PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO SEGÚN SAN MARCOS. 14, 1 - 15, 47
Comentario:
Iniciamos la semana santa con este domingo en el que recordamos la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén y a la vez escuchamos el relato de la Pasión. La Pasión de Nuestro Señor Jesucristo es un patético relato de lo que el hombre puede hacer con el anuncio gozoso y pacífico de salvación. Porque Dios no envío a su hijo a morir, sino a mostrarnos la salvación; pero fue el pecado del hombre (la envidia, el egoísmo, el apego a los ritos, la cerrazón de corazón, el odio, la intriga, la mentira, etc. ) lo que llevó a Jesús a tener que sufrir tal suplicio. La Pasión de Cristo no muestra hasta donde nos puede llevar el pecado cuando no somos sinceros para reconocerlo en nuestra vida; es el absurdo del hombre que rechaza la vida y elige la muerte; es la victoria de la oscuridad y el pecado sobre la luz y la vida.
Hoy, la palabra de Cristo se sigue haciendo presente para denunciar la muerte y anunciar la vida; su palabra resuena a través de su Evangelio y a través de tantos profetas actuales que denuncian la injusticia, la violencia, y la mentira de la sociedad. Pero la mayoría de nosotros seguimos actuando con la complicidad y el engaño en que vivieron los habitantes de Jerusalén cuando Jesús fue crucificado. Porque, no podemos creer que los líderes de aquel entonces pensaran que estaba mal lo que estaban haciendo; al revés! Ellos sentían que estaban salvando a su pueblo de la herejía de ese nazareno. Y el pueblo mismo que no hizo nada para defender a quien habían proclamado como Mesías, tampoco pensaba que estaba mal, pues al fin y al cabo, ya vendría otro a seguir hablándonos bien de Dios.
¿No nos estaremos engañando nosotros mismos también? Cuando ignoramos a quien sufre y está cerca de nosotros; cuando justificamos nuestras agresiones a otros “porque se las merecen”; cuando vivimos tranquilos sin perdonar a quien nos ha ofendido; cuando limitamos nuestro amor a quien nos “caen bien”. ¿Dónde está el amor, dónde el perdón y la comprensión; dónde está la justicia y la honestidad? Nosotros también hemos rechazado el plan de Dios con nuestras vidas; y hemos sido cómplices en la ineficacia del sufrimiento de Cristo.
Iniciamos la Semana Santa, y debemos detenernos a reflexionar (seriamente) ¿qué hemos hecho con el amor que Cristo derramó sobre nosotros en la Cruz? Esta semana, ofrece quince minutos cada día para reflexionar sobre todo lo que Dios te ha dado, y cómo le has respondido tú.
Formación en la fe
Introducción a la Semana Santa
Entre todas las semanas del año, la más importante para los cristianos es la semana santa, que ha sido santificada precisamente por los acontecimientos que conmemoramos en la liturgia y consagrada a Dios de manera muy especial. La Iglesia, al conmemorar la pasión, muerte y resurrección de Cristo, se santifica y renueva a sí misma.
Esta semana se conoció también antiguamente como "la semana grande", título que conservó hasta hace poco en el breviario romano. Es, en efecto, una semana grande, puesto que constituye el centro y el corazón de la liturgia de todo el año. En ella se celebra el misterio de la redención. Los cristianos de la antigüedad estaban bien persuadidos de su grandeza; un escritor de los primeros siglos la resumió en esta frase lapidaria: "Pascua es la cumbre".
Durante la semana santa, la Iglesia sigue las huellas de su Maestro. Las narraciones de la pasión cobran nueva vida, como si los hechos se repitieran efectivamente ante nuestros ojos. Todos los acontecimientos que conducen al arresto, al proceso y a la ejecución de Jesús son recordados y celebrados. Paso a paso, escena por escena, seguimos el camino que Jesús recorrió durante los últimos días de su vida mortal.
La liturgia de la semana santa surgió de la devoción de los primeros cristianos en Jerusalén, donde Jesús sufrió su pasión. Desde los albores de la cristiandad, Jerusalén fue meta de peregrinaciones; y los peregrinos, entonces como ahora, gustaban de visitar los lugares de la pasión: Getsemaní, el pretorio, el Gólgota, el santo sepulcro. Entre los más interesantes documentos de los primeros tiempos que han llegado hasta nosotros destaca el diario de viaje de la peregrina española Egeria. En él se contiene una descripción gráfica de la liturgia de semana santa tal como se celebraba en Jerusalén alrededor del año 400 de nuestra era.
Tenemos mucho que aprender de la devoción de la Iglesia antigua según nos la presentan los escritos que de ella se conservan. Es verdad que los cristianos de Jerusalén tenían la ventaja de estar más cerca del Señor en el tiempo y en el espacio; pero no por eso nuestra devoción ha de ser menor. Después de todo, nosotros participamos en los misterios de Cristo no mediante imaginación o sentimiento, aunque también éstos tienen su cometido, sino por la fe. En la liturgia de semana santa, la Iglesia revive en la fe el misterio salvador de la pasión, muerte y resurrección del Señor. En palabras de San Agustín: “el triduo del Crucificado, Sepultado y Resucitado”.
