HOJA
PARROQUIAL
Parroquia de Sant Francesc de Borja
Email de la parroquia: sfb500@gmail.com
Domingo 21 de Abril de 2013
Queridos hermanos:
“Estos, por fe, conquistaron reinos, administraron justicia, vieron promesas cumplidas [...] hubo mujeres que recobraron resucitados a sus muertos.” (Hb 11, 33) Hemos escuchado en el Evangelio de hoy las últimas palabras de la alegoría– parábola del Buen pastor que cuenta Cristo: “Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna”. Pues bien este Evangelio parte de una acción: escuchar, la cual nos llevará a la vida eterna. Como todos sabemos para tener fe en alguien hay que creerle, pero, como dirá S. Pablo: “¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído?; ¿cómo creerán en aquel de quien no han oído hablar?” (Rm 10, 14) Así pues “la fe no es producto de nuestro pensamiento, de nuestra reflexión; es algo nuevo, que no podemos inventar, sino que recibimos como don, como una novedad producida por Dios. Y la fe no viene de la lectura, sino de la escucha. No es algo sólo interior, sino una relación con Alguien. Supone un encuentro con el anuncio, supone la existencia de otro que anuncia y crea comunión.” (Benedicto XVI, Audiencia general 10-12-2008) Cuando surge esta relación con ese Alguien, aparece una vida nueva: la vida eterna.
En el tiempo pascual que estamos celebrando, Dios nos muestra un modo de vivir, un nuevo modo de relacionarnos con Él: “subo al Padre mío y al Padre vuestro.” (Jn 20, 17) Es así cuando “por Cristo, los hijos de la luz amanecen a la vida eterna, los creyentes atraviesan los umbrales del reino de los cielos; porque en la muerte de Cristo nuestra muerte ha sido vencida y en su resurrección hemos resucitado todos.” (Prefacio pascual II). Vida eterna y resurrección son dos caras de la misma moneda: dice el CEC: “Por su muerte y su Resurrección Jesucristo nos ha "abierto" el cielo.” También dirá un Santo Padre: “La vida subsistente y verdadera es el Padre que, por el Hijo y en el Espíritu Santo, derrama sobre todos sin excepción los dones celestiales. Gracias a su misericordia, nosotros también, hombres, hemos recibido la promesa indefectible de la vida eterna (San Cirilo de Jerusalén, catech. ill. 18, 29).”
María, madre nuestra, puerta del cielo, ayúdanos a asociarnos a las voces de los santos para proclamar las grandezas del Señor.
“Estos, por fe, conquistaron reinos, administraron justicia, vieron promesas cumplidas [...] hubo mujeres que recobraron resucitados a sus muertos.” (Hb 11, 33) Hemos escuchado en el Evangelio de hoy las últimas palabras de la alegoría– parábola del Buen pastor que cuenta Cristo: “Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna”. Pues bien este Evangelio parte de una acción: escuchar, la cual nos llevará a la vida eterna. Como todos sabemos para tener fe en alguien hay que creerle, pero, como dirá S. Pablo: “¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído?; ¿cómo creerán en aquel de quien no han oído hablar?” (Rm 10, 14) Así pues “la fe no es producto de nuestro pensamiento, de nuestra reflexión; es algo nuevo, que no podemos inventar, sino que recibimos como don, como una novedad producida por Dios. Y la fe no viene de la lectura, sino de la escucha. No es algo sólo interior, sino una relación con Alguien. Supone un encuentro con el anuncio, supone la existencia de otro que anuncia y crea comunión.” (Benedicto XVI, Audiencia general 10-12-2008) Cuando surge esta relación con ese Alguien, aparece una vida nueva: la vida eterna.
