HOJA
PARROQUIAL
Parroquia de Sant Francesc de Borja
Email de la parroquia: sfb500@gmail.com
Domingo 5 de Abril de 2015
Queridos hermanos:
Resulta difícil condensar en pocas líneas mi deseo en esta Semana Santa. Lo expresa muy bien la oración del martes santo: “Dios todopoderoso y eterno, concédenos participar tan vivamente en las celebraciones de la pasión del Señor, que alcancemos tu perdón.” Pedimos una participación tan viva que obtenga fruto.
El Jueves Santo nos introduce en esa participación de la Pascua. Dice el Catecismo: “El Señor, habiendo amado a los suyos, los amó hasta el fin. Sabiendo que había llegado la hora de partir de este mundo para retornar a su Padre, en el transcurso de una cena, les lavó los pies y les dio el mandamiento del amor (Jn 13,1-17). Para dejarles una prenda de este amor, para no alejarse nunca de los suyos y hacerles partícipes de su Pascua, instituyó la Eucaristía como memorial de su muerte y de su resurrección y ordenó a sus apóstoles celebrarlo hasta su retorno.” (nº 1337). El Señor nos ha hecho partícipes de su vida divina (cf,. Catecismo 426.460), de su Pascua, de su misión (cf. Catecismo 1213). Podría habernos salvado sin contar con nosotros, pero ha querido que participáramos. Así le dijo a Simón Pedro: «Si no te lavo, no tienes parte conmigo.» Si nos dejamos lavar los pies por Jesús, alimentar por Él con su Cuerpo y Sangre, salvar por Él, podremos participar, tener parte, con Jesús.
Santa Teresa de Jesús, tras muchas experiencias de encuentro con Jesucristo, escribe una poesía que describe el deseo de su muerte para estar con Cristo: “Vivo Sin vivir en mí, / y tan alta Vida espero / que muero porque no muero. / ¡Qué larga es esta vida! / ¡Que duros estos destierros! / Esta cárcel, estos hierros / en que el alma está metida. / Solo esperar la salida / me causa dolor tan fiero, / que muero porque no muero.
Sin embargo, a medida que la unión con Cristo crece, ya no desea tanto morir que no morir. Más bien desea participar de la pasión de Cristo para mejor servir al Señor y ayudar a salvar almas. Busca agradar al Señor en todo dejando que Dios la lleve. Así lo dice en explicando la cuarta morada: “es muy gran atrevimiento que quiera yo escoger camino no sabiendo el que me conviene más, sino dejar al Señor, que me conoce, que me lleve por el que conviene, para que en todo haga su voluntad.” (Santa Teresa. Moradas. 6M 9,15). “Es lo más seguro no querer sino lo que quiere Dios.” (Moradas. 6M 9,15). Así lo expresa más adelante: esta persona… (se refiere a ella) “sufre de muy buena gana y sufriría toda su vida, si Dios fuese de ello servido; aunque no sería morir de una vez, sino estar siempre muriendo, que verdaderamente no es menos. (Moradas. 6M 11,6)
Que estos santos días nos adentren en la relación con Cristo, buscando unirnos a Él, dejándonos alcanzar por su resurrección, como dice san Pablo: “y conocerle a él, el poder de su resurrección y la comunión en sus padecimientos hasta hacerme semejante a él en su muerte, tratando de llegar a la resurrección de entre los muertos.” (Flp 3,10-12).
“Hemos sentido lo que Jesús hizo en la Última Cena. Es un gesto de despedida. Es la herencia que nos deja. Él es Dios y se hizo siervo, servidor nuestro, y ésta es la herencia. También ustedes deben ser servidores, uno de los otros. Él hizo este camino por amor. También ustedes tienen que amarse y ser servidores en el amor. Ésta es la herencia que nos deja Jesús.
Y hace este gesto de lavar los pies porque es un gesto simbólico: lo hacían los esclavos, los siervos, a los comensales, a la gente que venía al almuerzo o a la cena porque en aquel tiempo las calles eran todas de tierra, y cuando entraban a casa, era necesario lavarse los pies.
