455). Confesarse es una forma de
vivir en la verdad, reconociendo la verdad de pecadores, ante Dios y ante los
demás. No te engañes, hermano. Eres pecador. No te bastas a ti mismo. Tampoco
engañes a los demás pensando no necesitar la confesión de los pecados.
Confesarse es hacer de fiscal de uno mismo (cf. San Agustín. Anotaciones al
libro de Job. 13.537), acusándose en lugar de acusar a Dios o a los demás.
Confesarse es reconocer nuestra pobreza ante Dios y que no nos curamos a
nosotros mismos ni nos bastamos a nosotros mismos, sino que necesitamos pedir
el auxilio al mismo Dios. Confesarse es darse cuenta de la propia situación de
envenenado por la serpiente y de la necesidad que tenemos de esta medicina
levantada, traspasada por nuestros pecados. Pidamos para ello la gracia del
Espíritu Santo que nos lleve a confesar los pecados y a mirar con fe al
crucificado.
Jesús, vuestro
párroco
Lectura del santo evangelio según san Juan 3, 14-21
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: — «Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna. Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya esta juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. El juicio consiste en esto: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra perversamente detesta la luz y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que realiza la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.»
Palabra del Señor.
EL TANTO AMOR DE DIOS
219 El amor de Dios a Israel es comparado al amor de un padre a su hijo (Os 11,1). Este amor es más fuerte que el amor de una madre a sus hijos (cf. Is 49,14-15). Dios ama a su Pueblo más que un esposo a su amada (Is 62,4-5); este amor vencerá incluso las peores infidelidades (cf. Ez 16; Os 11); llegará hasta el don más precioso: "Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único" (Jn 3,16).
457 El Verbo se encarnó para salvarnos reconciliándonos con Dios: …: Nuestra naturaleza enferma exigía ser sanada; desgarrada, ser restablecida; muerta, ser resucitada. Habíamos perdido la posesión del bien, era necesario que se nos devolviera. Encerrados en las tinieblas, hacia falta que nos llegara la luz; estando cautivos, esperábamos un salvador; prisioneros, un socorro; esclavos, un libertador. ¿No tenían importancia estos razonamientos? ¿No merecían conmover a Dios hasta el punto de hacerle bajar hasta nuestra naturaleza humana para visitarla ya que la humanidad se encontraba en un estado tan miserable y tan desgraciado? (S. Gregorio de Nisa).
458 El Verbo se encarnó para que nosotros conociésemos así el amor de Dios.
459 El Verbo se encarnó para ser nuestro modelo de santidad: ... El es, en efecto, el modelo de las bienaventuranzas y la norma de la ley nueva: "Amaos los unos a los otros como yo os he amado" (Jn 15, 12). Este amor tiene como consecuencia la ofrenda efectiva de sí mismo (cf. Mc 8, 34).
460 El Verbo se encarnó para hacernos "partícipes de la naturaleza divina" (2 P 1, 4).
EL JUICIO CONSISTE EN ESTO
678 Jesús anunció en su predicación el Juicio del último Día. Entonces, se pondrán a la luz la conducta de cada uno (cf. Mc 12, 38-40) y el secreto de los corazones (cf. Lc 12, 1-3; Jn 3, 20-21; Rm 2, 16; 1 Co 4, 5). Entonces será condenada la incredulidad culpable que ha tenido en nada la gracia ofrecida por Dios (cf Mt 11, 20-24; 12, 41-42).
679 El Hijo no ha venido para juzgar sino para salvar (cf. Jn 3,17) y para dar la vida que hay en él (cf. Jn 5, 26). Es por el rechazo de la gracia en esta vida por lo que cada uno se juzga ya a sí mismo (cf. Jn 3, 18; 12, 48); es retribuido según sus obras (cf. 1 Co 3, 12- 15) y puede incluso condenarse eternamente al rechazar el Espíritu de amor (cf. Mt 12, 32; Hb 6, 4-6; 10, 26-31).
EL EVANGELIO COMENTADO POR EL PAPA
“El Evangelio de hoy nos vuelve a proponer las palabras que Jesús dirigió a Nicodemo: «Tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito» (Jn 3, 16). Al escuchar estas palabras, dirijamos la mirada de nuestro corazón a Jesús Crucificado y sintamos dentro de nosotros que Dio nos ama, nos ama de verdad, y nos ama en gran medida. Esta es la expresión más sencilla que resume todo el Evangelio, toda la fe, toda la teología: Dios nos ama con amor gratuito y sin medida.