En el tiempo pascual que estamos celebrando, Dios nos muestra un modo de vivir, un nuevo modo de relacionarnos con Él: “subo al Padre mío y al Padre vuestro.” (Jn 20, 17) Es así cuando “por Cristo, los hijos de la luz amanecen a la vida eterna, los creyentes atraviesan los umbrales del reino de los cielos; porque en la muerte de Cristo nuestra muerte ha sido vencida y en su resurrección hemos resucitado todos.” (Prefacio pascual II). Vida eterna y resurrección son dos caras de la misma moneda: dice el CEC: “Por su muerte y su Resurrección Jesucristo nos ha "abierto" el cielo.” También dirá un Santo Padre: “La vida subsistente y verdadera es el Padre que, por el Hijo y en el Espíritu Santo, derrama sobre todos sin excepción los dones celestiales. Gracias a su misericordia, nosotros también, hombres, hemos recibido la promesa indefectible de la vida eterna (San Cirilo de Jerusalén, catech. ill. 18, 29).”
María, madre nuestra, puerta del cielo, ayúdanos a asociarnos a las voces de los santos para proclamar las grandezas del Señor.
Arturo vuestro vicario
+ Lectura del santo evangelio según san Juan 10, 27-30
Lectura del santo evangelio según san Juan 10, 27-30
En aquel tiempo, dijo Jesús:
— «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las ha dado, supera a todos, y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno.»
Palabra del Señor
La fe, comienzo de la vida eterna
161 Creer en Cristo Jesús y en aquél que lo envió para salvarnos es necesario para obtener esa salvación (cf. Mc 16,16; Jn 3,36; 6,40 e.a.). "Puesto que `sin la fe... es imposible agradar a Dios' (Hb 11,6) y llegar a participar en la condición de sus hijos, nadie es justificado sin ella y nadie, a no ser que `haya perseverado en ella hasta el fin' (Mt 10,22; 24,13), obtendrá la vida eterna" (Cc. Vaticano I: DS 3012; cf. Cc. de Trento: DS 1532).
163 La fe nos hace gustar de antemano el gozo y la luz de la visión beatífica, fin de nuestro caminar aquí abajo. Entonces veremos a Dios "cara a cara" (1 Cor 13,12), "tal cual es" (1 Jn 3,2). La fe es pues ya el comienzo de la vida eterna:
Mientras que ahora contemplamos las bendiciones de la fe como el reflejo en un espejo, es como si poseyéramos ya las cosas maravillosas de que nuestra fe nos asegura que gozaremos un día (S. Basilio, Spir. 15,36; cf. S. Tomás de A., s.th. 2-2,4,1).
164 Ahora, sin embargo, "caminamos en la fe y no en la visión" (2 Cor 5,7), y conocemos a Dios "como en un espejo, de una manera confusa,...imperfecta" (1 Cor 13,12). Luminosa por aquel en quien cree, la fe es vivida con frecuencia en la oscuridad. La fe puede ser puesta a prueba. El mundo en que vivimos parece con frecuencia muy lejos de lo que la fe nos asegura; las experiencias del mal y del sufrimiento, de las injusticias y de la muerte parecen contradecir la buena nueva, pueden estremecer la fe y llegar a ser para ella una tentación.
165 Entonces es cuando debemos volvernos hacia los testigos de la fe: Abraham, que creyó, "esperando contra toda esperanza" (Rom 4,18); la Virgen María que, en "la peregrinación de la fe" (LG 58), llegó hasta la "noche de la fe" (Juan Pablo II, R Mat 18) participando en el sufrimiento de su Hijo y en la noche de su sepulcro; y tantos otros testigos de la fe: "También nosotros, teniendo en torno nuestro tan gran nube de testigos, sacudamos todo lastre y el pecado que nos asedia, y corramos con fortaleza la prueba que se nos propone, fijos los ojos en Jesús, el que inicia y consuma la fe" (Hb 12,1-2).