Jesús hace un gesto, un trabajo, un servicio de esclavo, de siervo, y esto lo deja como herencia entre nosotros. Nosotros tenemos que ser servidores unos de los otros, y por eso la Iglesia, en el día de hoy cuando se conmemora la Última Cena, cuando Jesús ha instituido la Eucaristía, también hace en la ceremonia este gesto de lavar los pies, que nos recuerda que nosotros debemos ser siervos unos de otros.
Ahora yo haré este gesto, pero todos nosotros, en nuestro corazón, pensemos en los otros, y pensemos en el amor que Jesús nos dice que tenemos que tener con los otros; y pensemos también cómo podemos servirles mejor, a las otras personas, porque así Jesús lo quiso de nosotros. Así sea.” (Homilía del Santo Padre Francisco en la Santa Misa in Coena Domini. Jueves Santo, 17 de abril de 2014)
“Hemos escuchado en el himno de la Carta a los Filipenses: «Se humilló a sí mismo» (2,8). La humillación de Jesús.
Esta palabra nos desvela el estilo de Dios y, en consecuencia, aquel que debe ser el del cristiano: la humildad. Un estilo que nunca dejará de sorprendernos y ponernos en crisis: nunca nos acostumbraremos a un Dios humilde.
Humillarse es ante todo el estilo de Dios: Dios se humilla para caminar con su pueblo, para soportar sus infidelidades. Esto se aprecia bien leyendo la historia del Éxodo: ¡Qué humillación para el Señor oír todas aquellas murmuraciones, aquellas quejas! Estaban dirigidas contra Moisés, pero, en el fondo, iban contra él, contra su Padre, que los había sacado de la esclavitud y los guiaba en el camino por el desierto hasta la tierra de la libertad.
En esta semana, la Semana Santa, que nos conduce a la Pascua, seguiremos este camino de la humillación de Jesús. Y sólo así será «santa» también para nosotros.
Veremos el desprecio de los jefes del pueblo y sus engaños para acabar con él. Asistiremos a la traición de Judas, uno de los Doce, que lo venderá por treinta monedas. Veremos al Señor apresado y tratado como un malhechor; abandonado por sus discípulos; llevado ante el Sanedrín, condenado a muerte, azotado y ultrajado. Escucharemos cómo Pedro, la «roca» de los discípulos, lo negará tres veces. Oiremos los gritos de la muchedumbre, soliviantada por los jefes, pidiendo que Barrabás quede libre y que a él lo crucifiquen. Veremos cómo los soldados se burlarán de él, vestido con un manto color púrpura y coronado de espinas. Y después, a lo largo de la vía dolorosa y a los pies de la cruz, sentiremos los insultos de la gente y de los jefes, que se ríen de su condición de Rey e Hijo de Dios.
Esta es la vía de Dios, el camino de la humildad. Es el camino de Jesús, no hay otro. Y no hay humildad sin humillación.
Al recorrer hasta el final este camino, el Hijo de Dios tomó la «condición de siervo» (Flp 2,7). En efecto, la humildad quiere decir también servicio, significa dejar espacio a Dios negándose a uno mismo, «despojándose», como dice la Escritura (v. 7). Este «despojarse» es la humillación más grande.
Hay otra vía, contraria al camino de Cristo: la mundanidad. La mundanidad nos ofrece el camino de la vanidad, del orgullo, del éxito... Es la otra vía. El maligno se la propuso también a Jesús durante cuarenta días en el desierto. Pero Jesús la rechazó sin dudarlo. Y, con él, solamente con su gracia y con su ayuda, también nosotros podemos vencer esta tentación de la vanidad, de la mundanidad, no sólo en las grandes ocasiones, sino también en las circunstancias ordinarias de la vida.
En esto, nos ayuda y nos conforta el ejemplo de muchos hombres y mujeres que, en silencio y sin hacerse ver, renuncian cada día a sí mismos para servir a los demás: un familiar enfermo, un anciano solo, una persona con discapacidad, una persona sin techo...
