HOJA
PARROQUIAL
Parroquia de Sant Francesc de Borja
Domingo 25 de Febrero de 2018
Queridos hermanos:
Al
iniciar la segunda semana de ascensión al Monte Santo de la Pascua puede que te
encuentres ya fatigado, que hayas tirado la toalla, que hayas dejado las armas
de la limosna, la oración y el ayuno. El camino cuaresmal bien vivido es un
camino superior a las propias fuerzas y el diablo no desea que subas al Monte
de la Pascua. Y si lo haces, que te quedes a mitad de camino. Doble victoria
para él. Por eso, deja que Jesús te lleve y suba contigo.
Puede
que no creas en la belleza que se te manifestará en ese monte, que creas uno es
como es y así hasta que se muere, que nada cambia, que todo es gris e incoloro,
sobre todo a partir de cierta edad. Puede que tus ojos no vean la belleza del
paisaje, preocupado por tu propio cansancio. Por eso te animamos a creer en
Jesús transfigurado y en la fuerza blanqueadora del Espíritu Santo. Di con la
canción “En nuestra oscuridad, enciende la llama de tu amor, Señor.”
Puede
que estés asustado y el miedo paralice tus movimientos, de tal forma que
prefieras seguir la rutina de los pasos ya aprendidos, mantenerte en la
seguridad de lo que conoces y no aventurarte en la promesa de bienes futuros.
Puede
que te superen los acontecimientos que vives y quieras meter el océano de amor
en el frasquito de tu mente. Puede que no sepas qué decir en la oración, o en
la relación con los demás. Puede que no sepas contemplar, admirar, agradecer,
esperar e ir agrandando la capacidad de la propia mente, ampliando la anchura
del corazón para acoger, para conservar la belleza, la bondad, la verdad, sin
aprisionarla en una vida injusta y chata. Espera, pues, ten paciencia, Espera
en el Señor.
Puede
que no sepas dejarte abrazar por la nube del Espíritu Santo que refresca una
mente árida y reseca de buen juicio.
Puede
que no conozcas el poder de unos oídos abiertos a la Palabra, que hacen
silencio para escuchar. Puede que no sepas que por el oído se alimenta el
corazón, que el esófago del corazón está en el oído abierto. Quizá desconozcas
que la escucha atenta de la Palabra del Padre te lleva a participar del amor
que el Padre tiene a su Hijo. Y en su Hijo eres amado. No hay otro oasis que
vivir en el hijo para vivir del amor del Padre. Puede que no sepas que la
subida de la Cuaresma lleva al monte de la Pascua y que todo termina en
resurrección… de Jesús y de tu propio corazón. Y si era tu corazón el que
estaba enfermo, fatigado, desanimado, asustado, solo, sordo… sube con el
médico, que abrirá tus oídos, despertará tus ojos, empapará con su Espíritu tu
sequedad y sanará tu corazón. “Cristo Jesús, oh fuego que abrasa, que las
tinieblas en mí no tengan voz. Cristo Jesús, disipa mis sombras. Y que en mí
sólo hable tu amor.”
Jesús, vuestro párroco
Lectura del santo evangelio según san Marcos 9, 2-10
En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo.
Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús:
— «Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.»
Estaban asustados, y no sabía lo que decía.
Se formó una nube que los cubrió, y salió una voz de la nube: — «Este es mi Hijo amado; escuchadlo.»
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les mandó: — «No contéis a nadie lo que habéis visto, hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.»
Esto se les quedó grabado, y discutían qué querría decir aquello de «resucitar de entre los muertos».
Palabra del Señor.
444. Los Evangelios narran en dos momentos solemnes, el bautismo y la transfiguración de Cristo, que la voz del Padre lo designa como su "Hijo amado" (Mt 3, 17; 17, 5).
554. A partir del día en que Pedro confesó que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios vivo, el Maestro "comenzó a mostrar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén, y sufrir... y ser condenado a muerte y resucitar al tercer día" (Mt 16, 21): Pedro rechazó este anuncio (cf. Mt 16, 22-23), los otros no lo comprendieron mejor (cf. Mt 17, 23; Lc 9, 45). En este contexto se sitúa el episodio misterioso de la Transfiguración de Jesús.
555. Por un instante, Jesús muestra su gloria divina, confirmando así la confesión de Pedro. Muestra también que para "entrar en su gloria" (Lc 24, 26), es necesario pasar por la Cruz en Jerusalén. ... La Pasión de Jesús es la voluntad por excelencia del Padre: el Hijo actúa como siervo de Dios (cf. Is 42, 1).:
Tú te has transfigurado en la montaña, y, en la medida en que ellos eran capaces, tus discípulos han contemplado Tu Gloria, oh Cristo Dios, a fin de que cuando te vieran crucificado comprendiesen que Tu Pasión era voluntaria y anunciasen al mundo que Tú eres verdaderamente la irradiación del Padre (Liturgia bizantina, Kontakion de la Fiesta de la Transfiguración).