"Escuchadle deciros tan encarecidamente: "Yo soy el Buen Pastor, todos los demás, todos los pastores buenos, son miembros míos", porque no hay sino una sola Cabeza y un solo Cuerpo: un solo Cristo. Sólo hay, por tanto, un Cuerpo, un rebaño único, formado por el Pastor de los pastores, bajo el cayado del Pastor supremo. ¿No es esto lo que dice el Apóstol? "Porque lo mismo que, siendo uno mismo el cuerpo, tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, con ser muchos, son un cuerpo único, así también Cristo" (1Co 12, 12). Luego, si también Cristo es así y si tiene incorporados a Él todos los pastores buenos, con razón no habla sino de uno solo al decir: "Yo soy el Buen Pastor, Yo el único; todos los demás forman conmigo una sola unidad. Quien apacienta fuera de Mí, apacienta contra Mí; quien conmigo no recoge, desparrama". (San Agustín Sermón 138, 5).
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“Sorprendentemente, el discurso del pastor no comienza con la afirmación «Yo soy el buen pastor» sino con otra imagen: «Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas» (Jn 10, 7). Jesús había dicho antes: «Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas» (10, ls). Este paso tal vez se puede entender sólo en el sentido de que Jesús da aquí la pauta para los pastores de su rebaño tras su ascensión al Padre. Se comprueba que alguien es un buen pastor cuando entra a través de Jesús, entendido como la puerta. De este modo, Jesús sigue siendo, en sustancia, el pastor: el rebaño le «pertenece» sólo a El. Cómo se realiza concretamente este entrar a través de Jesús como puerta nos lo muestra el apéndice del Evangelio en el capítulo 21, cuando se confía a Pedro la misma tarea de pastor que pertenece a Jesús. Tres veces dice el Señor a Pedro: «Apacienta mis corderos» (respectivamente «mis ovejas»: 21, 15-17). Pedro es designado claramente pastor de las ovejas de Jesús, investido del oficio pastoral propio de Jesús. Sin embargo, para poder desempeñarlo debe entrar por la «puerta». A este entrar —o mejor dicho, ese dejarle entrar por la puerta (cf. 10, 3)— se refiere la pregunta repetida tres veces: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?». Ahí está lo más personal de la llamada: se dirige a Simón por su nombre propio, «Simón», y se menciona su origen. Se le pregunta por el amor que le hace ser una sola cosa con Jesús. Así llega a las ovejas «a través de Jesús»; no las considera suyas —de Simón Pedro—, sino como el «rebaño» de Jesús. Puesto que llega a ellas por la «puerta» que es Jesús, como llega unido a Jesús en el amor, las ovejas escuchan su voz, la voz de Jesús mismo; no siguen a Simón, sino a Jesús, por el cual y a través del cual llega a ellas, de forma que, en su guía, es Jesús mismo quien guía.” (Benedicto XVI, Jesús de Nazaret)
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La tarea del pastor es cuidar, guiar, alimentar, reunir y buscar. Buscar es hoy especialmente necesario. Desde el seno del Padre, el Señor vino a buscar a la humanidad perdida. La parábola del buen pastor da fe de ello y en la parábola del buen samaritano el hombre apaleado en el camino representa a la humanidad caída, ante la que, conmovido, Cristo se inclina, la cura y levanta. Él vino a buscar a los alejados y a ofrecerles el amor de Dios. Vino a buscar la oveja perdida y, compadecido, se la echó al hombro lleno de alegría, como narra san Lucas. [...] También hoy Jesús sale cada día a buscarnos y no deja de enviarnos la fuerza de su Espíritu, principal agente de la evangelización. Buscar es hoy tarea del buen sacerdote. Nuestros rediles decrecen. Las palabras también tengo otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que conducir (Jn 10, 16) siguen resonando en nuestro