4 de abril de 2024

Domingo 7 de Abril de 2024 - DOMINGO 2º DE PASCUA - B

 DOMINGO 2º DE PACUA. CICLO B

 San Juan nos narra de esta manera el encuentro de los apóstoles con Jesús Resucitado. Encontramos en la narración dos actitudes de los discípulos: el temor (tenían miedo a los judíos) y el escepticismo (no creer hasta no ver). Sabiendo que el evangelio de Juan es un libro de signos, podríamos deducir que en esta escena, el evangelista aborda las dos actitudes principales de los seguidores de Jesús después de su muerte, temor y escepticismo. Por otro lado nos encontramos con la respuesta de Jesús ante estas actitudes; Él les pide ver su cuerpo para creer y nombra dichosos a los que sin ver creerán; y por otro lado, Él les envía a predicar, a dar testimonio, guiados por el Espíritu Santo; les pide no tener miedo sino vivir en paz, porque Él estará con ellos. Así, el encuentro con Jesús resucitado termina en una bellísima profesión de fe: “Señor mío y Dios mío”, o en palabras del evangelista Juan: “Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios”.

 

Lectura del santo Evangelio según san Juan. 20, 19-31

                Al anochecer del día de la resurrección, estando cerradas las puertas de la casa donde se hallaban los discípulos, por miedo a los judíos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con vosotros”. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Cuando los discípulos vieron al Señor, se llenaron de alegría.

De nuevo Jesús les dijo: “La paz esté con vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”. Después de decir esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Recibid al Espíritu Santo. A los que les perdonéis los pecados, les quedarán perdonados; y a los que no se los perdonéis, les quedarán sin perdonar”.

                Tomás, uno de los Doce, a quien llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando vino Jesús, y los otros discípulos le decían: “Hemos visto al Señor”. Pero él les contestó: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré”.

Ocho días después, estaban reunidos los discípulos a puerta cerrada y Tomás estaba con ellos. Jesús se presentó de nuevo en medio de ellos y les dijo: “La paz esté con vosotros”. Luego dijo a Tomás: “Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree”. Tomás le respondió: “¡Señor mío y Dios mío!” Jesús añadió: “Tú crees porque me has visto; dichosos los que creen sin haber visto”.

                Otras muchas señales milagrosas hizo Jesús en presencia de sus discípulos, pero no están escritas en este libro. Se escribieron éstas para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en vosotros.
Formación en la fe

El significado del tiempo pascual 

Pascua es la más antigua y la más grande de las fiestas cristianas; más importante incluso que Navidad. Su celebración en la vigilia pascual constituye el corazón del año litúrgico. Dicha celebración, precedida por los cuarenta días de cuaresma, se prolonga a lo largo de todo el período de cincuenta días que llamamos tiempo pascual. Esta es la gran época de gozo, que culmina en la fiesta de pentecostés, que completa nuestras celebraciones pascuales, lo mismo que la primera fiesta de pentecostés fue la culminación y plenitud de la obra redentora de Cristo.

El calendario romano general proporciona una clave para la comprensión de esta época en su sección sobre el tiempo pascual:

Los cincuenta días que van desde el domingo de resurrección hasta el domingo de pentecostés han de ser celebrados con alegría y exultación, como si se tratara de un solo y único día festivo; más aun, como un "gran domingo". Estos son los días en los que principalmente se canta el Aleluya (n. 22).

Es una descripción muy significativa. Demuestra claramente que hoy la Iglesia interpreta la pascua y sus resultados exactamente en el mismo sentido que lo hacía la Iglesia de la antigüedad. En esta interpretación de la pascua, el nuevo calendario es todavía más tradicional que el anterior.

Explicaremos por qué.

Antes de la reforma del calendario y del misal, el tiempo de pascua era presentado como apéndice de la pascua más que como parte intrínseca de la misma celebración pascual y su continuación durante todo el período de cuarenta días. Los domingos que seguían se llamaban domingos después de pascua, y no domingos de pascua, como se los designa actualmente. Era realmente un tiempo de carácter jubiloso y festivo; pero no se lo podría definir como una celebración ininterrumpida del día mismo de pascua.

Este período pertenece a la parte más antigua del año litúrgico, que, en su forma primitiva (siglo III), constaba simplemente del domingo, el triduo pascual y los cincuenta días que seguían al domingo de pascua, llamados entonces pentecostés o "santo pentecostés". El nombre no se refería, como ahora, a un día concreto, sino a todo el período.

Pentecostés era una larga y gozosa celebración de la fiesta de pascua. Todo el período era como un domingo, y para la Iglesia primitiva el domingo era sencillamente la pascua semanal. Los cincuenta días se consideraban como un solo día, e incluso se los designaba con el nombre de "el gran domingo" (magna dominica).
Rincón de oración

VIVIR LA PASCUA

Nos felicitamos la Pascua. Cantamos la Pascua. Anunciamos de mil formas el misterio  pascual. Pero, ¿vivimos este misterio? Cristo vive, decimos. Pero, ¿estamos resucitados con  él?

 

Vivir la Pascua significa:

- Pasar por la cruz, como los hebreos "pasaron" por el mar rojo. El rostro y el cuerpo de  Cristo glorioso está marcado por las cicatrices. No se puede llegar a la pascua, sin dar antes  los pasos previos. No se puede llegar a la pascua sin romperse, como la losa del sepulcro,  sin conseguir primero un despojo total y una entrega sin reservas, o una aceptación  incondicional de la voluntad del Padre. Una pascua sin cruz no es más que una fiesta de primavera.