Rincón de oración
ORAR ES…
El modelo de la oración de Jesús
Los evangelios recogen diecisiete de las oraciones de Jesús; están entrelazadas con su ministerio público, desde su bautismo hasta el momento en que murió.
Los discípulos describen el Jesús orante como ¡una persona que disfruta orando! La vida de Jesús parecía fluir de la oración.
¿CuÁndo oraba Jesús?
1. Lo encontramos rezando en cada momento importante de su ministerio.
2. Después de su bautismo, mientras oraba, el Espíritu se posó sobre él en forma de paloma y la voz de Dios Padre proclamó que Jesús era su “Hijo amado”.
3. Oró antes de elegir a los doce discípulos.
4. Después de que Pedro le reconociera como el Mesías y cuando la opinión de los que le rodeaban pretendía que se proclamase Rey de los judíos.
5. La noche de su arresto, rezó por sus discípulos y por los que habrían de creer en él y todos los tiempos.
En la persona de Jesús vemos que la oración es una fuente de vida. La oración le era indispensable si quería que el Espíritu de Dios actuase en él y si quería cumplir su misión hasta dar la vida por los pecados del mundo.
¿Cómo oraba Jesús?
Algunos detalles de la vida de Jesús, nos dan sugerencias valiosas sobre el modo de hacerlo.
1. Jesús se apartaba: Cuando Jesús quería orar, se apartaba -aunque fuese sólo un poco- de sus ocupaciones diarias. Jesús se escondía. Metido en una actividad sin descanso, rodeado por gente que esperaba de él prodigios, dedicaba con frecuencia y asiduidad tiempo para orar. En la oración cargaba su batería espiritual y volvía a su tarea con el espíritu renovado y su cuerpo lleno de vigor.
2. Jesús vivía las propias emociones: En vez de quedarse en suspiros o llantos al sentirse turbado, orientaba sus sentimientos hacia la oración. En vez de permitir que la angustia o la frustración le encerrasen en una cárcel de depresión, Jesús hacía presente la agonía de su espíritu a su Padre del cielo.
Es una lección para nosotros: tenemos que desahogarnos con Dios. Decirle como nos sentimos y hasta (¿por qué no?) expresarle nuestra ira y nuestro desafío.
3. Jesús estaba abierto al Padre: a lo que el Padre le dijera. Casi al final del primer capítulo del evangelio de san Marcos, leemos que Jesús cambia de decisión después de un momento de oración: “Él les respondió: Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he salido” (Mc. 1,38).
Para Jesús, orar era un constante gesto de hacer que su vida se ajustase a la mente, la voluntad y el designio de Dios.
Actividades parroquiales
De lunes a sábado.. 19:30 h.
Domingos .............. 10:00—11:30 h
Rezo del Santo Rosario
De lunes a sábado .. 19:00 h.
Exposición del Santísimo
Jueves .................... 18:30—19:30 h.
Domingos .............. 10:30—11:30 h.
Confesiones
Media hora antes a cada Misa
Cuando alguien lo solicite
Despacho Parroquial
Martes, miércoles
y jueves ................ 18:00—19:00 h.
Atención los miércoles de 18 a 19 h. en los locales de Ciudad de Laval, 30.
Celebración Penitencial comunitaria
Miércoles día 27 a la 20:30 h.
Para facilitar la confesión habrá varios sacerdotes disponibles.
La celebración comunitaria de la penitencia es una ocasión propicia para reconocernos todos necesitados del perdón y la misericordia de Dios, como individuos y como comunidad pecadora que aspira a la santidad.
Horarios del Triduo Pascual
En otra hoja están los horarios de cada celebración.
El ejemplo de los Santos
25 de MARZO: LA
ANUNCIACIÓN DEL SEÑOR
En Oriente se encuentran testimonios de esta fiesta del 25 de marzo ya a mediados del siglo VI. En Roma se celebra a partir del siglo VII. Al ser una fiesta ligada al Señor Jesús y a su entrada en la historia, el nuevo orden litúrgico prefirió nombrarla con el título de "Anunciación del Señor" -en lugar del más popular “Anunciación de María”-. La solemnidad de la Anunciación del Señor es una fiesta navideña, aunque esté fuera del tiempo de Navidad: nueve meses antes de su nacimiento, tiene lugar la encarnación de Jesús en el seno de la Virgen María.
La
Anunciación es la fiesta del Señor que se encarnó en el seno de María,
iniciando una nueva historia. Es interesante observar que Dios no envía al
ángel a Jerusalén, al templo, sino a Galilea, una región despreciada como
refugio de paganos incrédulos. A Nazaret, una ciudad que no menciona el Antiguo
Testamento. El "Fiat" de María transforma su humilde casa en la Casa
de Dios, y a ella misma en el Tabernáculo del Santísimo Jesús. Bastó un
"Aquí estoy", una señal de disponibilidad, sabiendo confiar en la
acción del Espíritu Santo. Y Dios entró en la historia aceptando hacerse
historia en la vida de los que dijeron y seguirán diciendo "aquí
estoy".
No hay comentarios:
Publicar un comentario