556. En el umbral de la vida pública se sitúa el Bautismo; en el de la Pascua, la Transfiguración. Por el bautismo de Jesús "fue manifestado el misterio de la primera regeneración": nuestro bautismo; la Transfiguración "es sacramento de la segunda regeneración": nuestra propia resurrección (Santo Tomás, s.th. 3, 45, 4, ad 2). Desde ahora nosotros participamos en la Resurrección del Señor por el Espíritu Santo que actúa en los sacramentos del Cuerpo de Cristo. La Transfiguración nos concede una visión anticipada de la gloriosa venida de Cristo "el cual transfigurará este miserable cuerpo nuestro en un cuerpo glorioso como el suyo" (Flp 3, 21). Pero ella nos recuerda también que "es necesario que pasemos por muchas tribulaciones para entrar en el Reino de Dios" (Hch 14, 22):
Pedro no había comprendido eso cuando deseaba vivir con Cristo en la montaña (cf. Lc 9, 33). Te ha reservado eso, oh Pedro, para después de la muerte. Pero ahora, él mismo dice: Desciende para penar en la tierra, para servir en la tierra, para ser despreciado y crucificado en la tierra. La Vida desciende para hacerse matar; el Pan desciende para tener hambre; el Camino desciende para fatigarse andando; la Fuente desciende para sentir la sed; y tú, ¿vas a negarte a sufrir? (S. Agustín, serm. 78, 6).
568. La Transfiguración de Cristo tiene por finalidad fortalecer la fe de los Apóstoles ante la proximidad de la Pasión: la subida a un "monte alto" prepara la subida al Calvario. Cristo, Cabeza de la Iglesia, manifiesta lo que su cuerpo contiene e irradia en los sacramentos: "la esperanza de la gloria" (Col 1, 27) (cf. S. León Magno, serm. 51, 3).
EL EVANGELIO COMENTADO POR EL PAPA
El domingo pasado la liturgia nos presentó a Jesús tentado por Satanás en el desierto, pero victorioso en la tentación. A la luz de este Evangelio, hemos tomado nuevamente conciencia de nuestra condición de pecadores, pero también de la victoria sobre el mal donada a quienes inician el camino de conversión y que, como Jesús, quieren hacer la voluntad del Padre. En este segundo domingo de Cuaresma, la Iglesia nos indica la meta de este itinerario de conversión, es decir, la participación en la gloria de Cristo, que resplandece en el rostro del Siervo obediente, muerto y resucitado por nosotros.
El pasaje evangélico narra el acontecimiento de la Transfiguración, que se sitúa en la cima del ministerio público de Jesús. Él está en camino hacia Jerusalén, donde se cumplirán las profecías del «Siervo de Dios» y se consumará su sacrificio redentor. La multitud no entendía esto: ante las perspectivas de un Mesías que contrasta con sus expectativas terrenas, lo abandonaron. Pero ellos pensaban que el Mesías sería un liberador del dominio de los romanos, un liberador de la patria, y esta perspectiva de Jesús no les gusta y lo abandonan. Incluso los Apóstoles no entienden las palabras con las que Jesús anuncia el cumplimiento de su misión en la pasión gloriosa, ¡no comprenden! Jesús entonces toma la decisión de mostrar a Pedro, Santiago y Juan una anticipación de su gloria, la que tendrá después de la resurrección, para confirmarlos en la fe y alentarlos a seguirlo por la senda de la prueba, por el camino de la Cruz. Y, así, sobre un monte alto, inmerso en oración, se transfigura delante de ellos: su rostro y toda su persona irradian una luz resplandeciente. Los tres discípulos están asustados, mientras una nube los envuelve y desde lo alto resuena —como en el Bautismo en el Jordán— la voz del Padre: «Este es mi Hijo amado; escuchadlo» (Mc 9, 7). Jesús es el Hijo hecho Siervo, enviado al mundo para realizar a través de la Cruz el proyecto de la salvación, para salvarnos a todos nosotros. Su adhesión plena a la voluntad del Padre hace su humanidad transparente a la gloria de Dios, que es el Amor.
Jesús se revela así como el icono perfecto del Padre, la irradiación de su gloria. Es el cumplimiento de la revelación; por eso junto a Él transfigurado aparecen Moisés y Elías, que representan la Ley y los Profetas, para significar que todo termina y comienza en Jesús, en su pasión y en su gloria.
La consigna para los discípulos y para nosotros es esta: «¡Escuchadlo!». Escuchad a Jesús. Él es el Salvador: seguidlo. Escuchar a Cristo, en efecto, lleva a asumir la lógica de su misterio pascual, ponerse en camino con Él para hacer de la propia vida un don de amor para los demás, en dócil obediencia a la voluntad de Dios, con una actitud de desapego de las cosas mundanas y de libertad interior. Es necesario, en otras palabras, estar dispuestos a «perder la propia vida» (cf. Mc 8, 35), entregándola a fin de que todos los hombres se salven: así, nos encontraremos en la felicidad eterna. El camino de Jesús nos lleva siempre a la felicidad, ¡no lo olvidéis! El camino de Jesús nos lleva siempre a la felicidad. Habrá siempre una cruz en medio, pruebas, pero al final nos lleva siempre a la felicidad. Jesús no nos engaña, nos prometió la felicidad y nos la dará si vamos por sus caminos.