Pensemos también en la humillación de los que, por mantenerse fieles al Evangelio, son discriminados y sufren las consecuencias en su propia carne. Y pensemos en nuestros hermanos y hermanas perseguidos por ser cristianos, los mártires de hoy —que son muchos—: no reniegan de Jesús y soportan con dignidad insultos y ultrajes. Lo siguen por su camino. Podemos hablar, verdaderamente, de “una nube de testigos”: los mártires de hoy (cf. Hb 12,1).
Durante esta semana, emprendamos también nosotros con decisión este camino de la humildad, movidos por el amor a nuestro Señor y Salvador. El amor nos guiará y nos dará fuerza. Y, donde está él, estaremos también nosotros (cf. Jn 12,26).” (Francisco. Homilía Domingo de Ramos 29 de marzo de 2015).
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
¡Feliz Pascua! «Cristòs anèsti! — Alethòs anèsti!», «¡Cristo ha resucitado! — ¡Verdaderamente ha resucitado!». Está entre nosotros, ¡aquí en la plaza! En esta semana podemos seguir intercambiándonos la felicitación pascual, como si fuese un único día. Es el gran día que hizo el Señor.
El sentimiento dominante que brota de los relatos evangélicos de la Resurrección es la alegría llena de asombro, ¡pero un asombro grande! ¡La alegría que viene de dentro! Y en la liturgia revivimos el estado de ánimo de los discípulos por las noticias que las mujeres les habían llevado: ¡Jesús ha resucitado! ¡Nosotros lo hemos visto!
Dejemos que esta experiencia, impresa en el Evangelio, se imprima también en nuestro corazón y se transparente en nuestra vida. Dejemos que el asombro gozoso del Domingo de Pascua se irradie en los pensamientos, en las miradas, en las actitudes, en los gestos y en las palabras... ¡Ojalá fuésemos así de luminosos! Pero esto no es un maquillaje. Viene de dentro, de un corazón inmerso en la fuente de este gozo, como el de María Magdalena, que lloraba la pérdida de su Señor y no creía a sus ojos al verlo resucitado. Quien experimenta esto se convierte en testigo de la Resurrección, porque en cierto sentido resucita él mismo, resucita ella misma. De este modo es capaz de llevar un «rayo» de la luz del Resucitado a las diversas situaciones: a las que son felices, haciéndolas más hermosas y preservándolas del egoísmo; a las dolorosas, llevando serenidad y esperanza.
En esta semana, nos hará bien tomar el libro del Evangelio y leer los capítulos que hablan de la Resurrección de Jesús. ¡Nos hará mucho bien! Tomar el libro, buscar los capítulos y leer eso. Nos hará bien, en esta semana, pensar también en la alegría de María, la Madre de Jesús. Tan profundo fue su dolor, tanto que traspasó su alma, así su alegría fue íntima y profunda, y de ella se podían nutrir los discípulos. Tras pasar por la experiencia de la muerte y resurrección de su Hijo, contempladas, en la fe, como la expresión suprema del amor de Dios, el corazón de María se convirtió en una fuente de paz, de consuelo, de esperanza y de misericordia. Todas las prerrogativas de nuestra Madre derivan de aquí, de su participación en la Pascua de Jesús. Desde el viernes al domingo por la mañana, Ella no perdió la esperanza: la hemos contemplado Madre dolorosa, pero, al mismo tiempo, Madre llena de esperanza. Ella, la Madre de todos los discípulos, la Madre de la Iglesia, es Madre de esperanza.
A Ella, silenciosa testigo de la muerte y resurrección de Jesús, pidamos que nos introduzca en la alegría pascual. Lo haremos recitando el Regina caeli, que en el tiempo pascual sustituye a la oración del Ángelus. (Francisco. Lunes de Pascua, 21 de abril de 2014).
