Velas a los mártires
El obispo de Damasco: «Es nuestro turno de morir. Estamos viviendo un apocalipsis» Los pocos que se atreven a ir a misa entre las bombas se despiden sin saber si volverán a verse.
Actualizado 21 julio 2012
“Estamos viviendo un apocalipsis, pero esperamos con todo nuestro corazón, nuestras fuerzas y nuestra mente que llegue pronto la resurrección”: así se ha expresado, en un mensaje enviado a la agencia Fides, el arzobispo maronita de Damasco, Samir Nassar, arzobispo maronita de Damasco.
Con expresión dramática, monseñor Nassar explica que desde el miércoles se suceden los combates en la capital de Siria "utilizando armas pesadas, tanques y helicópteros, en una ciudad que está llena de civiles. La destrucción es enorme. ¡Que calvario! Los combates suceden por las calles y pasan de un barrio a otro. No consigo dormir por el miedo y por el ruido de las bombas y los disparos. La temperatura está por encima de los 40° y constantemente hay interrupciones de la corriente eléctrica. Faltan las provisiones en muchos sectores y se comienza a sentir la penuria de la gente. No nos queda casi pan, verduras, gas para cocinar o combustible para los hornos. La población está aterrada y no sabe donde refugiarse. Las carreteras hacia Jordania, Irak, hacia Aleppo y la zona del norte de Homs están cerradas. Se ve una larga hilera de personas que huyen por la carretera hacia el Líbano. Un éxodo que se produce en medio del pánico general”.
Dirigiéndose a los desplazados de Damasco, el arzobispo dice: “Espero que encontréis una casa, recordando que en el pasado, los sirios han acogido a los refugiados palestinos, libaneses e iraquíes”.
Y añade: “Los pocos fieles que han tenido el valor de venir a la Misa han encendido muchas velas en la tumba de los beatos mártires de Damasco. Se han intercambiado saludos y lágrimas, en el temor de verse por última vez, antes de regresar a casa entre disparos y explosiones”.
Damasco se había librado hasta ahora de la violencia que ha devastado las otras ciudades de Siria: “Ahora es nuestro turno de sufrir y morir. Acabamos de construir un refugio debajo de las escaleras, para escapar de las bombas y hemos limpiado los sótanos de la parroquia.Es un apocalipsis: esperamos que la resurrección no tarde en llegar, después de tanto sufrimiento”.
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