Así nos ama Dios y este amor Dios lo demuestra ante todo en la creación, como proclama la liturgia, en la Plegaria eucarística IV: «A imagen tuya creaste al hombre y le encomendaste el universo entero, para que, sirviéndote sólo a ti, su Creador, dominara todo lo creado». En el origen del mundo está sólo el amor libre y gratuito del Padre. San Ireneo un santo de los primeros siglos escribe: «Dios no creó a Adán porque tenía necesidad del hombre, sino para tener a alguien a quien donar sus beneficios» (Adversus haereses, IV, 14, 1). Es así, el amor de Dios es así.
Continúa así la Plegaria eucarística IV: «Y cuando por desobediencia perdió tu amistad, no lo abandonaste al poder de la muerte, sino que, compadecido, tendiste la mano a todos». Vino con su misericordia. Como en la creación, también en las etapas sucesivas de la historia de la salvación destaca la gratuidad del amor de Dios: el Señor elige a su pueblo no porque se lo merezca, sino porque es el más pequeño entre todos los pueblos, como dice Él. Y cuando llega «la plenitud de los tiempos», a pesar de que los hombres en más de una ocasión quebrantaron la alianza, Dios, en lugar de abandonarlos, estrechó con ellos un vínculo nuevo, en la sangre de Jesús —el vínculo de la nueva y eterna alianza—, un vínculo que jamás nada lo podrá romper.
San Pablo nos recuerda: «Dios, rico en misericordia, —nunca olvidarlo, es rico en misericordia— por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho revivir con Cristo» (Ef 2, 4-5). La Cruz de Cristo es la prueba suprema de la misericordia y del amor de Dios por nosotros: Jesús nos amó «hasta el extremo» (Jn 13, 1), es decir, no sólo hasta el último instante de su vida terrena, sino hasta el límite extremo del amor. Si en la creación el Padre nos dio la prueba de su inmenso amor dándonos la vida, en la pasión y en la muerte de su Hijo nos dio la prueba de las pruebas: vino a sufrir y morir por nosotros. Así de grande es la misericordia de Dios: Él nos ama, nos perdona; Dios perdona todo y Dios perdona siempre.
Que María, que es Madre de misericordia, nos ponga en el corazón la certeza de que somos amados por Dios; nos sea cercana en los momentos de dificultad y nos done los sentimientos de su Hijo, para que nuestro itinerario cuaresmal sea experiencia de perdón, acogida y caridad.
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Mira a este hombre, para que imites su vida, porque no hay otro camino para salvarse, sino Él. Mira a este hombre, para que tengas compasión de Él, puesto que estaba tal, que bastaba a mover a compasión a los que le querían mal. Mira a este hombre, para que llores, porque nosotros lo pusimos con nuestros pecados tal cual está. Mira a este hombre, para que lo ames, pues padece tanto por nosotros. Mira a este hombre, para hermosearte, porque en Él hallarás cuantos colores quieras, con los que te hermosees: colorado, de las bofetadas que recientes le han dado; cárdeno, de las que le dieron hace un rato y en la noche pasada; amarillo, con la abstinencia de la vida toda y trabajos de la noche pasada; blanco, de las salivas que le echaron en la cara; ennegrecido, de los golpes, que le habían magullado su sagrada cara; las mejillas hinchadas, y de cuantos colores se las quisieron pintar los sayones. Porque según está profetizado por Isaías, 34 en persona de Cristo: Mis mejillas di a los que me arrancaban la barba; y mi cuerpo a quien lo hería (50, 6). Mirad, doncella, a este hombre, porque no puede escapar de muerte quien no lo mire. Porque así como alzó en un palo Moisés la serpiente en el desierto (cf. Núm, 21, 9; Jn, 3, 14-15) para que los heridos mirándola viviesen, y quien no la mirase muriese, así, quien no mire con fe y con amor a Cristo puesto en el madero de la cruz, morirá para siempre. (…) Mira, pues, en la faz de tu Cristo, creyendo en Él, confiando en Él, amándolo a Él, y a todos por Él. Mira en la faz de tu Cristo, pensando en Él, y cotejando tu vida con Él, para que en Él, como en un espejo, veas tus faltas, y cuan lejos vas de Él; para que conociendo tus faltas que te afean, tomes de sus lágrimas y de su sangre, que por su cara hermosa ves correr, y con dolor limpiéis tus manchas y quedes hermosa.” (San Juan de Ávila. Audi Filia 112)
ACTO DE CONTRICCIÓN
Dios mío, con todo corazón me arrepiento
de todo el mal que he hecho
y de todo lo bueno que he dejado de hacer.