Con Pedro, Santiago y Juan subamos también nosotros hoy al monte de la Transfiguración y permanezcamos en contemplación del rostro de Jesús, para acoger su mensaje y traducirlo en nuestra vida; para que también nosotros podamos ser transfigurados por el Amor. En realidad, el amor es capaz de transfigurar todo. ¡El amor transfigura todo! ¿Creéis en esto? Que la Virgen María, que ahora invocamos con la oración del Ángelus, nos sostenga en este camino. (Francisco. Angelus. 1-3-2015).
Señor Jesús, que mostraste tu hermosura y belleza en el Monte de la Transfiguración, míranos y transfórmanos en tu hermosura, haznos semejantes a tu belleza para empezar a vivir y a gozar aquella hermosura que se nos dará sin límites en la vida eterna» (cf. S. Juan de la Cruz. «Cántico Espiritual»).
Pues Tú eres «Hermoso siendo Dios, Verbo en Dios...
Eres hermoso en el cielo y eres hermoso en la tierra;
hermoso en el seno, hermoso en los brazos de tus padres,
hermoso en los milagros, hermoso en los azotes;
hermoso invitado a la vida,
hermoso no preocupándose de la muerte,
hermoso dando la vida, hermoso tomándola;
hermoso en la cruz, hermoso en el sepulcro
y hermoso en el cielo.
Señor, que la flaqueza de tu carne crucificada no aparte nuestros ojos del esplendor de tu hermosura»
La Cuaresma es un tiempo de conversión y de preparación a la Pascua.
Todos los viernes de Cuaresma también son días de abstinencia de comer carne. Os recordamos que durante toda la cuaresma, en los días laborables, a las 6’30 de la mañana, se reza la oración comunitaria de Laudes en el Templo parroquial de modo solemne y cantado. Y a las 10.00 h. Oración de la mañana con Exposición del Santísimo Sacramento en la Capilla de la Comunión.
Os invitamos a ser cireneos que alivien el peso de la cruz de hermanos nuestros colaborando con vuestra aportación en las diversas necesidades que aparecen en la cruz que hemos puesto a la entrada de la Iglesia. Podréis entregar las limosnas en sobres donde se especifique la ayuda concreta o entregándolo a los sacerdotes o en el buzón parroquial. Muchas gracias en nombre de los que más lo necesitan.
FORMACIÓN DE CÁRITAS “LOS LUNES COMPARTIDOS”
El lunes 26 de febrero a las 20.00 h. en la sede de Cáritas Interparroquial con el tema “El estilo propio de Evangelizar desde Cáritas” a cargo de Pepe Real, responsable del área de formación de Cáritas Diocesana de Valencia.
1. FORMACIÓN ARCIPRESTAL DE CATEQUISTAS.
El lunes 26 de febrero a las 17.30 h. y a las 20.15 h. en los locales parroquiales de San Francisco de Borja de Gandía trabajaremos la catequesis Pascual que dio Jesús a sus discípulos. La catequesis figurativa o simbólica o tipológica, para ayudar a la lectura de la Sagrada Escritura.
2. El sábado 3 de marzo a las 18.00 h. se hará la entrega del Padrenuestro a los niños de 2º curso de Jesús es el Señor.
3. El próximo domingo 4 de marzo es el Día del Seminario. La colecta irá destinada a la ayuda de esta Institución procurando medios y aportaciones para la adecuada formación de los futuros sacerdotes.
4. TERCER ANIVERSARIO DE LA ADORACIÓN PERPETUA EN GANDÍA. El próximo domingo 4 de marzo a las 19.30 h. el obispo auxiliar de Valencia presidirá la Eucaristía en la Parroquia de Cristo Rey. Al finalizar la Eucaristía se hará el traslado procesional del Santísimo Sacramento hasta la Capilla de Santa Clara. Si quieres ser adorador puedes llamar al teléfono: 662 362 704.
Del 26 de febrero al 4 de marzo de 2018
Lunes 26. 19.30 h.: En sufragio de: Hermanos Pedro, Juan Pedro y madre.
Martes 27. 19.30 h.: En sufragio de: Dif. Fam. Peiró - Vidal.
Miércoles 28. 19.30 h.: En sufragio de: Luis Borrull; Antonio, Petra, Juan de Dios Polvoreda; Víctor Ferragut.
Jueves 1. 19.30 h.: En sufragio de: Rosendo Roche.
Viernes 2. 19.30 h.: En sufragio de: Dif. Fam. Ferrer-Puig.
Sábado 3. Por la tarde: TERCER DOMINGO DE CUARESMA. 18.00 h.: Con niños. En sufragio de: Dif. Fam. García-Estruch. 19.30 h.: Sin intención. 21.00 h.: Sin intención.
Domingo 4. TERCER DOMINGO DE CUARESMA. 10.00 h.: Sin intención. 11.30 h.: Pro Pópulo. 19.30 h.: Sin intención.
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