"Heridos, no cesaréis jamás de amar"
Del 20 al 26 de abril se realizará en Gandía una Misión con las Hermanitas del Cordero, que residen en Navalón. La Comunidad del Cordero es un reciente renuevo de la Orden de los dominicos. Con la frescura y humildad de santo Domingo de Guzmán y San Francisco de Asís, viven en pequeñas fraternidades, sencillos lugares de paso, pobres en medio de los pobres, están en el corazón de las grandes ciudades. La Iglesia les establece en comunidad en medio de los pobres para no tener con ellos y entre sí “más que un solo corazón y una sola alma.” Entre los pobres, dicen, “aprendemos que somos todos pobres pecadores, mendicantes de Amor, hermanos solidarios de todo hombre en su pobreza, en su indigencia, y que nuestra vida religiosa solo puede florecer de una tierra, la misericordia de Dios.” Algunos pequeños monasterios del Cordero se construyen apartados en el silencio y la soledad, como es el caso de Navalón, desde el que permanecen junto al Señor, con gran compasión, contemplando al Siervo doliente, intercediendo por el mundo entero, con la belleza de una amplia liturgia y recreándose por la Palabra de Dios, preparándose para sembrar la alegría del evangelio por todas partes.La misión tendrá dos momentos de encuentro y oración: por la mañana de 8 a 10 de la mañana y a partir de las 6.30 tarde con la eucaristía vespertina. Estos encuentros tendrán lugar en las parroquias de San Francisco de Borja (acogida del lunes, martes y miércoles), en San Nicolás (el jueves) y en Cristo Rey (el viernes). El viernes 24 a las 21.30 h. habrá una Vigilia de oración con jóvenes en Cristo Rey, así como un retiro con jóvenes en el Colegio Calderón del Grau el sábado 25. Os daremos más detalles de la misión la semana que viene.
El resto del tiempo lo dedican a mendigar por las calles al encuentro de los más pobres, sembrando de alegría el corazón de los necesitados. Más información sobre las hermanitas:
DONATIVOS para la compra y colocación del Aire Acondicionado en el Templo parroquial.
Recaudado hasta el 1 de abril de 2015:
10.017,28 €.
Para no perder el aire acogedor
de nuestra parroquia: ¡Colabora!
Puedes hacer tu donativo en la cuenta que la parroquia tiene
haciendo constar: “Para el Aire Acondicionado”
en BANKIA (Paseo Germanías 82)
2038-6230-75-3000420970
1. La semana de Pascua, del 7 al 9 de abril, tendrá lugar la convivencia con los jóvenes de confirmación en Castell de Castells.
2. Tras la bendición e inauguración del Museo de Santa Clara, les invitamos a visitarlo para disfrutar de obras tan hermosas.
3. El viernes 10 a las 21.30 h. será la vigilia de oración con las Clarisas.
4. El viernes 17 será la visita ordinaria a enfermos e impedidos en tiempo de Pascua. También el viernes 17 de abril tendremos la visita de dos seminaristas del Seminario Menor y la reunión con los padres del campamento.
5. Os invitamos en vuestra oración personal a pedir por los cristianos perseguidos y ayudar a la Iglesia necesitada.
6. Durante la Cuaresma de Caridad se han recaudado 1.680,05 € para ayudas concretas en alimentación, recibos de luz, alquiler, medicamentos, así como una cuna y un moisés.
7. Se han recaudado 1.150 € del concierto instrumental benéfico titulado “Yo soy para mi amado” sobre Santa Teresa.
Del 6 al 12 de abril de 2015
Lunes 6. Octava de Pascua. 19.30 h.: En sufragio de: Dif. Fam. Calvet-Sancho.
Martes 7. Octava de Pascua. 19.30 h.: Sin intención.
Miércoles 8. Octava de Pascua. 19.30 h.: En sufragio de: Antonio Casanova.
Jueves 9. Octava de Pascua. 19.30 h.: Sin intención.
Viernes 10. Octava de Pascua. 19.30 h.: Sin intención.
Sábado 11. Octava de Pascua. Por la tarde: Segundo domingo de Pascua o de la Divina Misericordia. 18.00 h.: Con niños. En sufragio de: Dif. Fam. García-Estruch. 19.30 h.: Sin intención. 21.00 h.: Sin intención.
Domingo 12. Segundo domingo de Pascua o de la Divina Misericordia. 9.30 h.: Sin intención. 11.00 h.: Sin intención. 12.00 h. Pro Pópulo. 19.30 h.: Sin intención.
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