corazón. Salid a buscar, decía el rey, para celebrar la boda de su Hijo (cf. Lc 14, 21). Todos los hombres son ovejas del rebaño que Dios ama. Por tanto, siguiendo las huellas de Jesucristo, el pastoreo del sacerdote no es sedentario, sino a campo abierto. Por eso nos sentimos tan orgullosos de los sacerdotes que anuncian el Evangelio en otros países. Buscar es trabajo misionero. Se nos preparó a muchos, preferentemente, para cuidar una comunidad ya constituida. Hoy, en cambio, cuando en muchos de nosotros ha aumentado la edad, además de cuidar la comunidad existente, el Señor nos pide conducir otras ovejas al redil. Es tiempo de nueva evangelización y de primer anuncio en nuestro propio territorio. En esta tarea, la comunidad y el pastor, a la vez, han de ser hoy los misioneros. De aquí que el buen sacerdote sea consciente, y sepa bien, en qué medida ha de apoyar a los laicos y contar con ellos. (CEE, Mensaje a los sacerdotes con motivo del año sacerdotal 27-11-2009)
“Dios de nuestros padres, renuévanos en la fe que es nuestra vida y salvación, en la esperanza que promete perdón y renovación interior, en la caridad que purifica y abre nuestro corazón a amarte a ti, y en ti, a todos nuestros hermanos y hermanas. Señor Jesucristo,
que la Iglesia renueve su compromiso en la formación de nuestros jóvenes en el camino de la verdad y la bondad, la santidad y el servicio generoso a la sociedad. Espíritu Santo, consolador, defensor y guía, inspira una nueva primavera de santidad y celo apostólico para la Iglesia.” (Benedicto XVI, oración por la Iglesia en Irlanda)
Gracias a las diversas aportaciones recibidas durante este primer trimestre se ha acabado de pagar a los proveedores de las obras realizadas en los locales nuevos.
Ahora la parroquia se dispone a acometer la reforma de las dos salas que faltaban por remodelar para su uso litúrgico y catequético.
La parroquia sigue percibiendo la ayuda de donativos y limosnas de cara al pago de los créditos recibidos para la construcción del Templo, la compra de los nuevos locales y las obras realizadas. Damos las gracias a tantas personas que siguen aportando su granito de arena para la edificación de la Iglesia. El Señor les bendiga.
Ayudas y donativos en la cuenta que la parroquia tiene en
BANKIA (Paseo Germanías 82)
2038-6230-75-3000420970
- El lunes 22 estará la reunión del Consejo de pastoral parroquial a las 20.30 h. en los Nuevos locales parroquiales.
- El equipo de Pastoral de la salud visitará a los enfermos del hospital el jueves 25 a partir de las 17.30 h.
- El día 25 se reunirá el Equipo de liturgia a las 20.30 h. para su sesión de formación.
- El viernes 12 a las 19.00 h. será el Vía Lucis, antes de la misa. A las 18.30 h. estará la oración del Santo Rosario.
- El 26, viernes, será el sorteo de la rifa del jamón serrano. El premiado será aquel que coincida con las dos últimas cifras del cupón premiado de la O.N.C.E. de ese día.
- El sábado tendrá lugar la Ordenación diaconal de 3 seminaristas de nuestra Diócesis. Tengámoslos presentes en la oración y, al mismo tiempo, oremos también para que cada persona tenga una respuesta generosa a la llamada que Dios pueda hacerle sobre todo para la vida sacerdotal o religiosa.
Del 22 al 28 de abril de 2013
Lunes 22. 19.30 h.: En sufragio del Rvdo Bernardino Buendía Sánchez.
Martes 23. 19.30 h.: En sufragio de José Antonio Cabanilles.
Miércoles 24. 19.30 h.: sin intención.
Jueves 25. 19.30 h.: En sufragio de Jesús Sánchez Godínez y difuntos familia.
Viernes 26. 19.30 h.: En sufragio de Claudio Fuster.
Sábado 27. V PASCUA. 18.00 h.: Con niños. sin intención. 19.30 h.: sin intención. 21.00 h.: sin intención.
Domingo 28. V PASCUA. 12.00 h. Pro Pópulo. Bautizo.
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