5 de febrero de 2010

Carta de la Hermanita Victoria a la tercera comunidad.


Saint Pierre, 20 Noviembre 2009

Para la 3ª Comunidad de San Fco. de Borja       

Queridos hermanos y hermanas en el Señor:
Hace tiempo que deseo escribiros, daros noticias y sencillamente recordar mi oración por cada uno. No sin mendigar a mi vez la vuestra, precioso sostén en el combate.
Me doy cuenta mientras escribo de que hoy hace 4 años que soy Hermanita del Cordero, buen motivo para dar gracias; por la vida, por la llamada, por el don de la fe, y por los hermanos que Dios ha puesto en mi camino para madurarla (el tiempo que caminé con vosotros), y ahora para sostenerla (como dije al principio), por el precioso don de la comunión.
Los primeros años (tiempo de postulantado) fueron más que purificadores, me imagino ahora una alcachofa a la que se van quitando las hojas para alcanzar el corazón. Efectivamente, el peso de lo “vendido” parecía por momentos “superior a mis fuerzas”. Creo que un cierto peso continúo y continuaré llevando, aunque me parece comprender que es el de todo lo que queda aún por “vender”. ¡Y el Señor está dispuesto a comprar!, empezando por los pecados, a cambio de la ligereza y suavidad de su yugo. Sí, nos “ha comprado con su sangre”. El caso es que el corazón de esta alcachofa está contento, cada vez que dice sí a su voluntad, voluntariamente… Esa experiencia que hice en el momento de la prueba no me la quita nadie. Mi voluntad es capaz de decir sí por encima de la sensibilidad, de las ganas o las desganas ¡Qué libertad! Y ahora, a aplicarlo en lo más humilde de lo cotidiano. Porque el combate continúa, aunque la VICTORIA ya esté adquirida. Por Él, nuestro Señor.
Un rollazo lleno de imágenes para describir la experiencia de la primera etapa que se siguió con la toma del hábito (este yugo suave y ligero), a la que muchos pudisteis asistir. ¡Muchas gracias! Con el hábito y el nombrecito iniciaba el noviciado que aquí suelen ser dos años y pueden ser tres. Yo pedí este año de prolongación y en él estoy, caminando hacia la seria profesión de los tres votos: castidad, pobreza y obediencia. Ehem… Entendéis que necesite vuestra oración ¡Por favor, por favor! Que no es poca cosa y debo recibir una sobredosis de gracia para unir de este modo, mi debilitada voluntad a la del Padre. Más que luz, que también, pedid para mí la libertad de los hijos de Dios. Consciente de que estos “síes” no los pronuncio por mí en mi rinconcillo, sino que nuestro Jesús los aprovecha en beneficio de la humanidad. Colaboramos así en su plan de redención, porque nos unen a su cruz y entonces a su Resurrección. Los religiosos, por los tres votos, como los “tres clavos” (dice Santa Edith Stein) bien pegaditos estamos a la cruz. Y los que no lo sois, pues qué os voy a contar: marido, hijos, trabajos, clavitas y clavitos… pero una sola cruz ¡gloriosa!
He seguido de cerca vuestras aventuras y desventuras, porque mi hermana me informa. Ah! Aunque si alguno me quiere escribir no está prohibido ¿eh?, Ja, ja, claro que lo difícil es saber dónde porque… esto de la itinerancia es lo que tiene, “seguir al Cordero por donde va”, ¡y está en todas partes! Este año – curso escolar – he sido enviada a la fraternidad de Madrid, como el anterior, solo que todavía no he despegado de Saint Pierre.
Os cuento, y así también rezáis por ello, que nuestra Comunidad vive una nueva etapa en su historia, así es la gracia de estar en período de fundación, con los fundadores bien llenos de vida, lo mismo le pasa a Kiko que no se le acaban las ideas. El caso es que ha pasado un tiempo en el que éramos menos numerosas, y viniendo las primeras hermanas de una vida anclada en la contemplación monástica, se vivía más el anuncio de la Buena Nueva itinerante y mendicante como una reacción lógica a lo recibido en la oración y la vida monástica. Llegamos ahora cantidad de jóvenes que no hemos gustado el ritmo de vida contemplativo, base de nuestra vocación. Y para eso se necesitan lugares que reflejen al tiempo la simplicidad y la pobreza de una vida mendicante, y se adapten a la vida litúrgica, el estudio, el silencio, la oración, la intimidad con la fuente de todo anuncio y misión. En eso estamos, buscando terrenos, construyendo “Pequeños Monasterios del Cordero” en muchísimos lugares. Con el solo medio de la Providencia y la amistad de mucha gente. Algunos están en pleno centro de las ciudades, como en Granada y lo que deseamos encontrar en Madrid. Otros en el campo, como Navalón.
Este es el principal motivo por el que sigo esperando aquí, del otro lado de los Pirineos. Tres hermanitas buscan sin descanso un lugar donde podamos vivir y al mismo tiempo ofrecer el tesoro de la liturgia cantada día y noche. Rezad para que se haga su voluntad ¡Pero pronto!
Tenéis uno de los monasterios muy cerca, el de Navalón, si algún día me envían podréis venir a visitarlo, os encantaría…
Con todas estas intenciones os deseo una dulce entrada en el Adviento “Ay… si rasgaras los cielos, si bajaras Señor”…
Maranathá   ¡Ven Señor Jesús!

Unidos en el ardiente deseo de su retorno, en el ardiente deseo del cielo…
Un fuertísimo abrazo a cada uno.
Vuestra Hermanita Victoria.

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