HOJA
PARROQUIAL
Parroquia de Sant Francesc de Borja
Email de la parroquia: sfb500@gmail.com
Domingo 12 de agosto de 2012.
Queridos hermanos:
“Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me ha enviado.“ (Jn 6, 44)
La conversión implica dos dimensiones. En el primer paso se conocen y reconocen a la luz de Cristo las culpas, y este reconocimiento se transforma en dolor y arrepentimiento, en deseo de volver a empezar. En el segundo paso se reconoce que este nuevo camino no puede venir de nosotros mismos. Consiste en dejarse conquistar por Cristo. Como dice san Pablo: "Me esfuerzo por correr para conquistarlo, habiendo sido yo también conquistado por Cristo Jesús" (Flp 3, 12). La conversión exige nuestro sí, mi "correr"; no es en última instancia una actividad mía, sino un don; es dejarse formar por Cristo; es muerte y resurrección. Por eso san Pablo no dice: "Me he convertido", sino "he muerto" (Ga 2, 19), soy una criatura nueva.
El conocimiento de las culpas. “Reconocer el propio pecado, es más, —yendo aún más a fondo en la consideración de la propia personalidad— reconocerse pecador, capaz de pecado e inclinado al pecado, es el principio indispensable para volver a Dios. Es la experiencia ejemplar de David, quien «tras haber cometido el mal a los ojos del Señor», al ser reprendido por el profeta Natán exclama: «Reconozco mi culpa, mi pecado está siempre ante mí. Contra ti, contra ti sólo pequé, cometí la maldad que aborreces». El mismo Jesús pone en la boca y en el corazón del hijo pródigo aquellas significativas palabras: «Padre, he pecado contra el cielo y contra ti».(Reconciliatio et paenitentia 13)
Soy una criatura nueva (Ga 2, 19). Es la resurrección de Cristo el punto de inflexión; es este acontecimiento lo que lleva a afirmar a S. Pablo esta frase. Y hoy en nuestra madre la Iglesia “los Sacramentos significan la gracia y confieren la gracia; significan la vida y dan la vida. La Iglesia es la dispensadora visible de los signos sagrados, mientras el Espíritu Santo actúa en ellos como dispensador invisible de la vida que significan. Junto con el Espíritu está y actúa en ellos Cristo Jesús.” (Bto. Juan Pablo II, Dominum et vivificantem, 63)
María, madre de la Iglesia, muéstranos a Jesús fruto bendito de tu vientre, oh clementísima, oh piadosa y dulce Virgen María.
Arturo vuestro vicario
En aquel tiempo, los judíos criticaban a Jesús porque había dicho: «Yo soy el pan bajado del cielo», y decían: — «¿No es éste Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo?»
Jesús tomó la palabra y les dijo:
— «No critiquéis. Nadie puede venir a mí, si no lo atrae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré el último día.
Está escrito en los profetas: “Serán todos discípulos de Dios.”
Todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende viene a mí. No es que nadie haya visto al Padre, a no ser el que procede de Dios: ése ha visto al Padre.
Os lo aseguro: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron: éste es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera.
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»
Palabra del Señor.
“El Padre del cielo nos exhorta a pedir como hijos del cielo el pan del cielo (Jn 6,51). Cristo mismo es el pan que, sembrado en la Virgen, florecido en la Carne, amasado en la Pasión, cocido en el Horno del sepulcro, reservado en la Iglesia, llevado a los altares, suministra cada día a los fieles un alimento celestial”. (san Pedro Crisólogo)
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“Cristo es nuestro pan de vida (Jn 6,35). Es nuestro pan, no el de todos. Igual que decimos Padre nuestro, porque Él es el Padre de los que le conocen y creen en Él, así llamamos a Cristo pan nuestro, porque Él es el pan de los que comen su cuerpo. Pedimos tener cada día este pan para no separarnos del cuerpo de Cristo. Él mismo nos dijo: "Yo soy el pan de vida bajado del cielo. El que coma de este pan, vivirá eternamente. El pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo" (Jn 6,51)”. (san Cipriano)