Al pecar, te he ofendido a ti,
que eres el Supremo Bien
y digno de ser amado sobre todas las cosas.
Propongo firmemente, con la ayuda de tu gracia,
hacer penitencia, no volver a pecar
y huir de las ocasiones de pecado.
Señor: Por los méritos de la pasión
de nuestro Salvador Jesucristo, apiádate de mí.
La Cuaresma es un tiempo de conversión y de preparación a la Pascua.
Todos los viernes de Cuaresma también son días de abstinencia de comer carne. El viernes anterior a San José, este año el 16 de marzo, con motivo de las Fiestas en honor a San José, el señor arzobispo suele dispensar de esta abstinencia.
Os recordamos que durante toda la cuaresma, en los días laborables, a las 6’30 de la mañana, se reza la oración comunitaria de Laudes en el Templo parroquial de modo solemne y cantado. Y a las 10.00 h. Oración de la mañana con Exposición del Santísimo Sacramento en la Capilla de la Comunión.
Esta semana solamente lunes, martes y miércoles. Jueves 15 y viernes 16 NO HABRÁ.
También los viernes de Cuaresma hay Adoración eucarística en la parroquia por la tarde de 16.30 h. a 19.00 h. Durante ese tiempo se puede celebrar el Sacramento del Perdón. A las 18.30 se rezará el Rosario y a las 19.00 h. se hará la Reserva para hacer el Ejercicio del Vía Crucis.
Os invitamos a ser cireneos que alivien el peso de la cruz de hermanos nuestros colaborando con vuestra aportación en las diversas necesidades que aparecen en la cruz que hemos puesto a la entrada de la Iglesia. Podréis entregar las limosnas en sobres donde se especifique la ayuda concreta o entregándolo a los sacerdotes o en el buzón parroquial.
Recaudado hasta el momento
703,55 €.
Muchas gracias en nombre de los que más lo necesitan.
1. En este tiempo de cuaresma, la Parroquia convoca a todos los miembros de las familias de la Parroquia a participar en este concurso de dibujo-pintura, redacción y poesía, con el fin de involucrarnos en la preparación de nuestros corazones a la Pascua de Nuestro Señor Jesucristo.
Este concurso se convoca para fomentar la lectura, la escritura y el dibujo, y el tema será: TU FAMILIA AL PIE DE LA CRUZ. Encontrarán las bases del concurso en la mesita de la entrada.
2. Proclamación pública de la fe en la Parroquia de Cristo Rey de Gandía: martes y viernes a las 20.30 h.
3. El lunes 12 de marzo a las 20.30 h. habrá reunión del Consejo parroquial de pastoral.
4. El martes 13 de marzo a las 20.30 h. habrá reunión del Equipo de Pastoral de la Salud.
5. Encontrarán en la mesita dos ayudas para la celebración del Sacramento del Perdón:
- Un folleto para la PREPARACIÓN DEL SACRAMENTO con la explicación de los pasos a dar para prepararse bien a celebrar el Sacramento del Perdón: Examen de conciencia, Dolor de los pecados (contricción), Propósito de enmienda, Confesión de los pecados, Absolución y Satisfacción o cumplimiento de la Penitencia. Incluye un examen de conciencia al final del folleto.
Del 12 al 18 de marzo de 2018
Lunes 12. 19.30 h.: En sufragio de: Carmen Postigo Velasco.
Martes 13. 19.30 h.: Sin intención.
Miércoles 14. 19.30 h.: En sufragio de: José Macarell.
Jueves 15. 19.30 h.: Sin intención.
Viernes 16. 19.30 h.: En sufragio de: Mª José Macarell.
Sábado 17. Por la tarde: DOMINGO QUINTO DE CUARESMA.
18.00 h.: Con niños. Sin intención.
19.30 h.: Sin intención.
21.00 h.: Sin intención.
Domingo 18. DOMINGO QUINTO DE CUARESMA.
10.00 h.: Sin intención.
11.30 h.: Pro Pópulo.
19.30 h.: Sin intención.
Lunes 19. Solemnidad de San José, esposo de la Virgen María.
10.00 h.: Sin intención.
11.30 h.: Pro Pópulo.
19.30 h.: Sin intención.
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