- Vivir en éxodo permanente, cuando se sale de Egipto deprisa y se come de pie, cuando  nadie se instala en situaciones placenteras ni se conforma con las libertades conseguidas,  cuando se afrontan los problemas que se presentan en cada hora, cuando no se renuncia a  la tierra prometida.

- Creer en la esperanza, aceptando la propia superación de cada día. Aceptar al Dios sorpresa, al Dios que  pasa, al Dios que viene, al Dios que se hace presente y está en cualquier persona o  acontecimiento o en cada sacramento. Y aceptar la sorpresa de Dios: su palabra,  su regalo, su providencia, su amor. Aceptar la sorpresa de la vida, porque el futuro no está  escrito. Aceptar la sorpresa de los hombres, que no siempre son rutinarios y mediocres. De esta esperanza surge el talante pascual, firme y confiado.

- Dejarse renovar y recrear. Dejar que el Señor resucitado exhale su aliento sobre  nosotros, su Espíritu creador, como al principio. Que su aliento vital dé nueva vida a  nuestros huesos secos. Ser capaces de nacer de nuevo, "capaces de la santa novedad"  (Liturgia). Ser capaces de alimentarse con "los panes ácimos de la sinceridad y la verdad".  (1 Cor. 5, 8).

- Estar en Cristo. "El que está en Cristo es una nueva creación; pasó lo viejo, todo es  nuevo" (2 Cor. S, 17). "Estar en Cristo": frase feliz acuñada y repetida por Pablo -casi 200  veces en el N.T.- resume todo el misterio de la pascua. No sólo anunciamos que Cristo vive,  sino que Cristo vive en mí o que yo vivo en Cristo. Estar en Cristo es estar en la verdad y  vivir en el amor; es dejarse ganar por su Espíritu, tener sus mismos sentimientos, responder  a su llamada; es vivir la filiación, ser hijos en el Hijo, orar como él lo hizo, sentir la fraternidad  y vivir la comunión. Estar en Cristo es acompañar, es escuchar, es trabajar, es morir y vivir en él; es ser él.

-- "Vivir en la fe del Hijo de Dios, que amó y se entregó por mí". (Gl. 2, 20).

-- "Crucificar la carne con sus pasiones y sus apetencias" (Gl. 5, 24).

-- "Estar crucificado para el mundo" (Gl. 6, 14).

-- "Revestirse del hombre nuevo" (Ef. 4, 24).

-- "No tener otra vida que Cristo". (Flp. I, 21).

-- "Tener por basura" todo lo que no sea Cristo. (Flp. 3, 8).

-- "Dejarse alcanzar por Cristo". (Flp. 3, 12).

-- "Vivir según Cristo Jesús... enraizados y edificados en él". (Col. 2,6) 

-- "Resucitar con Cristo, buscando las cosas de arriba, donde está Cristo". (Col. 3, 1).

-- vivir en el amor. Es el fruto de la vida en Cristo. Amar, dejarse amar, ser amor. Morir al  egoísmo cada día, perdonar 70 veces 7, servir por encima de las propias fuerzas,  entregarse hasta el fin.

Esto es la Pascua: un amor más fuerte que la muerte, fogonazo que consume todas las  ataduras, libertad definitiva, la paz como un torrente que inunda, la perfecta alegría. Feliz  Pascua de resurrección.

Actividades parroquiales

 Horario de Misas

De lunes a sábado.. 19:30 h.

Domingos .............. 10:00—11:30 h

Rezo del Santo Rosario

De lunes a sábado .. 19:00 h.

Exposición del Santísimo

Jueves .................... 18:30—19:30 h.

Domingos .............. 10:30—11:30 h.

Confesiones

Media hora antes a cada Misa

Cuando alguien lo solicite

Despacho Parroquial

Martes, miércoles

y jueves ................ 18:00—19:00 h.

 Cáritas Parroquial

Atención los miércoles de 18 a 19 h. en los locales de Ciudad de Laval, 30.

San Vicente Ferrer

El lunes día 8 de abril nuestra iglesia diocesana celebra la solemnidad del Patrono de la Comunidad. Las Misas serán como festivos, 10 y 11:30 h. porque el Sr. Arzobispo ha declarado esta fiesta como precepto.

Anunciación del Señor

La celebraremos el martes día 9 porque no pudo celebrarse al coincidir en Lunes Santo.

La Misa será a las 19:30 h.

 El ejemplo de los Santos

13 de ABRIL: SAN HERMENEGILDO, mártir

Hermenegildo y su hermano, Recaredo eran hijos de Leovigildo, rey de los visigodos de España, y de su primera esposa, Teodosia. Su padre los educó en la herejía arriana. Sin embargo, Hermenegildo se casó con una católica, quien con su ejemplo y oraciones convirtieron al mártir. Su padre al enterarse de esto se enfureció y lo desheredó, y tomó prisioneros a su esposa e hijo. Sin embargo, al año hicieron las paces. Tiempo después, la segunda esposa de Leovigildo empezó a despertar nuevas sospechas contra Hermenegildo, que fue encarcelado en Tarragona acusado de herejía; se le ofrecía la libertad a condición de que se retractase.

El mártir pidió fervorosamente a Dios que le fortaleciese en su combate por la fe, añadió mortificaciones a sus sufrimientos y se vistió como los penitentes. Al negarse a recibir la comunión de manos de un obispo arriano, su padre lo mandó matar. Hermenegildo recibió la noticia con gran resignación y murió de un solo golpe de mazo. San Gregorio el Grande atribuye a los méritos de San Hermenegildo la conversión de su hermano Recaredo y de toda la España visigótica.


No hay comentarios: