HOJA
PARROQUIAL
Parroquia de Sant Francesc de Borja
Email de la parroquia: sfb500@gmail.com
Domingo 6 de enero de 2013.
Epifanía del Señor
Queridos hermanos:
“Atiende los deseos y súplicas de esta familia que has congregado en tu presencia en el día santo, en que tu único Hijo, eterno como tú en la gloria, se manifestó en la verdad de nuestra carne hecho hombre” (PE III). Así pues, hoy Cristo se manifestó ante los hombres, ante todo a los pueblos gentiles. Fruto de esta manifestación— que no es la única pues tenemos la del Bautismo del Señor, las bodas de Canaán, y la Transfiguración—, podemos contemplar la hermosura de su gloria pues tu dijiste: “Quien me ve a mí ve al Padre” (Jn 14, 9). Esta visión aún no es perfecta, pero mientras tanto, nosotros, Iglesia peregrinante nos unimos, sobre todo en la Santa Misa, a la Iglesia triunfante que contempla, bendice y alaba a Dios continuamente por su inmensa grandeza.
Por otra parte el Bto. Juan Pablo II en su Exhortación apostólica post-sinodal Ecclesia in Europa del año 2003 afirmaba: “Junto con la celebración Eucarística, hace falta promover también otras formas de oración comunitaria, ayudando a descubrir la relación entre ésta y la oración litúrgica. En particular, manteniendo viva la tradición de la Iglesia latina, se han de promover las diversas manifestaciones del culto eucarístico fuera de la Misa: adoración personal, exposición y procesión, que se han de concebir como expresión de fe en la presencia real y permanente del Señor en el Sacramento del altar.”
Por tanto, ante esta manifestación sublime y al mismo tiempo misteriosa solo cabe repetir las palabras del himno Tantum ergo (traducido al español): “Adorad postrados este Sacramento. Cesa el viejo rito; se establece el nuevo. Dudan los sentidos y el entendimiento: que la fe lo supla con asentimiento.” Y, ¿cómo nos viene la fe? En el Congreso de pastoral juvenil, en noviembre del presente año, nuestro Sr. Arzobispo, en una ponencia que dio ante más de mil jóvenes, resaltó, subrayó la importancia del concepto “primer anuncio” o “kerigma” que no solo va destinado para los que se alejaron de Él, sino para a quienes creyendo que lo conocen viven la vida cristiana de una manera rutinaria y sin fuerza de interpelación para los hombres que les rodean. Es así como surge el nacimiento a la fe que tiene como continuación el crecimiento en esta gracia mediante la “catequesis”. Pidamos a nuestra Madre, la Virgen María, modelo de fe, poder crecer en gracia y sabiduría delante de Dios y de los hombres.
Arturo vuestro vicario
+ Lectura del santo evangelio según san Mateo 2, 1-12
Jesús nació en Belén de Judea en tiempos del rey Herodes. Entonces, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: — «¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo.» Al enterarse el rey Herodes, se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías. Ellos le contestaron:
— «En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: “Y tú, Belén, tierra de Judea, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judea, pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel.”»
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mandó a Belén, diciéndoles: — «Id y averiguad cuidadosamente qué hay del niño y, cuando lo encontréis, avisadme, para ir yo también a adorarlo.» Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño. Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, a vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. Y habiendo recibido en sueños un oráculo, para que no volvieran a Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.
Palabra del Señor.
La adoración
2096 La adoración es el primer acto de la virtud de la religión. Adorar a Dios es reconocerle como Dios, como Creador y Salvador, Señor y Dueño de todo lo que existe, como Amor infinito y misericordioso. "Adorarás al Señor tu Dios y sólo a él darás culto" (Lc 4,8), dice Jesús citando el Deuteronomio (6,13).
2097 Adorar a Dios es reconocer, en el respeto y la sumisión absoluta, la "nada de la criatura", que sólo existe por Dios. Adorar a Dios es alabarlo, exaltarle y humillarse a sí mismo, como hace María en el Magnificat, confesando con gratitud que él ha hecho grandes cosas y que su nombre es santo (cf Lc 1,46-49). La adoración del Dios único libera al hombre del repliegue sobre sí mismo, de la esclavitud del pecado y de la idolatría del mundo.