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“En el Padrenuestro decimos: Danos los bienes eternos y también los bienes temporales. Nos has prometido el Reino, no nos niegues la ayuda para entrar en él. En tal Reino nos adornarás con belleza eterna; en este mundo danos el alimento que necesitamos en el tiempo. Por eso decimos cada día, o sea, durante la vida terrena. Cuando hayamos pasado esta vida, ya no pediremos más el pan cotidiano. Entonces ya no habrá cada día, sino hoy. Ahora decimos cada día, porque pasa un día y viene otro, pero no hablaremos así cuando haya un solo día, el día eterno. Cuando estemos eternamente con Cristo, y hayamos comenzado a reinar con Él para siempre, tampoco tendremos ya necesidad de la Eucaristía. De modo que la Eucaristía es nuestro pan cotidiano. También lo que os predico es pan cotidiano; y las Iecturas que cada día escucháis en la Iglesia son pan cotidiano; y los himnos que escucháis y recitáis son pan cotidiano. Todas estas cosas necesitamos en nuestra vida terrena. Cuando hayamos llegado arriba no necesitaremos escuchar las lecturas: allí veremos al propio Verbo, escucharemos al propio Verbo, lo comeremos, lo beberemos, como hacen ahora los ángeles”. (San Agustín a los catecúmenos)
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El anuncio de la Palabra de Dios tiende a la conversión cristiana, es decir, a la adhesión plena y sincera a Cristo y a su Evangelio mediante la fe. La conversión es un don de Dios, obra de la Trinidad; es el Espíritu que abre las puertas de los corazones, a fin de que los hombres puedan creer en el Señor y « confesarlo » (cf. 1 Cor 12, 3). De quien se acerca a él por la fe, Jesús dice: « Nadie puede venir a mí, si el Padre que me ha enviado no lo atrae » (Jn 6, 44). (Juan Pablo II. Redemptoris Missio 46)
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“Seguir a Cristo es el fundamento esencial y original de la moral cristiana: como el pueblo de Israel seguía a Dios, que lo guiaba por el desierto hacia la tierra prometida (cf. Ex 13, 21), así el discípulo debe seguir a Jesús, hacia el cual lo atrae el mismo Padre (cf. Jn 6, 44).
No se trata aquí solamente de escuchar una enseñanza y de cumplir un mandamiento, sino de algo mucho más radical: adherirse a la persona misma de Jesús, compartir su vida y su destino, participar de su obediencia libre y amorosa a la voluntad del Padre. El discípulo de Jesús, siguiendo, mediante la adhesión por la fe, a aquél que es la Sabiduría encarnada, se hace verdaderamente discípulo de Dios (cf. Jn 6, 45). En efecto, Jesús es la luz del mundo, la luz de la vida (cf. Jn 8, 12); es el pastor que guía y alimenta a las ovejas (cf. Jn 10, 11-16), es el camino, la verdad y la vida (cf. Jn 14, 6), es aquel que lleva hacia el Padre, de tal manera que verle a él, al Hijo, es ver al Padre (cf. Jn 14, 6-10). Por eso, imitar al Hijo, «imagen de Dios invisible» (Col 1, 15), significa imitar al Padre”. (Juan Pablo II. Veritatis Splendor 19)
“Padre misericordioso, la víspera de su pasión tu Hijo oró por la unidad de los que creen en él: ellos, sin embargo, en contra de su voluntad, se han enfrentado y dividido, se han condenado y combatido recíprocamente. Imploramos ardientemente tu perdón y te pedimos el don de un corazón penitente, para que todos los cristianos, reconciliados contigo y entre sí en un solo cuerpo y un solo espíritu, puedan revivir la experiencia gozosa de la plena comunión.” (Bto. Juan Pablo II, Día del perdón 12 de marzo del 2000)
“Padre misericordioso, la víspera de su pasión tu Hijo oró por la unidad de los que creen en él: ellos, sin embargo, en contra de su voluntad, se han enfrentado y dividido, se han condenado y combatido recíprocamente. Imploramos ardientemente tu perdón y te pedimos el don de un corazón penitente, para que todos los cristianos, reconciliados contigo y entre sí en un solo cuerpo y un solo espíritu, puedan revivir la experiencia gozosa de la plena comunión.” (Bto. Juan Pablo II, Día del perdón 12 de marzo del 2000)
1427 Jesús llama a la conversión. Esta llamada es una parte esencial del anuncio del Reino: "El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva" (Mc 1,15). En la predicación de la Iglesia, esta llamada se dirige primeramente a los que no conocen todavía a Cristo y su Evangelio. Así, el Bautismo es el lugar principal de la conversión primera y fundamental. Por la fe en la Buena Nueva y por el Bautismo (cf. Hch 2,38) se renuncia al mal y se alcanza la salvación, es decir, la remisión de todos los pecados y el don de la vida nueva.
1428 Ahora bien, la llamada de Cristo a la conversión sigue resonando en la vida de los cristianos. Esta segunda conversión es una tarea ininterrumpida para toda la Iglesia que "recibe en su propio seno a los pecadores" y que siendo "santa al mismo tiempo que necesitada de purificación constante, busca sin cesar la penitencia y la renovación" (LG 8). Este esfuerzo de conversión no es sólo una obra humana. Es el movimiento del "corazón contrito" (Sal 51,19), atraído y movido por la gracia (cf Jn 6,44; 12,32) a responder al amor misericordioso de Dios que nos ha amado primero (cf 1 Jn 4,10).