528 La Epifanía es la manifestación de Jesús como Mesías de Israel, Hijo de Dios y Salvador del mundo. Con el bautismo de Jesús en el Jordán y las bodas de Caná (cf. LH Antífona del Magnificat de las segundas vísperas de Epifanía), la Epifanía celebra la adoración de Jesús por unos "magos" venidos de Oriente (Mt 2, 1) En estos "magos", representantes de religiones paganas de pueblos vecinos, el Evangelio ve las primicias de las naciones que acogen, por la Encarnación, la Buena Nueva de la salvación. La llegada de los magos a Jerusalén para "rendir homenaje al rey de los Judíos" (Mt 2, 2) muestra que buscan en Israel, a la luz mesiánica de la estrella de David (cf. Nm 24, 17; Ap 22, 16) al que será el rey de las naciones (cf. Nm 24, 17-19). Su venida significa que los gentiles no pueden descubrir a Jesús y adorarle como Hijo de Dios y Salvador del mundo sino volviéndose hacia los judíos (cf. Jn 4, 22) y recibiendo de ellos su promesa mesiánica tal como está contenida en el Antiguo Testamento (cf. Mt 2, 4-6). La Epifanía manifiesta que "la multitud de los gentiles entra en la familia de los patriarcas"(S. León Magno, serm.23) y adquiere la "israelitica dignitas" (MR, Vigilia pascual 26: oración después de la tercera lectura). “Ante el niño regio, los Magos adoptan la proskynesis, es decir, se postran ante él. Éste es el homenaje que se rinde a un Dios-Rey. De aquí se explican los dones que a continuación ofrecen los Magos. No son dones prácticos, que en aquel momento tal vez hubieran sido útiles para la Sagrada Familia. Los dones expresan lo mismo que la proskynesis: son un reconocimiento de la dignidad regia de aquel a quien se ofrecen. El oro y el incienso se mencionan también en Isaías 60, 6 como dones que ofrecerán los pueblos como homenaje al Dios de Israel. La tradición de la Iglesia ha visto representados en los tres dones –con algunas variantes— tres aspectos del misterio de Cristo: el oro haría referencia a la realeza de Jesús, el incienso al Hijo de Dios y la mirra al misterio de su Pasión. En efecto, en el Evangelio de Juan aparece la mirra después de la muerte de Jesús: el evangelista nos dice que Nicodemo, para ungir el cuerpo de Jesús, llevó mirra, entre otras cosas (cf. 19, 39). Así, el misterio de la cruz enlaza de nuevo a través de la mirra con la realeza de Jesús, y se anuncia con antelación de manera misteriosa ya en la adoración de los Magos. La unción es un intento de oponerse a la muerte, que sólo con la corrupción llega a ser definitiva. Cuando las mujeres fueron al sepulcro la mañana del primer día de la semana para la unción, que no se había podido hacer la misma tarde de la crucifixión ante el inmediato comienzo de la fiesta, Jesús ya había resucitado de entre los muertos. Ya no tenía necesidad de la mirra como un remedio contra la muerte, porque la misma vida de Dios había vencido a la muerte.” (Benedicto XVI, La infancia de Jesús)
“El manjar eucarístico contiene, como todos saben, «verdadera, real y sustancialmente el cuerpo y la sangre, junto con el alma y la divinidad de nuestro Señor Jesucristo». No es, pues, de admirar que la Iglesia, ya desde sus principios, haya adorado el cuerpo de Cristo bajo la especie del pan, como se ve por los mismos ritos del augusto sacrificio, en los cuales se manda a los ministros sagrados que, de rodillas, o con reverencias profundas, adoren al Santísimo Sacramento. Los sagrados concilios enseñan que, por tradición, la Iglesia, desde sus comienzos, venera «con una sola adoración al Verbo de Dios encarnado y a su propia carne»; y San Agustín afirma: «Nadie coma aquella carne sin antes adorarla», añadiendo que no sólo no pecamos adorándola, sino que pecamos no adorándola. De estos principios doctrinales nació el culto eucarístico de adoración, el cual poco a poco fue creciendo como cosa distinta del sacrificio. La conservación de las sagradas especies para los enfermos y para cuantos estuviesen en peligro de muerte trajo consigo la laudable costumbre de adorar este celestial alimento reservado en los templos. Tales ejercicios de piedad han contribuido de modo admirable a la fe y a la vida sobrenatural de la Iglesia militante en la tierra, la cual de esta manera se hace eco, en cierto sentido, de la triunfante, que perpetuamente entona el himno de alabanza a Dios y al Cordero «que ha sido sacrificado».” (Pío XII, Carta encíclica Mediator Dei)
“La Epifanía es la celebración del misterio de ti mismo, oh Cristo, que te revelas, al mundo, a la historia, a la cultura. Sea tu Epifanía proclamación de la llamada de todos los pueblos, de todos los hombres a la fe en Tí. Sea una fiesta misionera universal, reconocimiento de la hermandad universal entre los hombres elevados a la misma suerte: la salvación en Ti, Jesús Redentor. Venga a nosotros la Epifanía, con sus dones y sus luces, a alegrar nuestros hogares, a nuestros niños y a nuestros enfermos. Sea para nosotros una fiesta no sólo mística o teológica, sino también la fiesta popular del corazón. Renuévenos en la unidad y en la bondad. Renuévenos en la alegría y en la fe. Tú, María, nos invitas. No se trata de una fábula, no es mitología. Tú nos presentas al misterioso y encantador Niño. Él es la luz del mundo.” (Pablo VI, Ángelus 8 enero 1978)
Entonces, ¿todo es un cuento? ¿Nos han engañado los evangelistas? No. Los relatos de la Navidad no son ningún cuento, ni hemos sido engañados. Lo que ocurre es que nos equivocamos cuando pretendemos abordar los evangelios desde una perspectiva que no fue la que pretendieron sus autores, cuando queremos hallar respuesta a unas preguntas que ellos no se plantearon ni tuvieron intención de plantear. Los evangelios, especialmente el evangelio de la infancia de Jesús, no son un librito de historia. Son un anuncio y una predicación en los que se asumieron, se elaboraron y fueron puestos al servicio de una verdad de fe que sus autores desean proclamar, determinados hechos reales, determinados dichos de la Sagrada Escritura y determinados comentarios midráshicos de la época. Por eso el Magisterio oficial de la Iglesia recomienda al estudioso de la Escritura que para comprender lo que Dios quiso comunicarnos, debe investigar con atención qué es lo que pretendieron realmente los autores sagrados y plugo a Dios manifestar con las palabras de ellos... «para lo cual ha de atender, entre otras cosas, a los 'géneros literarios'» (Dei Verbum, nº 12). En la época neotestamentaria un género literario muy corriente es el midrash hagádico que, como ya hemos dicho, consiste en tomar un hecho o un dicho escriturístico, elaborarlo y embellecerlo al objeto de subrayar y proclamar de forma inequívoca una verdad de fe. Esto es lo que sucedió con los relatos de la infancia, donde hay unos hechos reales a los que se ha revestido de una forma teológica, en un lenguaje que a nosotros nos resulta hoy casi incomprensible. Pero es dentro de este género literario donde se esconde el mensaje que debemos desentrañar, retener y proclamar de nuevo con nuestro propio lenguaje actual: que ese frágil niño no era un Juan cualquiera, ni un don-nadie, sino el mismísimo Dios hecho condición humana, que de tal modo amó la materia que quiso asumirla, y de tal modo amó a los seres humanos que quiso ser uno de ellos a fin de liberarnos, que se humanizó al objeto de divinizarnos. Este es el mensaje fundamental que pretenden transmitirnos los relatos de la infancia, a fin de que, aceptándolo, tengamos esperanza y alegría: ya no estamos solos en nuestra inmensa soledad y en nuestra búsqueda de unidad, integración, solidaridad y reconciliación de todo con todas las cosas. El está en medio de nosotros, el Emmanuel, el Dios-con-nosotros: «Nos ha nacido hoy un Libertador, que es el Cristo Señor» (Lc 2, 11).
1. A partir del lunes 7, a partir de las 18 h., empieza de nuevo la catequesis de infancia.
2. El lunes 7 a las 20.30 h. el grupo de oración tendrá su sesión de formación.
3. El equipo de Pastoral de la salud tiene su sesión de formación en Valencia el miércoles 9 en C/ Avellanas, a partir de las 17.30 h.
4. La Exposición del Santísimo tendrá lugar el jueves 10 a las 20.30 h., después de la Misa. Recordar que al día siguiente, viernes, tendremos también expuesto el Santísimo todo el día, desde las 9.30 h. hasta las 19 h. Invitamos a la comunidad parroquial a que se apunten a los turnos de vela para acompañar al Señor, especialmente en aquellos momentos en los que aun no hay nadie disponible.
5. El viernes 11 estará la visita ordinaria a los enfermos de la parroquia a partir de las 10.30 h., después de la Exposición del Santísimo.
6. Ese mismo viernes tendrá lugar vigilia de oración con jóvenes en el convento de las Clarisas.
7. El día 12 a las 11 h. reunión de los responsables de la pastoral juvenil arciprestal con jóvenes delegados de cada parroquia de la Sagrada Familia de Gandía.
8. En todas las misas del sábado y del domingo serán los anuncios de las catequesis de jóvenes y adultos.
9. El próximo domingo 13 celebraremos con todos las familias que hayan bautizado a sus hijos durante el año pasado la fiesta del Bautismo del Señor.
Del 7 al 13 de enero de 2013
Lunes 7. 19.30 h.: sin intención.
Martes 8. 19.30 h.: En sufragio de Antonio Casanova.
Miércoles 9. 19.30 h.: sin intención.
Jueves 10. 19.30 h.: sin intención.
Viernes 11. 19.30 h.: sin intención.
Sábado 12. BAUTISMO DEL SEÑOR. 18.00 h.: Con niños. sin intención. 19.30 h.: En sufragio de Rafael Matoses y Dolores Martínez. 21.00 h.: sin intención.
Domingo 13. BAUTISMO DEL SEÑOR. 12.00 h. Pro Pópulo. Bautismo.
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