1429 De ello da testimonio la conversión de S. Pedro tras la triple negación de su Maestro. La mirada de infinita misericordia de Jesús provoca las lágrimas del arrepentimiento (Lc 22,61) y, tras la resurrección del Señor, la triple afirmación de su amor hacia él (cf Jn 21,15-17). La segunda conversión tiene también una dimensión comunitaria. Esto aparece en la llamada del Señor a toda la Iglesia: "¡Arrepiéntete!" (Ap 2,5.16).
S. Ambrosio dice acerca de las dos conversiones que, en la Iglesia, "existen el agua y las lágrimas: el agua del Bautismo y las lágrimas de la Penitencia" (Ep. 41,12).
LOS ESCENARIOS
DE LA NUEVA EVANGELIZACIÓN (I):
EL ESCENARIO CULTURAL
“El primero de todos, dada la importancia que reviste, es el escenario cultural de fondo” (...) “La secularización se presenta hoy en nuestras culturas a través de la imagen positiva de la liberación, de la posibilidad de imaginar la vida del mundo y de la humanidad sin referencia a la trascendencia”. (...) “La secularización ha asumido más bien un tono débil que ha permitido a esta forma cultural invadir la vida cotidiana de las personas y desarrollar una mentalidad en la cual Dios está, de hecho, ausente, en todo o en parte, y su existencia misma depende de la conciencia humana”. (…) Este tono modesto, y por ese mismo motivo más atractivo y seductor, ha permitido a la secularización entrar también en la vida de los cristianos y de las comunidades eclesiales.” (…) “Las características de un modo secularizado de entender la vida influyen en el comportamiento habitual de muchos cristianos. La “muerte de Dios” anunciada en las décadas pasadas por tantos intelectuales ha cedido paso a una estéril mentalidad hedonista y consumista, que promueve modos muy superficiales de afrontar la vida y las responsabilidades. El riesgo de perder también los elementos fundamentales de la fe es real”. (…) “Las respuestas a la necesidad religiosa asumen formas de espiritualidad individualista o bien formas de neopaganismo, hasta llegar a la imposición de un clima general de relativismo”. Este riesgo no debe, sin embargo, hacer perder de vista aquello que de positivo el cristianismo ha tomado de la confrontación con la secularización. El saeculum, en el cual conviven creyentes y no creyentes, presenta algo que los acomuna: lo humano. Precisamente este elemento humano, que es el punto natural de inserción de la fe, puede ser también el lugar privilegiado de la evangelización. En la humanidad plena de Jesús de Nazaret habita la plenitud de la divinidad (cf. Col 2,9). Purificando lo humano a partir de la humanidad de Jesús de Nazaret, los cristianos pueden encontrarse con los hombres secularizados que, no obstante todo, continúan preguntándose sobre aquello que es humanamente serio y verdadero. (…) A este respecto (…) ha suscitado mucho interés la iniciativa del “Patio de los gentiles”.
(Nº 52-54)
1. Del 24 al 26 de agosto está prevista la peregrinación a la Sagrada Familia de Gaudí en Barcelona con los niños de Anatolé y sus familias.
2. En septiembre será realidad que la Diócesis de Valencia contará con una capilla de Adoración Eucarística Perpetua en la parroquia de San Martín Obispo de Valencia: las 24 horas de los 365 días del año. Para ello hacen falta como mínimo 500 personas, necesarias para cubrir los 168 turnos a la semana, una hora por persona cada siete días, que permiten mantenerla abierta de forma continuada y perpetua para no dejar solo al Santísimo. Se está llevando a cabo por medio del padre Justo Lofeudo, misionero de la Santísima Eucaristía, una comunidad francesa cuyo carisma principal es la promoción y el establecimiento de capillas de adoración perpetua en todo el mundo.
Donativos recibidos para los nuevos locales en la calle Ciudad de Laval:
Ingresados hasta el20-7-2012:
64.216,95 €.
Ingresados hasta el 20-07-2012 : 63.296,95 €.
+ 920 €.Ingresados hasta el20-7-2012:
64.216,95 €.
Colabore en la cuenta que la parroquia tiene en
BANKIA (Paseo Germanías 82)
2038-6230-75-3000420970
Del 13 al 19 de agosto de 2012
Lunes 13. 19.30 h.: En sufragio de Virtudes Portes.
Martes 14. ASUNCIÓN DE LA STMA. VIRGEN. 19.30 h.: En sufragio de Agrimiro Domínguez Buendía y difuntos familia. 21.00 h.: Sin intención.
Miércoles 15. ASUNCIÓN DE LA STMA. VIRGEN. 12 h.: Sin intención.
Jueves 16. 19.30 h.: Sin intención.
Viernes 17. 19.30 h.: Sin intención.
Sábado 18. XX T.O. 19.30 h.: Sin intención. 21.00 h.: Sin intención.
Domingo 19. XX T.O. 12.00 h. Pro Pópulo. Bautizos.
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